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Canecillos del muro sur. Tonelero y danzarina

Identificador
09348_05_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 0' 6.19'' , - 3º 42' 7.83''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa Elena

Localidad
Revilla-Cabriada
Municipio
Lerma
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
NO TENEMOS NOTICIA alguna referente a la iglesia parroquial de Santa Elena, pues a pesar de que la documentación se refiere a ella, en ningún caso aparece citada, aunque sí sabemos que primero cobró los diezmos el abad de Covarrubias y que a partir de 1222 pasan al obispo de Burgos y cabildo catedralicio. Además de esos datos escritos, nos quedan los restos arquitectónicos y escultóricos del templo, que nos lo sitúan en la segunda mitad del siglo XII. En la actualidad es una iglesia de tres naves, de planta basilical, con muros de piedra sillería y aparejo isódomo. La cubierta actual es de crucería, de estilo gótico de principios del siglo XIII, aunque se aprecien partes añadidas posteriormente ya en los siglos X V o principios del siglo XVI. En el tramo segundo del muro sur observamos una portada adosada, rematada con el habitual tejaroz, en parte alterado, y enmarcada entre dos contrafuertes de realización posterior. Todo el tejado descarga sobre una cornisa y canecillos, todos ellos románicos, excepto algunos del muro norte. En el muro oeste queda una ventana, ligeramente apuntada, pero se aprecia cómo el templo ha sido elevado casi dos metros respecto de la altura primera al realizar la actual cubierta gótica de crucería. Posiblemente el templo románico fuera de una sola nave rematada en la habitual cabecera, recta o con capilla absidal semicircular. El ábside románico ha sido alterado y ha desaparecido al realizar la actual torre renacentista que ocupa el lugar del primitivo presbiterio. En la actualidad, bajo la bóveda que articula interiormente la torre se sitúa la sacristía. La escultura monumental románica se encuentra únicamente en el exterior del templo. Se reduce a los canecillos, la ventana del hastial y a los diferentes motivos de la portada. Todo el conjunto de la iglesia se halla recorrido por una cornisa -compuesta de listel y sección tallada a bisel- soportada por los respectivos canecillos. Los que quedan en el muro norte son en su mayor parte de proa de nave y de nacela, excepto tres de ellos que se decoran con hojas, una cruz patada y un prótomo de animal, tal vez un lobo. Este último es de un relieve casi medio, bien modelado, de una realización poco detallista y de formas duras. Es una composición frontal, bien acomodada al espacio, pero de pocas calidades plásticas. Más ricos desde el punto de vista iconográfico son los que soportan el alero meridional, muchos de ellos figurados. Entre los motivos representados aparecen cabezas zoomorfas (buey, león, carnero, un águila bicéfala, etc.), una de ellas engullendo a dos cabezas antropomorfas, aves, seres monstruosos, un dragón y varios personajes en diferentes actitudes (un músico tocando una especie de arpa o salterio, otros tocando instrumentos de viento, una danzarina agitando una especie de pañuelo, un tonelero, un hombre bebiendo de un recipiente y un lector con un libro abierto en sus manos). El relieve de estos canecillos es medio, a veces casi alto, bien acomodado al espacio escultórico y de un acabado poco detallista y minucioso. Domina bien la composición, con grandes calidades ornamentales en la temática de las quillas, pero también la realización de animales y de figuras humanas, a pesar de predominar la realización frontal. Es un trabajo de formas duras, angulosas, ejecutado a bisel y de acabado detallista. La realización de las facciones de la cara de los hombres es de corte realista. Destacan los ojos almendrados, saltones y bien definidos por los párpados y los arcos superciliares. Pómulos de formas suaves, modeladas, barbilla puntiaguda y angulosa, labios ligeramente carnosos y bien definidas las comisuras de los mismos mediante un elegante trepanado que da a los mismos una expresión bastante realista. La cabeza aparece tocada con capucha en unas ocasiones y la cubre casi por completo, pero en otras sólo vemos un pequeño solideo y también descubierta del todo. En este caso está completamente calva, tiene frente muy expresiva y cargada de arrugas, que dan a la misma una fuerte personalidad y calidad de expresión. Las vestiduras en general presentan un estudio de pliegues de poca calidad, pues, se reduce a una labra poco profunda, son verticales, paralelos y de una realización dura, angulosa y tallada a bisel. Están bastante pegados al cuerpo y no describen formas voluminosas y ostentosas. En ningún caso vemos un estudio de los cabellos, pues se reduce a marcar el volumen, pero sin una realización puntual y detallista de los pelos, como suele ser habitual en otros lagares. Las plumas se reducen a marcar los perfiles, a definir el volumen por medio de una incisión tallada a bisel y nada más, siendo de características marcadamente antinaturalistas. Por las características de la labra, el tipo de relieve y la manera de componer, se puede decir que todo el conjunto de canecillos pertenecen a un mismo taller y que en su gran mayoría están realizados por pocas