Pasar al contenido principal
x

Vista exteriro de la iglesia

Identificador
39080_08_064n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 23' 2.69'' , -4º 24' 12.94''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal,Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles

Localidad
San Vicente de la Barquera
Municipio
San Vicente de la Barquera
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
1. LAS PUERTAS Los más probable es que estas puertas de tipo románico, que se conservan en la iglesia gótica de Nuestra Señora de los Ángeles, se construyeran en esos primeros años del siglo XIII, cuando el rey Alfonso VIII está preocupado de la repoblación de los puertos del cantábrico, apoyándose unas veces en don Pelegrín clerico meo en Laredo, o en Miguel scriptori dilecto meo para San Vicente de la Barquera. Y que debieron de comenzarse como consecuencia de este fuero (3 de abril de 1210) es que en el documento de concesión ofrece al citado Miguel dos tercios de los diezmos de la iglesia, con tal de que levante ésta et Michael debet facere Eclesiam y la provea de clérigos, lámparas, campanas, ornamentos, y demás cosas necesarias. El aspecto románico de estas dos puertas, con capiteles en cierta manera bastante extraños, no desdice nada de los síntomas de renovación que hacia finales del XII y comienzos del XIII se estaban presentando, que preludiaban ya un cambio de mentalidades. Azcárate y su escuela llamarían a este momento “protogótico”, pero yo pienso que estas puertas de San Vicente sería más acertado llamarlas “tardorrománicas”. Lo digo porque en quien, o en quienes, las construyeron, que creemos podrían haber sido de la comarca -que no dejaba de tener abundantes canteros-, los tradicionales sistemas del gusto románico permanecen intactos: puertas solemnes, destacadas del muro, con arcos perfectamente trazados de medio punto en todas las arquivoltas, sin eludir la individualidad de los capiteles ni olvidar collarinos o basas áticas del más puro estilo, y con cimacios (la puerta occidental) de billetes y semicírculos que podrían haberse tallado por seguidores indígenas que habían admirado y aprendido en talleres inequívocamente románicos. Tan solo la forma, casi cuadrada, de los capiteles de la citada puerta occidental, nos hacen presumir intentos conscientes de apartarse de los esquemas tradicionales. 1.1. La puerta situada en el muro del hastial oeste Tiene, a primera vista, un aspecto hasta exageradamente románico, pues tiene todos los ingredientes de lo que puede ser un modelo de ese estilo: tejadillo en cornisa saliente del paramento sostenida por ocho canecillos que nadie dudaría en llamarles románicos, con las típicas cabezas de animal, bola con caperuza, iconográficos con parejas de figuras; metopas con rosetas cuatripétalas de dos tipos, una pareja entre canecillo y canecillo, en algún caso con un florón en el centro, que en cierta manera remedan a los que decoraban la cornisa del ábside de Santa María de Piasca, pero con “aire” distinto. Debajo cuatro arquivoltas y una chambrana exterior de filete, escocia y bocelillo cuajado de hojitas de trébol. La primera arquivolta, de dentro a afuera, se forma por una ancha faja centrada entre dos boceles laterales, y sin decoración, que va adornada con una secuencia de hojas cuatripétalas y botón central redondo. La cara lateral de esta arquivolta, la que mira a la calle va esculpida con águilas coronadas, con cuerpo de frente y cabeza ladeada. La segunda arquivolta lleva en su cara que mira a la entrada, y con decoración suavemente excisa, una superposición de unas fachadas de castillo con tres arcaduras de medio punto, en el bajo piso, que parecen puertas cerradas; dos con ventanas apuntadas en el primero coronadas por dos torres almenadas. Un bocel separa, este lado de la segunda arquivolta, del otro lado de la misma, el que da a la calle, que tiene, al parecer, dientes de lobo. La tercera arquivolta lleva, para separarla de la segunda una hilada de semicírculos del tipo de los andresinos de San Andrés de Arroyo. El centro de esta tercera arquivolta lo ocupa un gran baquetón que va como abrazado por triángulos que, mirados con detalle, son una cabeza y morro de animal, con pelo y ojos bien marcados, que muerden el baquetón. La cuarta arquivolta es una estrecha escocia entre dos bocelillos, el más exterior con los consabidos semircírculos. Estas arquivoltas y chambrana apoyan sobre cimacios acodillados, todos con la misma decoración de arriba abajo, en tres bandas, que separan dos incisiones paralelas: la primera y más alta banda graba triángulos en serie, con su punta hacia abajo; la segunda y central con los repetidos semicírculos andresinos; y la tercera banda, la más ancha y baja, con un ajedrezado de varias filas. Este cimacio acodillado apoya en cuatro capiteles a cada lado que a su vez lo