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Vista general desde el lado norte de Santa Cecilia de Bolvir

Identificador
17024_02_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.419726, 1.878726
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Cecília de Bolvir

Localidad
Bolvir
Municipio
Bolvir
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa Cecilia de Bolvir

Descripción

BOLVIR

 

El municipio de Bolvir está situado a 1.148 m de altitud, en la zona de la Solana. La carretera N-260 cruza su territorio de levante a poniente, mientras que la antigua carretera de Alp a Puigcerdà, que atraviesa el Segre por el Pont del Soler, facilita la comunicación con la zona de Alp. En el término municipal, de unos 10 km², además del pueblo de Bolvir se ubican la aldea de Sant Climent de Talltorta, el Mas de Sallent, la vecindad de la Torre del Remei, la del Raval del Castell y la zona residencial del Golf.

 

La toponimia relaciona Bolvir con el vocablo árabe Bu-el Bir, que significa sitio del pozo. El vocablo aparece en la documentación desde el siglo x, como villa Bulver (925) o Vulverri (938); hay mención de un alodio en Bolvir en el año 953, donado al monasterio de Sant Miquel de Cuixà. En la zona del Castellot hay vestigios de un asentamiento plenomedieval (siglos x-xii), del que se conservan restos de hábitat y de amurallamiento. Dicho asentamiento ocupó el lugar de un antiguo hábitat antiguo, de época iberromana, del que también se han localizado numerosos restos. Cuando se abandonó la zona, hacia el siglo xii, se construyó en el denominado Raval del Castell una torre de defensa que todavía se conserva, aunque remodelada en varias ocasiones.

 

También hay constancia documental de varios personajes locales, como el Guillem de Bolvir que firma varios documentos en 1177. En 1233, una concordia entre los condes Nunó Sanç de Cerdanya y Ramon Bernat de Foix establece la destrucción de una fortaleza recientemente alzada en Bolvir (forcia noviter facta apud Bulvir), quizás en referencia al mencionado Castellot. En el siglo xiv la Corona poseía algunas rentas del castillo de Bolvir, aunque el lugar pertenecía al monasterio de Cuixà.

 

Son lugares de interés patrimonial, en el municipio, las iglesias románicas de Santa Cecília de Bolvir y de Sant Climent de Talltorta, a las que debían sumarse otros dos templos también antiguos, Sant Grau de Talltorta y Sant Climent del Soler, de los que hay constancia documental pero que no se conservan. Son posteriores el Pont del Soler, la Torre de Bolvir (una fortaleza tardogótica reformada como vivienda) y la capilla de la Mare de Déu de l’Esperança, alzada en el siglo xiv.

 

 

Iglesia de Santa Cecília

 

La iglesia de Santa Cecília de Bolvir está situada en una ladera, en la parte más alta del municipio de Bolvir. Se accede fácilmente a ella, desde la carretera N-260, siguiendo las indicaciones a través de les callejuelas del pueblo.

 

La iglesia no aparece en el acta de consagración de la catedral de la Seu d’Urgell. La primera referencia escrita data de 952, cuando el conde de Cerdanya, Sunifred II, hace donación de la villa de Bolvir y de su iglesia de Santa Cecília al monasterio de Sant Miquel de Cuixà. Al cabo de cinco años, vuelve a aparecer mencionada en un precepto del rey Lotario, y luego aparece también, entre las posesiones de Cuixà, en las bulas papales de Juan XIII (968), Juan XV (997) y Sergio IV (1012). Se tiene constancia de que el párroco fue capturado y herido durante las incursiones del vizconde Arnau de Castellbó a finales del siglo xii. Más adelante se desató un conflicto de intereses entre el monasterio de Cuixà y el obispado de Urgell, que se resolvió en 1269 con la denominada concordia de san Raimundo de Penyafort, en la que se definieron los derechos de ambas instituciones. Por último, el templo aparece citado en la relación de visitas de los delegados del arzobispo de Tarragona, entre los años 1312 y 1314.

 

Santa Cecília es un edificio de nave única, de unos 20 metros de largo, cerrada al Este por un ábside semicircular y cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntado. Por sus características, se data entre finales de siglo xii e inicios del xiii. Posteriormente, hacia el siglo xvi, se le añadieron dos capillas laterales, una sacristía y un campanario de planta cuadrangular.