manos. La portada se encuentra abierta al sur, enmarcada por dos contrafuertes que parece hayan sido colocados con posterioridad a la ejecución de la misma. Falta el tejaroz original que fue sustituido por un tejadillo más moderno. Consta de un arco de ingreso de medio punto, tres arquivoltas y un guardapolvo. Este último queda reducido a una sencilla moldura de cuarto de caña sin ningún otro motivo ornamental. Las arquivoltas primera y segunda se decoran con varias molduras y puntas de diamante bastante voluminosas, mientras que la tercera emplea únicamente un baquetoncillo de cuarto de bocel como elemento ornamental. Todo se apea en una línea de imposta, compuesta por un listel y una sección tallada a bisel, que hace las veces de cimacio de los seis capiteles. Entre las jambas se disponen seis columnas y pilares que descargan sobre un poyo corrido de mediana altura. Empezando por la izquierda el primero de los capiteles se decora con dos fieros animales acosando y mordiendo a otro. El del centro muestra a una serie de personajes entre los que sobresale por su tamaño uno barbado que bendice o señala hacia arriba con su diestra y se apoya con la otra en un báculo o bastón en forma de T. El siguiente ofrece la característica escena de un soldado pertrechado con casco, escudo y espada que se enfrenta a un león. El primero al otro lado de la puerta se embellece con dos figuras de dudosa interpretación, probablemente un músico y una danzarina. El siguiente muestra a un herrero y a su ayudante en plena faena, mientras que el último luce otra escena de lucha de un soldado, en este caso contra un dragón. Aparte de los capiteles merecen una consideración especial las estatuas-columna que flaquean el acceso. La de la izquierda presenta una figura erguida, ataviada con larga túnica que llega hasta los pies y se abrocha en el cuello. Extiende los brazos, doblando el derecho a la altura de la cintura. Se han perdido las manos y el estado de conservación es muy pobre, por lo que no podemos saber a ciencia cierta si es un hombre o una mujer, aunque parece tratarse de la Virgen. Es un relieve medio, con el cuerpo bien modelado, la labra de los pliegues se reduce a unas incisiones realizadas a bisel, poco profundas y de características marcadamente antinaturalistas. Figura estilizada, alargada y bien proporcionada. En la estatua-columna de la derecha muestra una figura, también de pie, que sostiene entre sus manos una filacteria desplegada. Tiene todas las características de un ángel y bien pudiera tratarse de Gabriel, que con la figura del fuste precedente forma la escena de la Anunciación. Es un relieve medio, cuerpo proporcionado, de características naturalistas y de una gran esbeltez y elegancia compositiva. El relieve de todas estas labores escultóricas de la portada es bajo, a veces casi medio, en el que destaca el deseo de resaltar los volúmenes por medio del modelado, o sencillamente marcando los perfiles con trazo a bisel. La ejecución es poco detallista, de formas angulosas, de acabado poco cuidado y con predominio de la realización a bisel para ejecutar los detalles. A pesar de ello busca el modelado de los cuerpos y de las facciones de la cara. La composición es simétrica, frontal o de perfil pero de pocas calidades plásticas, pues, no sabe dominar el espacio escultórico de que dispone. Por lo general es una ejecución mediocre y demuestra ser un escultor que no domina el espacio del capitel, al que se acomoda mal. Los vestidos están muy pegados al cuerpo, limitándose frecuentemente a marcar el volumen y a realizar un estudio de pliegues a base de incisiones verticales, paralelas, poco profundas y de características marcadamente antinaturalistas. Las barbas y cabelleras las talla a base de mechones gruesos, describen unas suaves ondulaciones, pero su realización es poco detallista. Ojos almendrados, saltones y bien definidos y enmarcados por los párpados, pómulos de formas suaves, bien modelados, lo mismo que las barbillas y la boca, con labios carnosos y las comisuras bien definidas por medio de un trepanado que dan a la misma una expresión de características realistas. A pesar de todo la realización de los rasgos de la cara es poco naturalista. Se aprecian algunas diferencias en cuanto al trabajo de los canecillos y los capiteles de la portada. Pero a pesar de ello hay muchos elementos en común, por la técnica empleada, la manera de componer, el tipo de modelado y la labra a bisel, nos hacen pensar que todo el conjunto de la iglesia se corresponde con un mismo taller, aunque parece claro que hay varias manos trabajando al mismo tiempo. Por sus características, este taller no tiene relación con lo visto en los de la Sierra, el valle del Esgueva o los relacionados con el mundo silense del “expresivo culto”, sino que más bien parecen artesanos locales, independientes, que trabajan en este templo y en las cercanas iglesias de Ruyales del Agua, Castrillo de Solarana y en algunos otros templos de la tierra de Lerma. Su actividad parece situarse en el último tercio del siglo XII. En el interior se conserva una pila bautismal de traza románica (79 cm de diámetro x 80 cm de altura), formada por una basa de toro plano sobre la que apoya una copa decorada con arquillos entre cruzados y florones cuatripétalos.