SIN LUGAR A DUDAS, estamos ante uno de los templos más emblemáticos de la ciudad, ubicado al norte de la catedral y coronando la calle que lleva su nombre. Durante lustros se han publicado numerosos estudios sobre dicha iglesia, que no han hecho otra cosa que aumentar su, ya existente, halo de misticismo. Sin poder dar una fecha concreta, lo que podemos asegurar es que la primitiva iglesia de San Pedro la debemos encuadrar dentro de las primeras construcciones realizadas en la ciudad tras la conquista del rey Alfonso VIII, allá por el año 1177. Aunque el edificio que vemos hoy es mucho más moderno, las excavaciones arqueológicas han permitido dar a conocer algunos detalles de la vieja construcción. Así, su única nave, de dimensiones reducidas (apenas 10 x 6 m), nos remite, sin lugar a dudas, a la época de la repoblación. Aunque algunos autores indican que fue la primera iglesia existente en la ciudad (Muñoz y Soliva), algo no confirmado, es cierto que los datos arrojados por la citada intervención, donde también se han encontrado diversos enterramientos antropomorfos directamente excavados en la roca primitiva del templo, nos llevarían a una fecha cercana al siglo XIII. Sin embargo, los primeros datos que poseemos sobre este templo nos llevan hasta 1422, fecha de un documento en el que el provisor de la diócesis, Pedro Arias, otorga licencia al clérigo de San Pedro, Alfonso Gómez de Gualda, para que pudiese empeñar cualquier joya de esta iglesia con el fin de satisfacer ciertas necesidades materiales por las que estaba atravesando la parroquia. El único testimonio románico conservado en el templo es una pila bautismal de grandes dimensiones (137 x 85 cm), procedente de la antigua iglesia de Villarejo de Fuentes. Se puede encuadrar dentro del amplio grupo de pilas bautismales decoradas con arquerías, que tan prolífica- mente encontramos por toda la provincia. Realizada en piedra, se decora en el borde superior con una moldura de bocel, mientras que el resto de la copa lo ocupa una sucesión de arcos de medio punto dispuestos sobre pequeñas pilastras planas.