Al ser un objeto procesional, esta cruz también se encuentra ubicada en la planta inferior del museo o planta del tesoro. Tras adentrarnos en la cámara acorazada, hemos de dejar atrás las tres vitrinas a mano izquierda y centrarnos en el último de los expositores, en esta ocasión a mano derecha del espectador. En el mismo lugar encontramos otra cruz procedente de Ribagorda y que trataremos más adelante. Un poco más grande que la cruz de Valdeganga (59 x 32 cm), estamos ante una obra realizada en cobre dorado que cuenta con ornamentación de tallo ondulante a lo largo de sus brazos. Dicha pieza, fechada a mediados del siglo XIII, conserva una pequeña porción de policromía en los cabujones realizados en las amplificaciones de los brazos en color azul. Como es habitual, en el centro presenta un Cristo coronado, con un perizonium más amplio de lo normal que cubre hasta la rodilla, en esta ocasión sin la sujeción de los clavos. Si la comparamos con la de Valdeganga, vemos algunas similitudes –aunque la de Arrancacepas, que nos ocupa ahora, sea un poco anterior, ya que el Cristo aparece con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho y con los ojos cerrados–. Por tanto, podemos afirmar que el autor, desconocido, poco a poco se va adentrando en el estilo gótico pero sin desprenderse del arte románico, algo que todavía se puede apreciar en el suppedaneum o pedestal de apoyo, donde los pies del Cristo apoyan totalmente.