Identificador
47609_01_045
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 13' 2.33'' , -5º 6' 4.84''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Santervás de Campos
Municipio
Santervás de Campos
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA PARROQUIAL DE SAN GERVASIO Y SAN PROTASIO constituye uno de los más interesantes ejemplares de la arquitectura románica en ladrillo del territorio castellano-leonés. Se trata un edificio de grandes pero proporcionadas dimensiones, cuya fábrica más antigua nos ha llegado inconclusa. Tan sólo conservamos la cabecera y los cierres laterales del transepto, zona en la que nos vamos a centrar, ya que el resto de la iglesia es una pobre construcción de cronología barroca. Estamos ante un edificio de planta basilical sin transepto marcado en planta cuyo perímetro puede ser inscrito en un rectángulo de 40 x 20 metros aproximadamente. Cuenta con un testero de tres ábsides semicirculares, el central más amplio que los laterales, los cuales presentan exiguos tramos rectos comunicados entre sí. Comenzando por su exterior lo primero que cabe destacar es la coexistencia de materiales; el ábside central es de sillería, mientras que los laterales son de ladrillo. El primero se articula con cuatro columnas adosadas que arrancan de un banco de arista rebajada y se prolongan hasta la cornisa mediante capiteles historiados. Son muy próximos en su factura a los tardorrománicos que todavía pueden contemplarse en las ruinas de San Benito de Sahagún (máscaras bifrontes, arpías, ...). Entre cada uno de los tres paños resultantes se abren sendos vanos a modo de saeteras sin decoración ni molduración alguna. La cornisa presenta la arista vaciada por una escota ornada con medias esferas y se remata con canecillos en nacela con motivos variados (hojas curvadas con bolas en sus extremos, animales, ...). El ábside del evangelio se articula mediante una banda inferior de arcos ciegos de medio punto que apoya sobre un pequeño zócalo de sillarejo. Un friso de esquinilla separa la arquería de una segunda, formada por arcos entrecruzados también de medio punto. En el paramento sobrante hasta la cornisa se intercalan hileras de ladrillos dispuestos en vertical. Por su parte el ábside de la Epístola arranca igualmente de un zócalo de sillarejo. A continuación se optó por una banda de rectángulos ciegos dispuestos en vertical, en el interior de cada uno se disponen fustes, conformando un recurso plástico en el que se combina lo cóncavo con lo convexo, de gran efectividad y totalmente atípico en al marco cronológico del románico. Manuel Valdés ha apuntado como referente más próximo la arquitectura románica del Saintonge. Sobre esta banda apoya una segunda, idéntica a la inferior del ábside opuesto, es decir, arcos ciegos. Finalmente, un friso de esquinilla dinamiza el muro que resta hasta la cornisa que presenta moldura doble en nacela. Los tramos rectos aparecen apuntalados por dos potentes contrafuertes. Entre ambos se aprecian tres niveles en los que se combinan arcos y recuadros. El inferior del lado norte, con banda de recuadros rectangulares alargados abarcando arcos de medio punto. El del lado meridional con una puerta de arco de medio punto con recuadros a ambos lados. Por encima de este nivel se disponen cinco arcos ciegos de medio punto, también de gran altura. Finalmente una estrecha banda de rectángulos que rozan la cornisa; de éstos, los dos más occidentales del lado septentrional fueron destruidos por una ventana adintelada moderna que además eliminó el remate de los dos arcos de la banda intermedia. En este mismo lado se aprecia la parte inferior del arranque del muro de las naves dinamizado con tres arcos ciegos. Al interior se accede por la moderna puerta del hastial. Ya situados en la cabecera, lo primero que destaca, frente a lo contemplado desde el exterior, es la unidad del material empleado debido a que el semicírculo del ábside central fue realizado, o más bien forrado, con ladrillo. Por debajo de la línea de ventanas y arrancando del pavimento se dispone una banda de arcos ciegos semicirculares, sobre los cuales aparece un estrecho friso de esquinilla. Las tres ventanas, de arco doblado, apoyan en una imposta con perfil de nacela y el paramento en el que se abren introduce el mismo recurso decorativo que veíamos en el exterior del ábside meridional: recuadros cóncavos con fustes. Dos puertas de arco de medio punto abiertas en ambos lados de su estrecho tramo recto lo comunican con los ábsides laterales. Al contrario que en el exterior, aquí, tanto el ábside de evangelio como el de la epístola, se articulan del mismo modo y resultan casi idénticos al central. En cuanto a los muros de cierre del transepto, introducen rectángulos en vertical en los que se abren arcos de medio punto. El septentrional presenta tres; el del lado del mediodía tan sólo dos, a causa de la apertura de una puerta de fábrica, en la actualidad cegada, compuesta por un arco de medio punto doblado enmarcado por un alfiz. Por todo ello, la obra que aquí tratamos puede fecharse en la segunda mitad del siglo XII, posiblemente en su cuarto final. Por último, Heras García llegó a ver, en los años finales de la década de los sesenta, los restos de unos frescos románicos con que se decoraba el cuarto de esfera abovedado del hemiciclo del Evangelio. La temática no era ya reconocible, pero aún se intuía el diseño de grisalla y ocre. En la actualidad, desgraciadamente, están completamente perdidos.