hacen sobre fustes monolíticos, cilíndricos y finos, que acaban en basas áticas bastante rudas que llevan toro con lengüeta y equino adornado con semicírculos. Todo ello monta sobre plinto acodillado de media altura que lo hace a su vez sobre banco corrido. La chambrana y su cimacio, idéntico al descrito, cargan sobre las jambas exteriores de la puerta cuya primera piedra de sillería lleva un florón distinto pero también parecido a aquellos que vimos en las metopas de la cornisa de la puerta y que, sin duda son decoraciones muy repetidas en las composiciones góticas, lo que prueba que es la decoración la que anticipa en goticismo, a la arquitectura. Los capiteles del lateral izquierdo, de izquierda a derecha y de fuera a adentro, son los siguientes: 1º.- Leones en lo alto, afrontados y con rostro unifacial, que parecen tragarse por la cabeza a un águila que, en posición frontal y con alas explayadas, ocupa el ángulo del capitel. 2º.- Muy confuso, parece representar a un hombre desnudo que cabalga sobre un animal de muchas patas, que ocupa el centro del capitel. El lateral derecho se llena con palmas simétricas. 3º.- Lleva cimacio de serie de semicirculillos tipo San Andrés de Arroyo. Está enormemente erosionado, pero parece esculpir dos aves afrontadas que pican en el centro de la cesta a una culebra que agarran con sus patas. El 4º capitel, algo más claro, pero mas complicado en su dibujo, lleva de arriba abajo los siguientes componentes: en lo alto del ángulo de la cesta, cabecita humana; debajo de ella, cabeza de animal de orejas de liebre con grandes alas abiertas (dragón) que mantiene entre sus dientes afilados otra cabecita de animal a la que, viniendo de los dos laterales de la cesta, unas serpientes de enroscado cuerpo -tal vez la misma cola del dragón- también la muerden en el cuello. Los capiteles del lateral derecho, con la misma forma y cimacios, son también -aparte de parecida erosión que hace muy difícil una interpretación correcta- de una composición muy heterogénea. El primero, el más interior, junto al umbral, lleva en su lateral izquierdo un castillo con una sola torre almenada a la derecha y una entrada de gran puerta de arco de medio punto, coronada también por almenas. Estos relieves planos, de tipo militar, son bastante excepcionales en la escultura románica y más con la repetición con la que aparecen en San Vicente. El lateral derecho de este primer capitel lo llena un personaje a caballo que parece llegar a la fortaleza, en tanto saluda con su mano izquierda alzada. El segundo capitel, casi borrado en su lado derecho, debió de representar a un dragón alado y con rostro animalesco, que parece ser atacado, en posición rampante, por dos, quizás, grifos. Es muy difícil asegurar lo que nos parece ver. El dragón está en postura de caer desde el cielo, cerrando sus alas. El tercer capitel, con un desgaste total de detalles, parece representar a un violinista que sostiene el brazo del instrumento con la mano izquierda y con la derecha pulsa el arco. A su derecha, en bajo, y solo con un esfuerzo imaginativo fuera de lo común, podemos suponer la existencia de un titiritero que hace contorsión con sus miembros. Nos gustaría que alguien intentase otra más acertada hipótesis, aunque creo que será difícil alcanzar un acierto seguro. El capitel cuarto, también con dudas, aunque en este caso estimamos que la interpretación pudiera estar más cerca de la verdad, sería la representación de un exhibicionista masculino que levanta su ropa para mostrar intimidades. El hecho que el carácter sexual que vemos en algunas figuraciones de San Vicente -caso de las parejas de algún canecillo de la puerta que analizamos- nos afirma el estar estas tallas dentro todavía del más castizo espíritu románico, exponiendo no sólo una crítica al pecado de la lujuria, sino también un juicio negativo hacia la farándula. 1.2. La puerta sur Esta puerta monumental, de gran y profundo abocinado, se encuentra a un nivel algo más alto que la del oeste, por lo que se accede a ella mediante una escalinata de cinco peldaños. Se muestra al exterior mucho más nueva en todos sus elementos, y menos erosionada, en general. Muy acomodada al alzado de la fábrica gótica, y restaurada en algunos momentos, mantiene todavía en varios capiteles, el talante imaginativo de los últimos escultores románicos. Su organización arquitectónica sigue todavía apegada al pasado anterior: chambrana estrecha, en escocia, a la que se acoplan figurillas humanas, frontalistas y de pie, en colocación ya gótica, que van alternando con dobles volutillas que juntan sus cabezas. Después viene la primera arquivolta -la más exterior- que se adorna con dos hiladas paralelas de dientes de lobo, la una en bocel y la otra en escocia. La segunda arquivolta y las restantes hasta la quinta, son lisas, sin ninguna decoración, pero llevan