Santa Maria de Sunyer
SUNYER
Iglesia de la Nativitat de Maria de Sunyer
La iglesia parroquial de Sunyer se sitúa en el centro de esta localidad, aunque en origen se habría encontrado en la periferia del núcleo habitado medieval. Esta atípica ubicación, separada de la fortaleza, se ha explicado por el hecho de que en el lugar habría existido asentamiento andalusí, con sus construcciones alrededor del castillo primitivo, de modo que la iglesia se habría alzado en un punto que no interfiriese con la urbanización existente. La primera noticia documental relativa a este templo no aparece hasta 1361, cuando consta en una visita pastoral.
El análisis histórico-arquitectónico de la iglesia parroquial de Sunyer presenta una notable complejidad, puesto que pese a ser un edificio de origen románico ha sido enormemente transformado por sucesivas ampliaciones, reformas y restauraciones. La construcción primitiva, cuyas trazas generales han perdurado hasta hoy, presentaba una sola nave y un ábside que no se diferenciaba externamente. El templo conserva la cubierta original, con una bóveda de cañón apuntada sustentada por dos arcos fajones, los cuales dividen la nave en tres tramos, el oriental correspondiente al antiguo presbiterio. El arco oriental apea en dos consolas de forma piramidal invertida con base moldurada, mientras que el otro arco se sostiene por otras dos ménsulas de rollos. Estas dos soluciones de sustentación de los arcos recuerdan a otros edificios del mismo entorno constructivo que la iglesia de Sunyer. Así, la primera de ellas aparece en Sant Joan de Carratalà, en el término de Aitona, mientras que la segunda está mucho más difundida, y se encuentra en Sant Miquel de Granyena o Sant Salvador de Torrebesses, por citar tan sólo algunos de los ejemplos más cercanos.
Las aberturas que quedan del templo primitivo son solamente dos: el óculo practicado en el muro oeste y el portal abierto en el muro norte, en el tramo central del templo. En el sector oriental de la fábrica ha pervivido el muro original del tramo este en toda su altura, lo que permite comprobar que los sillares estaban labrados y bien tallados y que algunos de ellos conservan marcas de cantero. Inicialmente la construcción se remataba externamente por un alero apeado sobre canecillos, decoración que se conserva únicamente en los del muro norte. Un par de ellos presentan unas caras zoomorfas, pero el más interesante es el que exhibe la representación de una construcción con una cubierta triangular a dos aguas y tres elementos circulares en los vértices, además de un simulado de aparejo regular de grandes sillares. Un motivo casi idéntico se encuentra en uno de los canecillos del ábside de la iglesia de Sant Pere de Alfés.
Las modificaciones de esta iglesia empezaron en época gótica, con la erección de las dos capillas de planta cuadrangular abiertas a Norte y Sur del tramo central, ambas cubiertas con bóveda de crucería. La historiografía ha fechado a finales del siglo xiv la del lado sur –que albergó un retablo pétreo dedicado a san Juan Bautista, cuyos restos se conservan en diferentes museos del territorio catalán– y a finales del siglo xv, o ya en el xvi, la del lado opuesto. El levantamiento de ésta última capilla afectó la ménsula norte del primer arco fajón situado a Oriente, de modo que fue totalmente rehecha, subiendose su nivel respecto del suelo y ajustando la forma piramidal al arco de entrada a la capilla. Las transformaciones prosiguieron en la época moderna. Así, en la segunda mitad del siglo xvii o en la primera mitad del siglo xviii, se cambió la orientación del templo, de modo que el sector oeste pasó a ser el ámbito presbiteral. En aquel momento se realizó una importante reforma de esta parte occidental, puesto que se desmontó el muro del siglo xiii, a excepción del lienzo norte, donde se conserva su altura aproximadamente en unos 2 m –ello se aprecia en el exterior, en donde la parte baja de los muros es mucho más ancha que la superior–. En el frontis oriental, bajo el óculo románico, en esta fase se abrió el portal barroco que da acceso al templo. Por esas fechas también se construyeron las dos capillas barrocas de la parte oeste del edificio, las cuales completarían los cuatro volúmenes que sobresalen del cuerpo principal: durante el siglo xviii se alzaría la capilla meridional, iluminada por una pequeña cúpula octogonal y más adelante, enfrente de ella, se levantaría otra capilla cubierta con cúpula semiesférica. Entonces se tapió la puerta románica, que quedaría totalmente oculta, y el espacio existente entre las dos capillas del lado norte se convirtió en un pequeño ámbito de culto. Como últimas remodelaciones significativas hay que destacar que en tiempos recientes, en el año 1995, se agregó un ábside liso semicircular de inspiración románica en el sector occidental, y que en 2011 se restauró la portada, entre otras reformas.
