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Vista general de Sant Serní de Meranges

Identificador
17099_03_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.446317, 1.786884
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Jordi Camprubí Morera
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Serní de Meranges

Localidad
Meranges
Municipio
Meranges
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Serní de Meranges

Descripción

MERANGES

 

El municipio de Meranges, con una extensión de casi 38 km², está situado en plena zona axial pirenaica, en la cuenca lacustre de los Engorgs, bajo la barrera boscosa de las sierras de l’Esquella y de Puigpedrós. Debido al gran atractivo de las montañas de Meranges, es bastante frecuentada la pista que conduce al refugio de Malniu, en el parque forestal del llano de Tartères, o de la Tartera, desde donde se puede subir al lago de Malniu (2.250 m), situado en un bello paraje bajo el Puigpedrós. Además del pueblo de Meranges, en el municipio se incluyen la aldea del Raval y la pedanía de Girul.

 

La primera mención documental de Meranges se fecha en el año 980, cuando el rey Lotario cede al monasterio de Santa Maria de Ripoll un alodio en el podium Meranegas. Unos años más tarde, en 994, Eldesind vende a Isarn, arcipreste, una casa en Meranges, y en el 996, Guitard lega, en su testamento sacramental, a su señor el conde Sunifred I de Cerdanya, unos mansos y un alodio que poseía en Meranges, con la condición de que a su muerte revertiesen a Santa Maria de la Seu d’Urgell. Posteriormente, el arcipreste Isarn, en 1001, deja a la misma catedral urgelitana varios alodios en el término de Meranges. Otros testamentos de 1098 y 1165, mencionan cesiones de mansos y alodios de Meranges y Girul. En 1171, el obispo de Urgell Arnau de Preixens, eleva sus quejas a Ramon de Castellbò, por los daños causados a la iglesia y al pueblo de Meranges, al cobrar impuestos indebidos. Posteriormente, los hombres de Ramon Roger de Foix y Arnau de Castellbó, protagonizaron actos de pillaje, y mataron habitantes de Meranges, hacia finales del siglo xii, según consta en el Memorial de greuges.

 

En el municipio también se pueden visitar los restos del antiguo Castell de Meranges, mencionado por primera vez en la segunda mitad del siglo xi, como lugar en donde los señores de Mataplana juran fidelidad sucesivamente a los condes de Cerdanya. Posteriormente, entre 1162 y 1196, juran igualmente fidelidad por el castro Meranicis al rey Alfonso el Casto. El castillo pasó, luego, a manos de los vizcondes de Castellbó probablemente por el enlace entre Pere Ramon de Castellbó con Sibil·la, hija de Bernat I, último conde ceritano, durante el primer tercio del siglo xii. Con esta alianza, los Castellbó se aseguraron el control estratégico de una amplia zona que les permitía circular sin necesidad de entrar en los territorios condales. El 19 de abril de 1250, Roger de Foix, vizconde de Castellbó, otorgó una carta de población a los habitantes de Meranges con varios privilegios. Cada poblador debía satisfacer anualmente una cuarta parte de centeno para la vigilancia y guardia del castillo de Meranges. Posteriormente el lugar y el castillo de Meranges pasaron a depender del reino de Mallorca.

 

 

Iglesia de Sant Serni

 

La iglesia de Sant Sadurní o Sant Serni de Meranges se encuentra en el centro del pueblo, que se alza a más de 1500m de altitud, al pie del circo glaciar dels Engorgs, en la ribera izquierda de la riera de Valltoba, entre el pico del Roc Roig y el río Duran. Para acceder al pueblo se debe tomar la carretera local GIV-4031, que sale del extremo de Ger, en el km. 187,7 de la N-260. La carretera asciende por una ladera con un sinuoso recorrido a través de un paisaje típico ceretano; Meranges se encuentra a unos 10 km.

