Sant Julià i Santa Basilissa de Rabós
RABÓS
El término municipal de Rabós comprende un territorio de unos 45 km², accidentado sobre todo en la zona norte, donde se encuentra la sierra de la Albera. El paisaje es rural, con mucha presencia de alcornoques. Cruza el término el río Orlina, nombre que proviene de las minúsculas hojas de oro que llevaban sus arenas, según el geógrafo Pere Gil (1551-1622). Además del pueblo homónimo, comprende el barrió de Delfià, el despoblado de Sitjar y, al noroeste, los mansos del valle de Colera, valle que preside el gran conjunto monástico de Sant Quirze. La carretera local GI-602-603 discurre por su término y enlaza la N-II, que va de Figueres a la Jonquera, con la N-260 de Figueres a Portbou.
Como en otros municipos de la sierra de l’Albera, en Rabós hay abundantes monumentos megalíticos, datados entre el 3300 y el 2700 aC. La historia de la población se conoce documentalmente a partir del siglo x, cuando el camino entre Rabós y Delfiá se menciona entre los límites del territorio dominado por el monasterio de Sant Quirze de Colera, en el acta de consagración de su iglesa abacial (935). Hay menciones documentales de la iglesa de Sant Julià de Rabós por lo menos desde el siglo xi. En 1127 consta la existencia de un caballero llamado Ramon Ademar de Rabós, que tenía derechos sobre la iglesia de Sant Esteve Pedret. Ramon de Rabós, quizá descendiente del anterior, prestó homenaje al obispo Guillem, en 1229, por la mitad del diezmo de la parroquia de Vilajuïga, que tenía infeudada. Anotamos, por último, como fecha destacada, el año 1242 en que Ramon d’Empúries vende al monasterio de Sant Quirze de Colera todas sus posesiones en el valle, incluido el pueblo de Rabós, por 4280 sueldos melgareses.
Iglesia de Sant Julià i Santa Basilissa de Rabós
La iglesia de Sant Julià de Rabós se encuentra en la parte más elevada del pueblo, que forma un núcleo compacto a su alrededor, en la ladera de mediodía de una loma de escasa elevación. Las casas del pueblo forman un notable conjunto de arquitectura popular de los siglos xvii al xix, con callejuelas de trazado irregular y bastante empinadas, que en algunos tramos conservan el antiguo empedrado de guijarros. Para llegar al pueblo debemos circular por la carretera N-260 y, a la altura de Vilajuïga, tomar la carretera comarcal C-252/C-861 que tras pasar por Garriguella y Delfià, nos conducirá a Rabós.
Hay una primera referencia documental a la iglesia en el año 884, cuando aparece citada como ecclesia Sancti Juliani Rebedoso entre las posesiones de Sant Quirze de Colera; el documento, sin embargo, ha sido considerado una falsificación del siglo xiii. El templo aparece mencionado en 1072, en una donación del noble Bernat Ramon de Quermanó en favor de su hijo Dalmau, al ser este aceptado en la canonica catedralicia de Girona; el obispo Berenguer promote conceder a Dalmau la iglesia de “Radibonis” en feudo de la canonica gerundense. Según Montsalvatje, la Paroquia Sancti Julianis Rabadonis se cita en 1242, en la venta que hizo el noble Ramon d’Empúries de sus posesiones en el término de Rabós al monasterio de Sant Quirze de Colera; dichas posesiones serían luego ratificadas en 1246 por el papa Innocencio III, y en 1263 por el conde Ponç IV d’Empúries. Las Rationes Decimarum de 1279-1280 dejan constancia de la contribución del templo a las cruzadas, del mismo modo que sabemos que, en 1299, el abads Berenguer de Vilatenim compraba la tercera parte del diezmo de la parroquia de Rabós al caballero Ramon de Galliners. Finalmente, el templo aparece en el Llibre Verd de la Seu de Girona de 1362, donde se vuelve a citar como Sancti Juliani de Redebonibus, y en los nomenclátores de la diócesis gerundense de finales del siglo xiv.
La iglesia fue saqueada en los inicios de la Guerra Civil, y sus imágenes tiradas al río. En 1996 se procedió a una restauración del edificio y de su entorno, que consistió principalmente en la supresión del cementerio, situado junto a la sacristía. En el interior del templo también se eliminaron el encalado de los muros y unas pinturas murales, de factura un tanto ingenua, que se habían realizado hacia el año 1958.
Sant Julià de Rabós es una edificación de una sola nave, rectangular, con un ábside semicircular que presenta un monmental sobrealzamiento a modo de fortificación. La nave cubre con bóveda de perfil apuntado, mientras que el ábside va cubierto con una bóveda de cuarto de esfera, y comunica con la nave por un doble arco triunfal de medio punto en degradación.