Uno de los componentes románicos más sobresalientes de este templo es la mencionada portada, la cual se descubrió en la década de 1960, durante una intervención en la que se eliminaron varios añadidos de época moderna. La puerta apareció mutilada, aunque en un relativo buen estado de conservación, puesto que había permanecido oculta durante varios siglos. El conjunto de la portada formaba un cuerpo arquitectónico que sobresalía del plano de la fachada y que estaba coronado por un alero con canecillos análogos a los de la parte oriental de la fábrica. De estos canecillos solamente uno es original, el que presenta un contorsionista boca abajo. El vano de la puerta está formado por un arco de medio punto, enmarcado por dos arquivoltas en degradación que arrancaban de dos pares de columnas, cuyo fuste no ha pervivido. No obstante, se han mantenido en su lugar los capiteles que las coronaban, los cuales forman un friso continuo, con los pseudocapiteles que rematan los baquetones, dos a cada lado, y que fueron tallados en los mismos sillares que integran las jambas. En total había cuatro capiteles por lado (dos sobre las columnas y otros tantos sobre los baquetones). Los de la jamba izquierda se han conservado en su totalidad, mientras que a la derecha tan sólo existe un capitel de columna y otro de baquetón. En cuanto a los motivos escultóricos que exhiben, en la jamba izquierda, en la pieza exterior, figura un animal fantástico, bípedo, con el cuerpo cubierto de plumas y una larga cola que acaba en elementos vegetales (flor de arum). Las otras tres piezas presentan decoración de tipo vegetal a base de tallos perlados que forman grandes roleos acabados en palmetas y frutos de arum o piñas que se despliegan por toda su superficie. Esta decoración se repite en los ejemplares del lado derecho y prosigue por el friso en ambos lados.
Las características tipológicas y estilísticas de esta portada nos llevan a localizar sus referentes en la fábrica de la catedral ilerdense, así como en el conjunto de portadas que conforman la llamada escuela de Lleida. No es éste el lugar para examinar con detalle sus realizaciones (cuerpo saliente, ausencia de tímpano, decoración preciosista, etc.), aunque, sin duda alguna, la portada de Sunyer adoptó algunas de las soluciones típicas de este conjunto, bien definido por la historiografía y que tiene sus resultados más relevantes en la Seu Vella y en Santa Maria de Agramunt, fechadas ambas hacia mediados del siglo xiii. Hay que apuntar, en este sentido, que la portada de Sunyer es, por su riqueza decorativa, una de las más interesantes entre las que existen en las iglesias rurales del Segrià.
Tanto la portada, como las características arquitectónicas de la iglesia nos situarían en la segunda mitad del siglo xiii, cuando ya se habían difundido los planteamientos plásticos de la Seu Vella. En cuanto a la arquitectura, el templo rehuyó las innovaciones góticas, excepto en lo que supone la incorporación de la bóveda de cañón apuntada.
Texto y fotos: Meritxell Niña Jové
Bibliografía
Bosch i Besó, R., 2001, pp. 81-92; Catalunya Romànica, 1984-1998, XXIV, pp. 236-237; González Pérez, J.-R. et alii, s. d.; Puig Sanchis, I., 2003, p. 163.