Sant Donat de Sedó
Iglesia de Sant Donat de Sedó
El núcleo de origen medieval de Sedó, situado en la margen derecha del río Sió, nació alrededor del castillo emplazado en lo alto, en torno al cual se formó una villa amurallada. La iglesia dedicada a san Donato estaba ubicada fuera de dicho recinto. El acceso se realiza por la carretera L-311 hacia Guissona, hasta llegar al cruce con la L-324, en la cual Sedó es la primera población en dirección a Concabella y Agramunt.
Sedó aparece por primera vez citado en 1015 como Sudavo, en el acta de donación del obispo Borrell de Vic de las poblaciones de Calaf, Calafell y Farrera a un tal Guillem. Nueve años más tarde, el lugar se vuelve a nombrar en el juicio que mantuvieron el obispo de Urgell y Guillem de Lavansa para fijar los límites del término de Guissona, el cual a mediodía limitaba con la guardia de Sadaone. Por su parte, la primera mención de la iglesia de Sant Donat se realiza en un documento de 1063 en el que el obispo Guillem de Urgell y los canónicos de Santa Maria de La Seu d’Urgell donaron el castillo de Sedó a Pere Udalard y su esposa Ermengarda. Este mismo matrimonio, en su testamento de 1086, legó diferentes iglesias al obispo de Urgell, entre las que figuraba Sant Donat. A finales del siglo xi, en el acta de consagración de Santa Maria de Guissona de 1098, constaba que la iglesia de Sedó y sus sufragáneas dependían eclesiásticamente de la canónica de Santa Maria de Guissona. Guillem Pere y su esposa Sicarda se referían a Sancti Donati de Sadao en su acta testamentaria datada en 1120. Otro testamento sacramental, pero este de 1173, fue jurado en el altar de Sant Donat por parte de Guerau de Granyena, quien dejaba Sedó a su hija Beatriu.
La iglesia es una construcción de origen medieval que a lo largo del tiempo, sobre todo durante el siglo xvii, se ha visto sometida a una serie de reformas que han modificado sustancialmente su estructura y fisonomía. Se trata de un templo de una sola nave cuyas medidas son 25 m de largo por 7,2 m de ancho. En la época gótica cabe ubicar la portada que se abre en el muro meridional, así como los arcos fajones apuntados del interior. Corresponden a las reformas del siglo xvii el testero cuadrado que sustituyó al ábside románico, el potente campanario de planta cuadrada, la sacristía, las capillas laterales adosadas al muro norte, el coro y buena parte de la ornamentación de los paramentos interiores.
Tan sólo la nave se conserva del edificio románico, si bien está tan modificada que únicamente se pueden apreciar los vestigios de esta época en el exterior de ciertas zonas de los muros. Resulta difícil afirmar a qué época corresponde la bóveda de cañón que la cubre. La fábrica tuvo problemas estructurales que obligaron en época posterior a levantar unos potentes contrafuertes en todos los muros menos en el oriental. El aparejo con el que están realizados los muros románicos está formado por sillares irregulares, dispuestos en hiladas uniformes.
La iglesia de Sant Donat de Sedó es una obra cuyos restos románicos pueden fecharse en el siglo xiii.
Estelas
Provenientes del antiguo campo santo de la iglesia de Sant Donat, hoy convertido en una plaza, se encontraron cuatro estelas funerarias anepigráficas, de las cuales las dos que se hallaban en el interior de la iglesia están desaparecidas.
Actualmente, se conserva una estela adosada a la pared exterior de la base del campanario. Muestra esculpida una cruz griega cuyos brazos se unen a una orla circular y la dividen en cuatro partes. Las dos inferiores exhiben flores de seis pétalos a las que se les ha dado una interpretación relacionada con la eternidad y la inmortalidad. La otra está emplazada en el interior del actual cementerio. Luce una decoración en relieve en las dos caras consistente en una cruz griega exenta, sin orla. La cronología es incierta, y aunque hay algún autor que las ha datado como pertenecientes a época medieval-moderna, no puede descartarse que sean románicas.
Texto y fotos: Helena Soler Castán
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XXIV, pp. 476-477; Diví López, C. et alii, 2010, pp. 44-46, 189-191 y 276-277; Duran i Sanpere, A., 1977, pp. 455-456; Miró i Rosinach, J. M., 1986, pp. 17-106; Oliva i Llorens, J., 1999, pp. 10-11.