Identificador
09108_02_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 33' 8.50'' , - 4º 17' 2.83''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Hinojal de Riopisuerga
Municipio
Castrillo de Riopisuerga
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SAN MARTÍN -La Inmaculada Concepción, según la Guía Diocesana- se sitúa en el centro del breve caserío, presidiendo una plazoleta junto a la carretera. Se mantiene, pese a las reformas, lo fundamental del templo románico, con la caja de muros de su nave única y la cabecera que la remata, compuesta de tramo recto presbiterial y ábside semicircular. Obra moderna, probablemente dieciochesca, son las cubiertas de la nave -que supusieron la reforma del alzado de los muros- el añadido de una capilla al sur, la sacristía al norte y la transformación de la portada meridional, con un atrio protegiéndola. A mediados del siglo XX debió rehacerse en ladrillo el hastial occidental, sobre el que voltea una espadaña del mismo material. Da paso desde la nave al tramo recto un arco apuntado sobre machones con semicolumnas adosadas, cuyos capiteles se muestran hoy lisos bajo una gruesa capa de enfoscado, ignorándose si bajo ella se esconde decoración o bien repiten la simple cesta desnuda que veremos en el exterior del hemiciclo. Se cubre el presbiterio con bóveda de cañón levemente apuntada, y el hemiciclo -semioculto tras el retablo barroco- con cascarón generado por arco agudo; ambos se alzan sobre el tradicional banco de fábrica que aumenta la superficie de apoyo. Al exterior, la cabecera muestra el aparejo de sillería en la mediocre caliza local. El ábside articula su paramento en tres paños delimitados por dos semicolumnas que parten de altos plintos y basas de perfil ático con bolas, rematándose en breves capiteles de troncocónica cesta lisa -carentes hasta de las bayas angulares vistas en los de Castrillo- que alcanzan la achaflanada cornisa, integrándose en la línea de simples canes de nacela que la sustenta. Horizontalmente una imposta moldurada con chaflán recorre el muro a la altura del alféizar de la ventana que se abre en el eje, en torno a una estrecha saetera abocinada y hoy cegada. La rodea un arco apuntado -en realidad arco y pseudotímpano liso están tallados en un solo bloque- cuya rosca se decora con cadeneta de trenzado, exornado por chambrana de tosca trama romboidal y rosetas en clípeos, talladas a bisel. Apea el “arco” en una imposta de doble nacela -que recorre el muro hasta las semicolumnas- decorada con sucesión de finos semibezantes, que en la zona interior presentan puntos de trépano, y en una pareja de columnas acodilladas de basas áticas y burdos capiteles a base de estrechas hojitas de puntas rizadas (torpes remedos de los crochets de Castrillo), sobre las que se dispuso una tosca figurilla humana desnuda en el izquierdo y un león pasante en el otro. En el muro sur del presbiterio se abría otra ventana de similares características, muy alterada por la reforma que amplió el vano para dar mayor luz al altar. Mantiene pese a ello el vano abocinado con derrame al interior y las dos columnas acodilladas que soportaban el arco, coronadas respectivamente por un capitel en el que junto a las hojas y una baya se representó una procaz figura barbada de enorme falo, y una torpe máscara barbada de exageradas orejas. Constructiva y decorativamente, la iglesia de Hinojal se emparenta con las de San Bartolomé de Castrillo de Riopisuerga, San Cristóbal de Sotresgudo y la palentina de Hijosa de Boedo, hermandad visible en la combinación de conglomerados y calizas doradas en el aparejo, la traza de las cabeceras, la tipología de los vanos y las molduras, así como en los motivos decorativos. De las tres obras es sin duda esta que nos ocupa la que muestra mayor rudeza de ejecución. La portada románica, abierta en muro meridional de la nave, fue reformada en el siglo XVIII, estrechando el vano y añadiendo las actuales jambas. Aun así, es medianamente reconocible, bajo el enjalbegado que la solapa, la primitiva chambrana de arco de medio punto, moldurada con listel y arista baquetonada, así como las dos impostas laterales decoradas con tres filas de finos billetes. En el primer sillar de la jamba derecha del espectador, apenas visible tras la cal, quedan vestigios de una inscripción medieval de casi imposible lectura en las actuales condiciones. Aun así, y con todas las reservas, creemos poder leer, en el segundo renglón: “...LVI ERA MCCXX (¿I?)...”, que, caso de constituir una datatio, nos proporcionaría una fecha dentro de los años ochenta del siglo XII, no disonante con los restos conservados. En el interior del templo, en una capilla abierta en el muro meridional de la nave, a los pies, se conserva una bello ejemplar de pila bautismal románica. Se alza sobre el correspondiente basamento escalonado de fábrica y presenta copa troncocónica lisa de 111 cm de diámetro x 45 cm de altura, con un bocelillo en la embocadura, que se ornaba además con una muy desgastada cadeneta de entrelazo. Entre los escalones y la copa, el tenante de la misma, también escalonado, muestra un bocel en la arista y dos grandes mascarones, uno con rasgos humanos de somera definición y la otra monstruosa, con cabellera de mechones paralelos y trenzados, orejas puntiagudas y enorme boca rugiente, que refuerza el carácter maléfico de la figura, por otro lado similar al glouton que decora un capitel de ventana de Castrillo de Riopisuerga. Labrada a hacha, la pila debe ser contemporánea del templo y datar así de los años finales del siglo XII.