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Detalle del interior de la ventana sur del ábside

Identificador
47420_01_043
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 21' 35.20'' , -4º 32' 10.65''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel

Localidad
Íscar
Municipio
Íscar
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SITUADA EN PLENO CASERÍO, de la iglesia de San Miguel destaca exteriormente su ábside semicircular de sillería, sobre zócalo o basamento pétreo, que se articula verticalmente en tres paños mediante dos columnas con basas sobre plinto, muy desgastadas. Sobre los capiteles de estas semicolumnas exteriores –todos historiados– apoya una cornisa o alero de amplio vuelo y moldura de nacela, que a su vez descansa sobre una hilera de canecillos decorados. En todos y cada uno de los paños se abren amplias ventanas de medio punto y acentuado dovelaje, con doble arquivolta y chambrana decorada con taqueado que apoyan sobre dos columnas, ofreciendo el conjunto grandes similitudes con la iglesia palentina de Espinosilla. En la construcción del paramento absidal se emplearon dos tipos de caliza: una, más oscura, tallada irregularmente y dispuesta en hiladas de diferentes alturas, empleada hasta alcanzar el nivel de los arc o s de las ventanas, y otra –de tonalidad más amarillenta, mejor tallada y dispuesta– en la parte superior. Aún se conservan restos del antiguo revoque que cubría esta sillería. Por último cabe señalar que el lado meridional del tramo del presbiterio, único visible, presenta su cornisa restaurada con canecillos nuevos. En el interior, el tambor absidal –recorrido en su parte inferior por un moderno banco a modo de cátedra– se cubre con la típica bóveda de cascarón o de cuarto de esfera, que arranca de una imposta taqueada. El pequeño tramo recto que le precede lo hace con cañón apuntado. Esta parte del edificio se abre a la nave mediante un arco triunfal de medio punto doblado, sobre semicolumnas adosadas a una pilastra apenas insinuada, de basa ática y rematadas por capiteles historiados con cimacios también decorados. Una imposta a la altura de éstos articula la nave, que se cubre con una moderna bóveda de arista. En opinión de algunos estudiosos dicha cubierta sustituiría a una primitiva que, dada la actual inexistencia de contrafuertes en su exterior, sería de madera. Todos los autores que han trabajado este edificio consideraban que el templo original era de una sola nave, ampliado a tres en siglos posteriores. Sin embargo obras realizadas a mediados de la década de 1970 han puesto al descubierto una serie de hallazgos sumamente interesantes. Así, en los muros norte y sur del tramo de la supuesta nave única aparecieron, tras picar el muro y eliminar el encalado, unos arcos de medio punto plenamente románicos –dos a cada lado– que apeaban sobre tres columnas. De éstas, tan sólo conservamos las laterales y el arranque de sus respectivos arcos, puesto que la central fue destruida en su integridad para abrir un arco de ladrillo. La existencia de estas arquerías laterales permite señalar varias hipótesis: que nos encontremos ante un templo de una sola nave con arquerías ciegas en sus muros, o bien que estas arquerías comunicasen la nave con unos espacios colaterales. De las dos posibilidades planteadas la más factible es la segunda, ya que existen indicios más que probables que así lo dan a entender. Que se trataba de un edificio con cabecera tripartita, con los ábsides laterales también semicirculares pero de menor tamaño y altura que el central, parece confirmarlo el hecho de que todavía sea visible en la actual cabecera de la nave norte el arranque de la primitiva cubierta de bóveda de horno de su hemiciclo. Asimismo, es posible apreciar la cubierta de cañón del tramo que precede al semicírculo, oculta en la actualidad por una moderna cubierta de escayola. Tipología planimétrica que se repetirá en la cabecera de la nave sur, donde podemos apreciar todavía en su parte baja el inicio de la curvatura del muro absidal semicircular. Además de las huellas de muros y cubiertas primitivas localizamos otros testigos, especialmente