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Vista general de la iglesia

Identificador
39054_03_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 23' 5.26'' , -4º 0' 57.97''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro

Localidad
Polanco
Municipio
Polanco
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
COLOCADA EN UN LUGAR, como límite entre lo urbano y lo campestre, la iglesia de San Pedro de Polanco mira al Sur hacia la silueta del Dobra, cumbre paradigmática de todo el valle de Torre. Tiene muy cerca el pozo de Tremar, rodeado de denso arbolado. Próximo al muro norte se extiende el caserío de Polanco y detrás la casa solariega de Pereda. Todo el alzado de la actual iglesia es moderno, con ábside cuadrado y una amplia y larga nave, con muros de sillarejo. De la vieja iglesia de San Pedro de Polanco tan sólo queda, para poder darnos cuenta de su interés, esta puerta que tuvo y que, desgraciadamente, fue derribada creo que en el año 1936. La foto es de Samot, y al apreciar su estructura no desdeñable, no tenemos adjetivos para lamentar su pérdida, en años en que los valores estéticos e históricos del románico ya deberían haber tenido una conciencia de respeto más obligada. No sabemos, tampoco, por qué no fue utilizada para ser colocada en algún punto de la ciudad de Santander o de la misma villa montañesa de José María de Pereda. La puerta, según puede apreciarse en la foto, debió de estar en una pequeña avanzadilla con respecto al muro meridional de la iglesia, muro que parece estar todo él construido de sillería. Las arquivoltas de la puerta llegan casi a tocar los canecillos de la cornisa, que está decorada con los rombos tangentes, tan utilizados en Santa María de Cayón. Los canecillos que pueden verse, aunque mal, son cinco y parecen todos de caveto. El juego de arquivoltas es abundante y de acuerdo con la disposición de los elementos sustentantes: un par de columnas a cada lado y sus correspondientes jambas prismáticas. De fuera adentro, tenemos: una chambrana adornada con una serie ininterrumpida de rombos; otra arcadura en escocia; nueva arcadura de rombos; baquetón, y el arco más profundo, el del umbral, con un intradós de diecisiete arquillos casi de herradura, a modo de angrelado. También las arquivoltas tienen una cierta tendencia a cerrarse en herradura. Los capiteles de las cuatro columnas son muy sencillos, a base de acantos doblados en bola, todos ellos similares. Los fustes eran monolíticos, los más interiores con un marcado éntasis, y los exteriores completamente cilíndricos en todo su recorrido. Los cimacios, muy simples, con escocia poco marcada entre filetes. Las basas, más o menos áticas y de collarino superior fino, escocia alta y marcada y toro inferior más abultado, todo sobre plinto no muy exagerado en el escalón interior y más alto en el exterior. Los arcos polilobulados de entrada, en las iglesias románicas, o conformando arquerías en ventanas u otros vanos, se dan con relativa frecuencia en la arquitectura románica. Concretándonos a las más próximas que recordamos, en Burgos los vemos en Escóbados de Abajo, en Abajas, Santa Gadea del Cid, sepulcro de Mudarra en la catedral, Bozoo, etc. (PÉREZ CARMONA, J., 1974, lám. 84, 89, 115, 167, 297). En Palencia vemos la ventana exterior con los mismos lóbulos de la iglesia de Villanueva de Pisuerga, hoy en los jardines de Palencia (GARCÍA GUINEA, M. A., 1961, lám. 159), y en la iglesia de Villamuriel de Cerrato (GARCÍA GUINEA, M. A., 1961, lám. 210), etc. Es indudable que esta utilización de polilobulados, viene de una reminiscencia de las decoraciones árabes de la mezquita de Córdoba, en la segunda mitad del siglo X, en donde los arcos pentalobulados y polilobulados se repiten con verdadera insistencia y que ya, en los últimos años del siglo XI, son utilizados por los arquitectos románicos, como vemos en lo alto de la puerta de las Platerías de Santiago; en Puente la Reina; Cirauqui (Navarra); iglesia de la Magdalena (Zamora); portada septentrional de la colegiata de Toro, puerta del Obispo de la catedral de Zamora; iglesia de Oseiro (La Coruña); etc., en múltiples variaciones, que nos indican que este tipo de polilobulados fue mantenido a lo largo de los años por los maestros canteros y escultores románicos. La historia, vicisitudes, dependencias, carácter o no de monasterio, bienes, etc., de San Pedro de Polanco los desconocemos. Polanco, como lugar poblado (villa), documentalmente aparece en el Cartulario de Santillana en el 1023 -como en líneas anteriores se ha recogido- , cuando en dos traditio, Arvidio y Solafara entregaban al monasterio de Santa Juliana de Planes (Santillana) tierras y heredades. Vistos estos pocos testimonio del Cartulario de Santillana del Mar, referentes a la conexión existente entre esta vieja -y en esos siglos potente- abadía de Santa Juliana y las gentes de Polanco, podemos convenir que Polanco, tanto en lo religioso como en lo civil, debió de formar parte del señorío abacial de Santillana, y, por lo tanto, no creemos confundirnos, al pensar que la iglesia de San Pedro de Polanco tuvo que ser sufragánea o dependiente de la Colegiata de Santa Juliana. La pila bautismal es una gran pieza, del tamaño aproximado de aquellas más notables que en Cantabria esculpieron y tallaron nuestros canteros -Santillana, Bareyo, Santoña, Villasevil, etc.-. Es semiesférica, labrada en arenisca ocre y, por su tamaño, nos puede hacer suponer que el concejo románico de Polanco pudo tener en el siglo XII un desenvolvimiento económico apreciable. Exteriormente, y de abajo a arriba, la decoración de la pila deja ver un estrecho pie sogueado que ahora asienta sobre una base cónica cimenticia. La parte más ancha de la copa se labra, con bastante resalte, por seis filas superpuestas de rombos. Acaban éstos en una banda de trenzado que ahora se ve abrazada, en lo alto, por un aro de hierro que en su día debió de colocarse ante la posibilidad de la posible fractura de la cuba. Termina la pila en resaltado borde con una especie de lengüetas triangulares que se repiten en el interior.