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Canecillos de la nave

Identificador
09515_07_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Jaime Nuño González,José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Valdelacuesta
Municipio
Merindad de Cuesta-Urria
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA EXIGUA POBLACIÓN que siempre tuvo Valdelacuesta se pone de manifiesto en las reducidas dimensiones de su templo parroquial, que prácticamente no sufrió modificación alguna desde que fue construido allá por los siglos medievales. Sus ruinas se alzan en el extremo oriental del Barrio de Abajo, mostrando una sencilla planta con cabecera cuadrada, una nave con espadaña a los pies y portada al sur, sacristía adosada al mediodía de la nave y cementerio envolviendo el sector suroriental del conjunto, que está levantado íntegramente en mampostería caliza. Todo parece responder a una fábrica uniforme, a excepción de la sacristía, construida hacia 1640, según parece atestiguar una borrosa inscripción. La rústica cabecera se cubre a dos aguas, con una sencilla saetera cegada en el testero, mientras que la austeridad que caracteriza a la obra se rompe levemente en el alero, donde la cornisa de listel y chaflán queda sostenida por un conjunto de canecillos de nacela, desaparecidos parcialmente en el lado sur cuando se abrió una ventana en siglos más modernos. La nave sigue el mismo tipo arquitectónico, aunque dobla prácticamente en altura a la cabecera. En la base del muro norte se aprecia la reutilización de algunos sillares, mientras que este paramento se remata con la cornisa achaflanada bajo la que se disponen dieciocho canecillos, nueve de ellos de cuarto de bocel, dos de nacela, dos más de proa de barco, uno de listel y chaflán y el resto con distintas figuraciones, que más bien parecen bocetos de cabezas animales o humanas El muro meridional se encuentra parcialmente cubierto por la sacristía y ha perdido casi por completo el alero, conservándose tan sólo algunos canes de cuarto de bocel y uno decorado con grueso rollo. En el centro se abre la portada, un sencillo arco de medio punto trasdosado con chambrana de listel y chaflán, con apoyos formados por simples pilastras rematadas en impostas igualmente achaflanadas. La fachada occidental, donde se abrió un ventanal posmedieval, se remata con una pequeña espadaña, más estrecha que la nave, formada por un cuerpo con dos simples troneras de medio punto, con impostas envolventes, de chaflán que parten del arranque de los arcos. Se remata mediante un piñón coronado por una cruz de piedra. El interior del edificio, cubierto por la maleza, debió estar hasta su abandono revocado, llegando a verse en el testero absidal y en el de la nave un despiece de sillares, probablemente de cronología gótica. La cabecera, de muy reducido espacio, casi ocupado por la mesa del altar adosada al muro oriental -con una inscripción que alude a la sepultura de un matrimonio, dotada por su hijo, el secretario real Andrés de Rozas-, se cubre con bóveda de cañón apuntado que nace de las habituales impostas achaflanadas. El arco triunfal sigue la misma tónica de austeridad que caracteriza al conjunto, formado por arco apuntado y doblado sobre dobles pilastras coronadas por las impostas del mismo perfil repetidamente descrito. En la nave, que sin duda se cubrió en todo momento mediante madera a dos aguas, sólo destaca el arco que soportaba el moderno coro dispuesto a los pies. Con todas estas características no cabe duda de que nos hallamos ante un edificio de avanzada cronología, en el que los usos románicos mostrados a través de las formas constructivas, de la articulación de espacios, por la espadaña o por algunos canecillos, quedan superados por la aparición de elementos claramente vinculados al mundo gótico. Entre éstos cabe destacar la presencia de numerosos canecillos de cuarto de bocel, muy tardíos y totalmente ajenos al período románico, aunque no estamos en condiciones de explicar si fueron incorporados ya en el momento en que se levantó la iglesia o son producto de alguna reforma de los aleros. En todo caso entendemos que la construcción del conjunto no puede ser en ningún caso anterior a mediados del siglo XIII y que salvo la posible reforma de aleros -nada clara, por otro lado-, el añadido de la sacristía y coro, y quizá una reconstrucción de la espadaña, todo se conserva tal cual fue creado.