La puerta de acceso está situada en el centro de la fachada de poniente y nos muestra una abertura rectangular cerrada por dos arcos en gradación, adovelados, y un tímpano monolítico liso, que descansan en un gran dintel decorado con bajo relieves y una inscripción con la fecha de 1313. Todo el conjunto se protege con un guardapolvo en forma de caveto, y descansa sobre unas impostas igualmente en caveto. Justo encima, vemos una ventana de doble derrame y arco de medio punto, de considerables dimensiones.
La fachada se completa con un campanario formado por tres pilastras cuadrangulares cerradas por sendos arcos de medio punto. Por encima del campanario destaca uno de los elementos defensivos mejor conservados, correspondiente a la fortificación que convirtió al templo en una pequeña fortaleza. Consiste en un conjunto de ocho falsos arquillos triangulares de los matacanes corridos, sostenidos por canecillos que a su vez sirven de soporte a una pequeña espadaña de vano único, de época claramente posterior.
La iluminación del edificio se realiza con sendas ventanas de doble derrame, adoveladas y con arco monolítico, pero muy altas y con poca luz en el exterior, situadas en el centro y a mediodía del ábside, respectivamente. Así mismo, encontramos dos ventanas de doble derrame en el muro lateral sur. Una, de mayores dimensiones, en el centro, de características similares a la de la fachada oeste, y la otra, más pequeña, pero también adovelada y con arco monolítico en la zona de la epístola.
Ya hemos mencionado los elementos de fortificación, que en el caso de los muros laterales de la nave quedan reducidos a vestigios en el sector sur, siendo más importantes en el muro norte. En cambio, en el ábside se conserva completa la envergadura que se alzó sobre el mismo y que le confiere un aspecto de torre fortificada rematada por almenas. Debemos añadir que este tipo de fortificaciones las encontramos en otras iglesias de la zona, como Sant Martí de Taravaus (consagrada en 1326) o Santa Eugènia de Saus; por su similitud, cabe quizás relacionarla concretamente con la fortificación de la cercana iglesia de Sant Esteve de la Selva de Mar, fechada también en el siglo xiv.
El aparejo del edificio es visible tanto en el interior como en el exterior pero presenta notables diferencias. Podemos observar que la fachada de poniente se levantó con sillares de piedra de buena factura y tamaño, dispuestos en hiladas regulares, mientras que para el resto de muros y el ábside se dispusieron sillares apenas desbastados trabados con mortero visible y colocados de forma irregular; estos muros están rematados por cornisas en caveto. Por el contrario, el aparejo de la zona fortificada es a base de piedras pequeñas sin trabajar, trabadas con abundante mortero y dispuestas de forma irregular, de modo que se diferencian claramente de los muros de la iglesia.
En el interior de la nave el aparejo es visible hasta el arranque de la bóveda, que se mantiene encalada. Del mismo modo, los muros laterales presentan sendas capillas con arcos formeros, y en la zona oeste se alza un coro sobre un arco carpanel que, ciertamente se añadió en una etapa posterior. En la zona del ábside destaca el sobrealzado del pavimento con respecto al suelo de la nave, cuyo desnivel se salva gracias a tres escalones.
Ya hemos descrito la puerta de entrada al templo pero cabe destacar la decoración del dintel que, como hemos mencionado, muestra unos bajorrelieves. Se trata de la representación de un Agnus Dei en el centro, flanqueado por dos leones rampantes que llaman la atención por sus pequeñas dimensiones (no superan los 4 cm) y que contrastan con el tamaño del dintel, superior al habitual en este tipo de portales. Las figuras han sido esculpidas de forma un tanto esquemática, por un artífice poco dotado; hay también un pequeño pez esculpido, a la derecha, bajo la arquivolta exterior.
Por lo que se refiere a la inscripción incisa en la parte inferior del dintel, ocupa prácticamente su anchura total y reza: anno domini m ccc x iii (1313), de lo que se deduce que esta podría ser la fecha de finalización del templo.
A pesar de que esta tipología de templo rural se construyó entre la segunda mitad del siglo xii y el siglo xiii, proponemos una datación para la construcción del edificio hacia finales del siglo xiii y primer cuarto del xiv, cuando probablemente se alzó la fortificación. Hay que tener en cuenta que este templo substituyó al anterior del siglo xi, que se ubicaba hacia el suroeste, junto al ábside actual.
Texto Montse Jorba i Valero – Fotos: Carmen Ropero Mochales/Montse Jorba i Valero– Planos: María del Carmen Olmo Enri
Bibliografía
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