sus aristas matadas por bocel, y solo la tercera graba una secuencia de semicírculos de tipo andresino que nos conduce a pensar que la diferencia cronológica de las puertas oeste y sur, no debió de ser muy distinta. En correspondencia con estas cinco arquivoltas están las cinco columnas que, a cada lado, las sostienen. Los cimacios son extremadamente sencillos, con caveto sin ningún detalle, y tan solo con listel marcado por una sola línea excisa. Los capiteles de esta puerta sur, de izquierda y derecha, los diez, son todos iconográficos, salvo alguno vegetal esquemático. Empezando por los primeros, los de la izquierda, su descripción es la siguiente: el primer capitel (de fuera a adentro), se parece algo al segundo de la izquierda, de la puerta oeste: hombre vestido que lucha sobre un dragón de cuerpo circular, con marcadas escamas, que le ataca desde el suelo mordiéndole las manos. Esta escena ocupa el esquinal central donde se unen las dos caras de la cesta. La izquierda se llena, además, con distintas direcciones de palmas, y la de la derecha, con dos de las cuatro patas del animal monstruoso y la cola doble con cabezas de grifo y carnicero. Esta última muerde un semicírculo donde está encerrado otro grifo. De todas formas esta descripción no es muy segura, pues no hay mucha claridad, sobre todo en la cara derecha de la cesta. El segundo capitel es muy despistante y puede ser una inclusión realizada hasta en el siglo XVI. Representa un angelito con cabeza de angelote de retablo. Se halla colocado en el centro de la cesta, en postura de vuelo y con las alas abiertas llenando los laterales; debajo volutas gruesas. Es un capitel dudosamente románico. El tercer capitel, es aún más dudoso. Se trata de dos angelotes con solo cabeza y alas; muy típicos barrocos, colocados sobre formas vegetales de fuerte volumen. El cuarto capitel se decora con una muy sospechosa y grande voluta doble, casi plana, rayada de líneas, que parece originarse en un florón central colocado en bajo. El collarino lleva una secuencia de semicírculos. Finalmente, el quinto capitel de este conjunto de la izquierda, representa dos aves en lucha con dos dragoncillos. Aparecen montadas sobre ellos y picándoles sus cabezas. Los otros cinco capiteles del lateral derecho de la puerta meridional, y también numerados de fuera a adentro, son: el primero, gran trébol colocado hacia abajo y muy simplemente geometrizado. Sale de una especie de estabilizados tallos que, horizontalmente, dividen la cesta en dos partes, extendiendo hojas en el espacio superior. El collarino vuelve a mostrar una filas de semicírculos. Si es románico, sería muy avanzado, porque aunque deja como fondo de la talla, otra que parece de recuerdos de capiteles cistercienses (hendiduras para separación de acantos), su técnica se aparta bastante de las decoraciones propias de un románico pleno. El capitel segundo vuelve a asemejarse al capitel número dos que vimos en el grupo del lateral izquierdo: un angelote, de pie, con las alas abiertas, en vuelo, y debajo volutas poco románicas. El capitel tercero, en pieza distinta, más blanda y porosa; vuelve a recoger el tema del violinista que ya vimos en el tercer capitel, lateral derecho, de la puerta del oeste; parecen, con muy poca duda, que ambos han salido de la mano del mismo cantero. En este que estamos describiendo, y en el lateral izquierdo de la cesta, se incorpora una figura sentada, de perfil, que sujeta con la mano derecha el mango de un objeto que acaba en forma circular. Hay mucha porosidad y erosión en la piedra que hace casi imposible averiguar de qué se trata. Y en este caso, la mano izquierda del violinista, la que sujeta el instrumento (bien visible en el capitel gemelo), ha sido casi totalmente destrozada. El lateral derecho de la cesta muestra dos superficies acanaladas, una vertical y otra en forma de voluta que se junta a una, al parecer, cabeza de león o fiera que ocupa el rincón alto del capitel. El collarino es también de semicírculos. El capitel cuarto, esculpe un solo gran acanto doblado hacia abajo, que llega hasta el collarino de la puerta meridional; no es en absoluto claro el relieve que talló su ejecutor. Con cierta intención imaginativa parece que pretendió mostrar a un dragón que muerde el cuello de otro que tiene cogido con sus dientes; pero, quizás, pudo no ser esta la intención del labrante. Esta puerta del sur, fue modificada con un tímpano escudado, posiblemente ya en el siglo XVII, que colocó una cruz en su centro, con las abreviaturas de Jesús, María y José, a cuyos lados se labraron dos escudos, el izquierdo de Castilla y León, y el derecho con un velero sobre ondas. En la enjuta izquierda, se incrustó, en época posterior a la puerta, una cabeza de rey coronada que bien pudiera recoger un recuerdo de Alfonso VIII quien concedió el fuero a San Vicente.