 

Mencionada en la polémica acta de consagración de la catedral de la Seu d’Urgell, fechada en el 819 pero en realidad una falsificación redactada a comienzos del siglo xi, la iglesia de Meranges fue, entre los siglos ix y xi, posesión de la abadía benedictina de Ripoll y a continuación pasó a depender la Seu d’Urgell. En 1171, el obispo urgelitano se quejó a Ramon de Castellbó por los muchos daños causados a la iglesia y a la población, exigiendo impuestos indebidos; este se comprometió a no cometer actos violentos ni a exigir más censos. Sin embargo, en 1198 las huestes de Arnau de Castellbó mataron a tres hombres en el lugar, a pesar de que antes les había permitido la redención a cambio de 5.000 sueldos, y robaron 40 sueldos al capellán.

 

En época ya posterior, entre 1312 y 1314, el templo fue visitado por los delegados del arzobispo de Tarragona, y también consta en la relación de parroquias de la diócesis de Urgell que en 1391 le entregaban la colecta. Al igual que la mayoría de iglesias de la Cerdanya, también resultó afectada durante la Guerra Civil, siendo saqueada en 1936; en dicho saqueo desapareció una imagen románica de la Virgen, del siglo xii.

 

La iglesia está muy reconstruida, y sólo conserva algunos elementos originales de finales del siglo xii: el ábside, el arranque de la nave y la portada, que tampoco se encuentra en su ubicación original, pues fue trasladada a un tramo de nave que se amplió.

 

El edificio consta de una nave con ábside semicircular, ligeramente desviado, en el cual se abre una ventana de doble derrame (decorada, en la arista exterior achaflanada en caveto, con una figurita y seis medias bolas, parecidas a las que encontramos en la catedral de la Seu). El muro norte también es original, al igual que una pequeña parte del muro sur, que parte del ábside, perforado por una ventana de doble derrame decorada en su parte exterior con medias bolas y tres caras, además de extremidades. El aparejo original del basamento y el hemiciclo absidal, es a base de sillares de granito, bien trabajados, de gran tamaño, como los de Santa Maria de la Seu d’Urgell. 

 

En los siglos xvii y xviii se procedió a la transformación de la iglesia. Se prolongó la nave hacia poniente, y en su extremo occidental se ubicó la portada que antes estaba donde actualmente hay una de las capillas barrocas, que se añadieron a partir de 1626. Posteriormente, en 1683, tal y como está inscrito en el dintel de la puerta de la torre, se construyó el campanario en el extremo occidental. Resulta llamativo el cuerpo que se construyó superpuesto a la nave original, que posiblemente tenía fines defensivos.  Dado que sólo está edificado sobre la parte original románica, es de suponer que su datación es anterior a la prolongación de la nave. Su construcción se podría situar alrededor del siglo xiii, si tenemos en cuenta que se conoce una estructura similar en la iglesia de Sant Andreu d’Aristot, que está datada en el siglo xiii.

 

El interior permite observar la bóveda apuntada que cubre el ábside y parte de la nave, donde aún se pueden ver restos de pinturas murales barrocas. En el lado de la Epístola se abren en el muro dos grandes arcuaciones, que acogen sendos altares; en el centro de uno de ellos hay grabada la fecha de 1690 y el nombre de Vidal, quien debió sufragar la obra. Una reciente intervención de restauración y conservación de las pinturas barrocas ha sacado a la luz algunos fragmentos además de la figura de un obispo y de la inscripción: escobar 1728.

 

La continuación de la nave consta de una falsa bóveda, dividida en tres tramos irregulares, por sendos arcos perpiaños. El último de los arcos coincide con el final de la nave original románica y con el comienzo de la prolongación que alberga la portada, que como ya hemos mencionado, data de principios del siglo xviii.

 

La portada es, sin duda, una de las más interesantes de la Cerdanya. Queda cobijada en la actualidad dentro de un angosto porche, abierto en el extremo occidental del muro sur, dónde inscrito en una piedra se puede leer (de nuevo): escobar 1725. Está constituida por cinco arquivoltas abocinadas de piedra granítica que le confieren grandiosidad y profundidad, alternándose las de sección rectangular con las molduras en caveto, que descansan sobre columnas. Los capiteles, la imposta y sus basas son de mármol rosa de Isòvol, proporcionando al conjunto una gran plasticidad decorativa. Aunque dichos elementos están bastante erosionados, los de la derecha se han asociado con la escultura de Ripoll; representaban cuerpos de monstruos con rostro humano, que descansaban sobre largos cuellos.

