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Fachada oeste de Sant Martí de la Mora

Identificador
17216_04_001
Fecha
Cobertura
42.10459, 2.93337
Idioma
Autor
Annaïs Pascual Alfaras
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Martí de la Mora

Localidad
La Mora
Municipio
Viladasens
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Martí de la Mora

Descripción

Ermita de Sant Martí de la Mora

 

La pequeña ermita a la que acudían los fieles del caserío de la Mora dedicada a Sant Martí, se encuentra junto al camino rural que lleva al pueblo de Viladasens, solitaria y distante respecto al caserío llamado de la Mora, un pequeño núcleo rural formado por cinco grandes masías que se encuentra a unos 500 m al norte del pequeño templo. Éste se distingue perfectamente, a pie de camino, en lo alto de la colina, en medio de una plantación de olivares con espléndidas vistas a levante sobre las tierras ya ampurdanesas, la sierra del Montgrí y el mar en el lejano horizonte.

 

Se accede a la ermita de Sant Martí de la Mora tomando el camino que sale del centro del pueblo de Viladasens, en dirección norte, pasando por delante del templo parroquial de Sant Vicenç de Viladasens, dejando éste a mano derecha, a 1 km siguiendo este mismo camino llegaremos a la Mora.

 

Las primeras noticias que hacen referencia directa a Sant Martí son tardías. La iglesia aparece citada por primera vez en una licencia para pedir caridad para ornar el templo en el año 1326. Posteriormente, en 1343, se da licencia para tener sepultura en Sant Martí de la Mora, excepcionalmente. En un apoca de 1347 firmada en la parroquia de Viladasens, Pere Puigdevall y Pere Amat aparecen como “pavordes del altar de Sant Martí situado en la capilla de Sant Martí de la Mora”. Cinco años después, en 1352, una tal Joana, viuda de Miquel Reig de Mollet hace legados en su testamento a Sant Martí de la Mora además de a la parroquial de Viladasens. Cuatro años después, en una carta, se ordena que los entonces pavordes de la cofradía, Mateu Ros de Fellines y Ramon Julià de Viladasens, retiren el trigo que tienen en esta capilla. Finalmente, nos consta que en el año 1411 existe el beneficio de la cofradía de la capilla de Sant Martí de la Mora y que en 1429, se pide caridad para el hospital de Viladasens, construido por un tal Joan de Mora.

 

El edificio responde al patrón más simple de las iglesias y ermitas rurales que se extienden durante el siglo xii. Posee una sola nave cubierta con bóveda de cañón y un ábside semicircular. Se erigió en dos campañas constructivas consecutivas. Las reformas recientes han rejuntado todos los mampuestos y sillares, consolidado la espadaña y retirado una sacristía moderna anexionada en el muro sur y de la que hoy sólo queda en el interior una puerta rectangular tapiada.

 

Las tres cuartas partes de los paramentos de la nave y la totalidad del ábside se levantó a con mampuestos y sillarejo en los ángulos. En cambio, la parte superior de los muros laterales y el de la fachada se alzaron con sillares más grandes y regulares de la misma piedra arenisca ocre de grano fino. Una cornisa trapezoidal invertida culmina el muro septentrional y el ábside, pero se pierde en el lado sur. En el muro de mediodía se encuentran abiertas dos ventanas de labra y derrame distintos. La más occidental estrecha y rudimentaria, con derrame único interior, corresponde en su mitad inferior al primer proyecto constructivo. Fue rematada en la segunda fase, la de sillares cuadrados, ajustándose al vano ya definido. La segunda ventanita, más a oriente y con doble derrame, fue definida desde su alfeizar en el segundo proyecto. En este muro meridional es legible, cerca de la esquina occidental, una puerta cegada, con montantes y sin dintel, acaso suprimido en la restauración más reciente.

 

El ábside semicircular es ligeramente menor que la nave. En su eje se abre una ventana minúscula, de doble derrame, con dintel monolítico labrado a modo de arco, solidaria de los muros de la primera fase constructiva.

 

En la fachada principal, con su puerta, cabe notar las dos fábricas románicas. El muro de la fachada, que excede la altura los muros perimetrales, se remata a dos aguas con campanario de espadaña de una única apertura, hoy reconstruido. Bajo éste, un óculo abierto en época moderna, que dejó un remendón murario. La puerta rectangular, con sus elementales jambas, soportan el dintel trapezoidal, descargado por un arco de medio punto y salmeres desarrollados en horizontal, enrasado en el muro, salvo el tosco guardapolvo de perfil trapezoidal. El dintel adopta la forma y función de tímpano. El espacio que falta para completar el semicírculo se completó con sillarejo. La decisión de instalar el dintel-timpanillo y cubrirlo con arco de descarga fue adoptada en la segunda fase constructiva.

 

El interior de la ermita de Sant Martí es sencillo y austero, los muros de la nave conservan aún el rebozado original y varias capas de encalado. Un banco de obra corrido se adosa a los muros perimetrales norte y sur. Tres escalones y un retranqueo marcan la diferencia entre el presbiterio y nave. En el muro sur se encuentra la puerta tapiada que daba a una sacristía hoy desaparecida. El muro semicircular, junto a la bóveda de cuarto de esfera, están levantados a base de hiladas de sillarejo, tan solo desbastado y colocado en hiladas algo irregulares, que se ven reforzadas en el arco que forma el ábside en su transición a la nave, por sillares de mayor tamaño. Aún así, se aprecia que el arco del ábside ha sido restaurado y en algunos puntos reconstruido a base de ladrillo. La cornisa, que decora el ábside a modo de línea de imposta, está formada por seis piezas longitudinales (dos de sección trapezoidal y cuatro en bocel), dos de ellas esculpidas. La pieza central, dispuesta sobre la ventana del ábside, muestra el relieve de un personaje de ejecución rústica, hierática, brazos unidos al torso y rostro muy rudimentario. Según apunta J. Badia i Homs dicha cornisa podría fecharse en el mismo momento de construcción de la primera fase a base de mampuestos, a finales del siglo xi o inicios xii. Cabe notar que se trata de un oficio popular y muy rudimentario, quizá incluso de un elemento decorativo inacabado, o reubicado dentro de la misma ermita.

 

Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras – Planos: Rosa Meléndez Frigola

 

 

Bibliografía

 

Arnau i Guerola, M., 1993, pp. 499-500; Badia i Homs, J., 1990a, p. 314; Boadas i Raset, J. y Casellas i Serra, L-E., 2005, I, pp. 222, 335, 364, 543, 599; Borrell i Sabater, M., 2003b, p. 18; Botet i Sisó, J., 1905-1908, p. 28; Catalunya Romànica, 1984-1998, v, p. 212; Collelldemont i Oliva, P., 1993, pp. 10-11; Llinàs i Pol, J., 2008, pp. 124-125; Marquès i Planagumà, J. M., 2000, pp. 156-157; Marquès i Planagumà, J. M., 1984, docs. 353, 988, 1487; Monsalvatje y Fossas, F., 1889-1919, XVII, p. 205.