en los soportes que preceden a las arquerías descubiertas. En estos pilares encontramos huellas –nave central– e incluso fragmentos –nave norte– de la existencia de columnas adosadas. En el caso de esta última nave se conserva parte de su columna meridional, habiendo desaparecido la complementaria. Sobre ambas voltearía el arco de medio punto generatriz de la bóveda de cañón mencionada. También es posible observar todavía la presencia, a distintas alturas, de molduras decoradas en los lados oeste y sur del pilar oriental más cercano a la arquería, lo que indica la probable compartimentación interna del edificio de tres naves. Esta nueva reinterpretación del edificio convierte al tramo del presbiterio en un tramo central de crucero que se cubriría de muy distinta forma a la actual, probablemente no con bóveda cañón –como sugirió José M.ª del Moral– sino con cúpula que arrancaría de la fragmentada moldura decorada que todavía conserva. Restos que siguen esquemas de la centuria anterior, "tomando como referencia construcciones del Camino de Santiago", en opinión de Miguel Ángel Zalama. Conviene tener en cuenta que una estructura similar, de triple cabecera y probablemente de tres naves, tan sólo la encontramos en edificios como Santervás, Urueña y Fresno el Viejo. Muy especialmente este último, San Juan de Fresno el Viejo, de finales del siglo XII, presenta importantes concomitancias planimétricas con San Miguel de Íscar, aunque allí la comunicación con los ábsides laterales se realiza mediante arquerías abiertas en el tramo presbiterial. Felipe Heras y tras él Brasas Egido, Lojendio-Rodríguez, etc., fechan el edificio en los primeros años del tercer cuarto del siglo XII (1150-1175), el primero observando influencias románicas burgalesas y segovianas y los segundos palentinas. Sin embargo, José M.ª del Moral lo data en la primera mitad del siglo XII. Sea como fuere, nos encontramos ante uno de los vestigios románicos más antiguos –junto con Arroyo de la Encomienda– e importantes de la provincia de Valladolid: un edificio de cabecera de tres ábsides semicirculares, el central de mayor tamaño, con un tramo presbiterial muy reducido y tal vez tres naves –quizás de tres tramos cada una, como aparecen ahora, de mayor anchura y altura la central– que por los tipos de soportes conservados parcialmente, pilares con semicolumnas adosadas, debían ir completamente abovedadas. El resto del edificio, las tres naves con coro alto a los pies y la torre, fue reformado en siglos posteriores. Los libros de fábrica conservados reflejan cómo entre 1672- 1673 se realizaron obras en la "nabe de adentro y torre de la iglesia" y también en la capilla de Nuestra Señora de Gracia..."que está enfrente de la nabe de madera". Ya en el siglo XVIII, entre 1718 y 1725, se realiza la "sacristía nueba" y las "vobedas" de la capilla de Nuestra Señora de Gracia y en 1762 se ejecutaron obras en el tejado de la torre. Si en lo arquitectónico Íscar nos ofrece bastante más que simples retazos de lo que fue su primitivo templo románico, en lo escultórico aportará piezas ciertamente interesantes para el románico vallisoletano, a pesar de que uno de los espacios más ricamente ornamentados por lo general, la portada, no ha llegado hasta nosotros y en su lugar –abierta en el muro sur de la nave del mismo lado– se halla una puerta de reciente factura. Comenzando por el exterior la decoración se localiza en la cabecera, tanto en capiteles como en canecillos y ventanas. Los primeros son en su mayoría vegetales, compuestos por carnosas hojas de palma dobladas y con sus tallos muy abultados, de cuyo fondo sobresalen caulículos divergentes estilizados; tan sólo uno, el central, rompe la monotonía decorativa al representarse en el frente de su cesta una figura humana, decapitada, flanqueada en los ángulos por dos cuadrúpedos, quizás leones. Los canecillos son de nacela, decorados con distintos motivos: simples volutas, rosáceas, etc. Las ventanas, con un acentuado dovelaje, aparecen guarnecidas por chambranas que se decoran con una triple hilera de pequeños tacos. Tanto éstas como las arquivoltas exteriores apoyan sobre una