 

En la rosca de las arquivoltas aparecen esculpidas, en posición longitudinal, numerosas figuras con diferentes temas. En la jamba izquierda de la primera arquivolta se observa una serpiente entre las piernas de una mujer desnuda a quien ésta le está mordiendo el pecho, y que se asocia a una representación de la lujuria. Sobre esta figura hay una cara cubierta con abundante pelo y con una espesa barba, que se ha identificado como el Padre Eterno. Siguiendo por la misma arcada, hay dos figuras humanas muy erosionadas, una máscara, un águila con las alas replegadas, otra cara y dos figuras más desnudas, que se tapan los sexos y que son probablemente Adán y Eva, con una serpiente enroscada bajo los pies de la mujer; otra posibilidad sería que se tratase de representaciones masculina y femenina del pecado de lujuria.

 

En la jamba derecha, en oposición a la del otro lado, hay una cara con la cabeza rapada, con expresión de burla (la boca abierta, mostrando los dientes), muy parecida a las caras de la dOlopte, y finalmente una piña, que algunos historiadores relacionan con un ciprés. En la segunda arquivolta hay dos figuras representando a Caín y Abel. Un ángel con una espada, probablemente san Miguel, y otro personaje demoníaco, con rostro distorsionado, con una bolsa que pende del cuello, y que sujeta con la mano derecha, representando un avaro. Todo ello correspondería a una evocación del diablo, y a las representaciones de los castigos de los pecadores.

 

El estilo de las figuras es un tanto ingenuo y tosco, y no guarda relación con el de otras esculturas de la Cerdanya, a excepción de la cara y la piña ya mencionadas por su semejanza a las de Sant Pere d’Olopte. Como ya hemos dicho, se podría relacionar con el repertorio iconográfico de Ripoll, concretamente con las figuras de la media caña de las jambas interiores de la portada. Cabe reseñar que se han conservado, probablemente, gracias a la gruesa capa de encalado que las cubría hasta época reciente.

 

Junto a la entrada, en el interior del templo, se pueden apreciar dos pilas bautismales de piedra granítica. La más antigua, algo ovalada, se supone que es de época románica, y por su tamaño y forma, se podría datar en la misma época que las de Ix y Palau de Cerdanya (siglo xi), aunque difiere de estas en que carece de decoración esculpida. La segunda es redonda y se dataría en un período más tardío.

 

 

La puerta de acceso se compone de dos batientes de una sola pieza de madera, de unos 80 cm de ancho, con la particularidad de tener la armadura incrustada. Presenta una gran variedad de hierros forjados, seguramente arrancados de la original románica, y recolocados en los nuevos batientes, de manera arbitraria. Su factura es bastante tosca, como lo demuestran las volutas, distorsionadas y desproporcionadas, así como el estriado de los hierros. Está formada por barras cruzadas, distribuidas en cinco registros en cada hoja. Se observan cinco barras completas, con grandes volutas, dos más a las que les faltan las volutas, y media barra transversal, otra con volutas más pequeñas y de mejor factura, y la última barra compuesta por dos trozos diferentes. El registro superior derecho está ocupado por dos fragmentos discordantes.

 

Con motivo de una intervención en la zona del cementerio apareció un bloque de piedra granítica con unas medidas de 152 cm de largo x 28 de alto x 40 cm de ancho. Su decoración con relieves a base de cruces y roleos nos hace pensar que podría tratarse de algún elemento funerario. No obstante, se hace necesario un estudio más profundo que aporte más datos y permita también datar esta pieza excepcional.

 

La Mare de Déu de l’Ajuda, que se veneraba en un altar lateral, desapareció o fue destruida en 1936. Era una talla románica del siglo xii, que conocemos gracias a algunas descripciones (J. Martí Sanjaume) y a las fotografías antiguas.

 

 

Texto: montse jorba i valero – Fotos: montse jorba i valeroJordi Camprubí Morera – Planos: Laura mas tudó

 

 

Bibliografía

 

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