Santa Maria de Miralles
Iglesia de Santa Maria de Miralles
En la carretera N-260, cerca de Sopeira, entre los kilómetros 108 y 109, N-260, se toma un desvío hacia el Sur. Al llegar a Sant Gregori, se coge una pista forestal en dirección Este, únicamente transitable en vehículo todo terreno, la cual lleva a Santa Maria de Miralles.
Los restos del antiguo núcleo habitado no son hoy más que un enorme montón de ruinas dispersas entre árboles y matorrales que han ido ocultando la fisonomía del que debió de ser un emplazamiento estratégico, tanto desde el punto de vista militar, como administrativo, desde el que se controlaban las comunicaciones por la sierra de Sant Girvàs. Existen numerosas referencias sobre el castro de Miralles y su castillo. Las primeras se remontan a 837, cuando se donaron una viña y dos campos al monasterio de Alaón. En 886 Escluva vendía al abad Guilemundo unas tierras en el lugar de Curbinus (Corbins), en el apéndice del castro de Miralles. En 964, el término del castillo comprendía diferentes lugares, como Riu, el Taxo, Llastarri y la Torre de Tamúrcia, Corbins, Espinalb, Paül y Paduleta, entre otros. Fue, por tanto, un emplazamiento estratégico muy deseado a lo largo de los siglos, entre otros, por el cercano cenobio de Alaón. Vinculado al castillo estuvo el linaje de los Miralles, que tuvo su origen en los señores de la Sarga de Orrit. Los hermanos Arnau y Bernat de Miralles defendieron el feudo, en nombre del conde Ramon V de Pallars Jussà, a mediados del siglo xi. Ya en el siglo xii la casa de los Miralles dependía de los barones de Erill, y pasaron a estar emparentados en el xiii con los Vilamur y los condes del Pallars Sobirà. De castillo de Miralles tan sólo se han conservado algunos fragmentos del muro de la torre, que era de planta cuadrangular, así como escasos restos de las paredes del recinto exterior.
La iglesia de Santa Maria de Miralles no aparece citada en ninguna noticia de época medieval. A pesar de ello, es de suponer que su origen se remonta al inicio de la dinastía de los Miralles, que debieron de ordenar su construcción en los alrededores de su castillo a lo largo del siglo xii.
El edificio cuenta con una sola nave de planta rectangular, de generosas dimensiones, que debió de estar cubierta con bóveda de cañón reforzada por dos arcos fajones. La cabecera está formada por un ábside semicircular con bóveda de cuarto de esfera precedida por un corto tramo presbiterial. Las cubiertas han desparecido, aunque se conservan sus arranques, así como las pilastras en las que se apoyaban los arcos, una de ellas adosada al muro oeste. El paramento exterior del ábside es liso, y en su centro se abre una alargada ventana de doble derrame, que en el exterior está prácticamente desaparecida, y en el interior parcialmente cegada. En lo alto del lado meridional se conservan unos pequeños canecillos biselados. La portada, de arco doblado de medio punto, se encuentra en un cuerpo rectangular que sobresale del centro del muro sur. En el interior la puerta presenta un tercer arco, también de medio punto, de mayor altura que los anteriores. En el tramo oriental de este paramento se encuentra una segunda ventana, también alargada, en la que un arco de medio punto, enmarca un vano muy estrecho, rematado con otro arco de medio punto. Una tercera ventana, cruciforme, se abre en la fachada oeste, y está cegada al interior. Este frontis es liso, y se encuentra flanqueado por dos machones en las esquinas, que, a modo de contrafuertes, también resaltan respecto a los lienzos laterales. Otros dos contrafuertes se alzan a ambos lados del ábside, en el punto de su intersección con la nave. Adell ha relacionado la presencia de estos contrafuertes con Sant Pere de Tercui y con la iglesia del cercano monasterio de Alaón.
El aparejo utilizado en los muros de este edificio está compuesto por sillares regulares, bien escuadrados, sin pulir y de tamaño diverso, dispuestos de en hiladas ordenadas y bastante uniformes. Se ha datado su construcción en el siglo xii.
Texto: David Rico Tortosa/Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: David Rico Tortosa
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XV, pp. 508-509.