imposta con rosetas envueltas por un roleo estriado, motivo que aparece también en uno de sus canecillos que las flanquean. Las columnas, sobre basas áticas y con grueso toro inferior, poseen capiteles decorados que presentan, de izquierda a derecha, hojas dobladas en la primera ventana, leones enfrentados y hojas estriadas, en la segunda y, finalmente, animales enfrentados y un personaje sedente, lamentablemente decapitado, en la tercera. En el interior el ábside se articula mediante una línea de imposta decorada con hojas carnosas inscritas en roleos. Las tres ventanas se organizan con doble arquivolta, la interior abocelada y la exterior de rosca plana y rematada por una chambrana taqueada. La rosca interna de cada una de las ventanas apea sobre sendas columnas de fustes monolíticos, dispuestos sobre basas. Éstas presentan grueso toro, escocia y baquetón y se disponen a su vez sobre plintos, en su mayor parte prismáticos, incorporando además la basa de la ventana central –columna izquierda– una decoración de sogueado. Los ábacos de los capiteles se decoran con los mismos motivos que la línea de imposta, mientras las cestas desarrollan una variada iconografía. De derecha a izquierda, la primera ventana muestra leones enfrentados y sirena de doble cola y la segunda un animal indefinido y palmetas rematadas en bolas. Las caras internas de estos dos últimos capiteles están destruidas, quizá a raíz de la colocación de algún pequeño retablo. Finalmente la tercera ventana luce doble hilera de palmetas y hojas intercaladas, también en dos filas. Respecto a los capiteles del arco triunfal, el del lado de la epístola alterna en su cesta escenas del Antiguo Testamento en el frente (Adán y Eva señalando a una serpiente antropomorfa –con cabeza femenina–, enroscada en un árbol que marca el eje central de la escena) con representaciones fantásticas (sirena de doble cola, tema presente en edificios vallisoletanos como Castrillo de Duero, Piña de Esgueva o Fresno el Viejo) y animalísticas (ave devorando un reptil) en los laterales. Su cimacio aparece recorrido por leoncillos en diferentes actitudes. En el del lado del evangelio se representan –en el frente– dos personajes, uno en actitud sumisa o de oración y otro sujetando la brida de una cabalgadura con su correspondiente jinete, y por otro a una figura antropomorfa, con busto humano y cuerpo de cuadrúpedo, en clara actitud de desafío. Resulta enormemente complicado identificar iconográficamente la escena representada en su frente, aunque pudiera tratarse de un capítulo del Nuevo Testamento según San Mateo: la Huida a Egipto. El cimacio correspondiente se ornamenta con aves enfrentadas y contrapuestas. Dado el mal estado en el que se encuentran los capiteles de las arquerías derruidas, tan sólo nos es posible identificar una escena animalística en el capitel occidental de la arquería del lado norte. Igualmente deteriorados se encuentran los cimacios, pudiendo únicamente distinguir decoración de taqueado sobre el capitel occidental de la arquería sur. En el centro del ábside y apoyado en la pared, sirviendo de peana del sagrario se conserva otro capitel cuya antigua ubicación pudiera haber estado en estas arquerías. Tanto su talla como los motivos que presenta son similares a los que allí se encuentran. En general, el relieve de la escultura de Íscar es abultado y de bastante buena calidad, presentando además una gran riqueza y variedad figurativa. En resumen, y siguiendo a Felipe Heras, una talla "más dentro de la tradición palentina" al servicio de una temática que todavía conserva "un contenido alegórico-transcendente y no naturalista" muy acusado. Respecto a su cronología, todos los rasgos estilísticos apuntan a los años centrales del siglo XII, es decir, un período temprano si atendemos a la mayor parte de los edificios románicos vallisoletanos que han llegado hasta nosotros. En las naves modernas de la iglesia se encuentran dos pilas gallonadas –una incorpora arquitos– apoyadas sobre fuste y basa lisa. De cronología indeterminada, aparecieron a raíz del proceso de desescombrado durante la restauración de mediados de los años setenta.