Sant Miquel de Roca
Ermita de Sant Miquel de Roca
El santuario de Sant Miquel de Roca se encuentra dentro de una cavidad natural en un barranco que se alza 170 m sobre el rio Fluvià. Para llegar debemos situarnos en el lado de poniente de la plaza mayor de Crespià, de la cual sale un camino que sube hasta los depósitos municipales de agua. Seguiremos este camino aproximadamente 1 km. Entonces encontraremos un extenso campo de cultivo, de cuya zona Noroeste surge un sendero que lleva hasta a la ermita de Sant Bartomeu, a unos 200 m, dentro del citado bosque. La última parte se realiza por un paso estrecho acondicionado con una barandilla, hasta la entrada del santuario.
Sant Miquel de la Roca de Castellar o de Portell aparece citado por primera vez el año 1131, de manera indirecta, en una cláusula del establecimiento de un molino en Portell. Sabemos que durante los años 1193 y 1196 el santuario tenía presbítero. En documentos de la primera mitad del siglo xii aparece el linaje de los Cabanelles en posesión del señorío de Portell y como beneficiario del santuario. Entrado el siglo xiii los Puigdaran tuvieron también los derechos del lugar como feudatarios de los Cabanelles. A principios del siglo xiii empezó a recibir importantes donaciones que ampliaron significativamente su patrimonio. La primera de ellas fecha de 1214, cuando Gallart de Llers donó a Sant Miquel la leña y el fruto de un olivo que tenía en Bosquet. Tienen especial interés dos documentos del 24 de abril de 1220 por los que Bernat de Santacoloma (señor del lugar y hermano de Guillem de Cabanelles, obispo de Girona en 1227) donó al templo el derecho de las aguas del río Fluvià. Con estos dominios Bernat fundó un beneficio en Sant Miquel. Cabe mencionar la alusión a una comunidad eclesiástica, los fratres de Sant Miquel, de los que se tienen pocas noticias. En el año 1228 el clérigo Arnau Vidal, que obtuvo el beneficio y que también era procurador de Sant Miquel, adquirió los derechos de los Puigdaran. Las visitas pastorales ponen de manifiesto que a principios del siglo xiv el beneficiario no cumplía el deber de residencia, lo que provocó el estado de abandono de la ermita. La falta de presbítero se repite de forma reiterada en las actas de las visitas de los años 1329, 1363, 1436 y 1490. Su olvido se produce de forma inesperada durante los siglos xvii y xviii. En las visitas pastorales de 1851 sobre las ermitas de la parroquia de Crespià, Sant Miquel ya no figura en ningún caso y es por ello que se cree que entonces el santuario había dejado de existir como lugar de culto. En el año 1981, asociaciones locales desescombraron el lugar, y en 1983, viendo la dificultad del acceso, se limpió también el camino y se colocó una escalera metálica y una barandilla para la seguridad del visitante.
Se accede al interior de Sant Miquel de Roca, como decíamos dentro de un abrigo natural, por una puerta adintelada de arco de medio punto. La parte de obra que cierra la cavidad está sobrepuesta a un terraplenado artificial construido para prolongar el espacio de delante de la cueva y conseguir el área necesaria para el templo. Dos fachadas en ángulo recto cierran en su interior la boca de la cueva. En el interior, el espacio está dividido en dos naves perpendiculares comunicadas por un arco apuntado. Los dos espacios se cubren con bóveda apuntada y se funden con la parte rocosa. La roca ocupa el fondo y parte de los costados del santuario. En el pasado el santuario debió de dividirse en dos pisos, pues existen algunos mechinales. En el lado sureste se abre la entrada y una puerta con arco de medio punto con grandes dovelas. En la parte rocosa se abre una gran cavidad. Su aspecto rupestre y la situación en el lado este hacen pensar que debió haber un santuario con uno o más altares. En el interior, bajo el espacio rocoso de la nave, existe una cisterna con bóveda apuntada y un brocal, que se abastecía con un sistema de tuberías de recogida del agua de la lluvia.
La construcción está fabricada con grandes sillares desbastados que se sobreponen horizontalmente y se unen con abundante mortero. En cuanto a la datación, no se conoce cuando se empezó a modificar la cueva para crear el templo, aunque a juzgar por las características de los elementos conservados (arco apuntado, puerta entrada) debió ser a finales del siglo xiii o principios del xiv. La base del largo muro occidental del santuario, que cimienta la plataforma artificial que soporta su estructura, presenta una factura más antigua. Hasta los 4 m observamos hiladas de sillares de medidas pequeñas y medianas, pulidos y bien ajustados. Por sus características, esta parte se fecharía en la segunda mitad del siglo xii o primeras décadas de siglo xiii. Algunos de los elementos constructivos conservados tienen un origen algo posterior pudiéndose situar entre finales del siglo xiii y principios del xiv. Cabe mencionar que éste es uno de los templos rupestres más grandes de Cataluña.
Texto: Almudena Montenegro Gallardo – Foto: Miguel Galovardes Mila
Bibliografía
AA.VV., 2005, pp. 328-329; Badia i Homs, J. y Olavarrieta i Santafè, J., 1990, pp. 121-122; Badia i Homs, J. y Olavarrieta i Santafè, J., 1991, pp. 99-101; Catalunya Romànica, 1984-1998, pp. 426-428; Marquès i Planagumà, J. M., 2000, pp. 71-72; Noguera i Massa, A., 2005, pp. 109-116;