 

El hemiciclo absidal está construido con sillares de granito alargados, de tamaño medio, de buena factura. Presenta dos ventanas de doble derrame, adoveladas, una en el centro, con tres bolas esculpidas en el pretil, y la otra en el lado sur. El ábside va rematado por un friso de dientes de sierra, que sustentan una veintena de canecillos esculpidos en forma de cabezas antropomórficas y zoomórficas; su talla sigue un modelo habitual en la zona desde finales de siglo xii, con ejemplos en Sant Esteve de Guils y Sant Pere d’Olopte, o –ya en la Cerdanya francesa– Sant Julià d’Estavar, Sant Fructuós de Llo, Santa Eugènia de Sallagosa y Sant Martí d’Ix.

 

El aparejo de los muros del edificio es a base de sillares medianos y piedras irregulares, colocados en hiladas. Destacan algunas hiladas de opus spicatum en el muro norte, visibles tanto en el interior como en el exterior. La torre campanario se adosó a la fachada oriental hacia finales del siglo xvi, concretamente en 1589. De base cuadrada, consta de tres niveles, el más elevado de los cuales presenta un vano en cada lado, a excepción del lado sur que tiene dos; está cubierta a cuatro aguas con pizarras de la zona.

 

La puerta de entrada está ubicada en el muro sur y presenta sus elementos originales, es decir: triple arquivolta bocelada apeada sobre pilares y columnas acodilladas, rematadas con capiteles zoomórficos y antropomórficos. Las arquivoltas interior y exterior se sustentan en columnas monolíticas sobre base lisa. Los capiteles que las rematan probablemente son obra de dos escultores distintos. Los que muestran aves y leones se caracterizan por tener más relieve y por las formas esquemáticas y redondeadas de las figuras, destacando las patas acabadas en tres largos dedos aferrados al astrágalo, y por compartir, cada pareja, una sola cabeza. En la vecina iglesia de Sant Esteve de Guils encontramos dos capiteles muy parecidos. Los capiteles exteriores, muestran tres cabezas con forma elíptica, cada uno. Destacan por los ojos alargados, sin párpados y con una incisión horizontal. No tienen pelo, pero sí barba y bigote. La boca está entreabierta, y la nariz es prominente. Uno de los canecillos del ábside, con dos caras juntas, podría ser obra del mismo taller. En la portada de la iglesia de Sant Pere d’Escunhau, en la Vall d’Aran, hay un capitel con unas caras muy parecidas, pero de distinta composición.

 

Según Albert Salsas, en el año 1886 se abrió una puerta en la fachada occidental, que se tapió en 1929. Se conoce por la descripción mencionada, y también por varias fotografías antiguas. Se trataba de una portada con dos arquivoltas en gradación, una de las cuales descansaba sobre columnas monolíticas, rematadas por capiteles de granito esculpidos, decorados uno con leones, y el otro con aves; parece, por lo tanto, que los elementos concuerdan con parte de los que componen la actual portada. Una inspección ocular permite situar perfectamente el lugar donde se ubicó dicha portada, y además, en la parte baja, se observa un sillar con una inscripción que podría corresponder a la fecha de construcción de la torre antes citada, 1589.

 

Los canecillos del ábside también se vinculan con dos talleres distintos. Un grupo de cuatro presenta caras masculinas con cejas fruncidas, nariz alargada y plana, y un gran bigote de oreja a oreja. Los ojos muy juntos, casi redondos, bajo un bordón a modo de párpado. De este mismo taller parece ser una cabeza de jabalí, con trazos parecidos, que nos remiten a cabezas similares en Sant Esteve de Guils, Sant Julià d’Estavar y Santa Eugènia de Sallagosa. El resto de canecillos se atribuyen a otro taller: las caras, más redondeadas y poco expresivas, son muy similares. Penden de una especie de cartela rectangular, ancha y estrecha, de facciones redondeadas, ojos esféricos y saltones, sin párpados, nariz triangular y boca formada por un corte horizontal; destacan las orejas, redondeadas y adosadas a ambos lados del rostro. Hay canecillos de similar factura en Sant Martí d’Ix, Sant Julià d’Estavar y Santa Eugènia de Sallagosa. Cabe destacar una piedra reutilizada en una esquina de la capilla sur, que presenta una figura desnuda, de espaldas, con las extremidades inferiores replegadas y el rostro girado hacia el espectador, que también puede relacionarse con otras figuras similares en el ábside de Sant Esteve de Guils.

 

En el interior del templo se conserva un retablo del siglo xv que procede de la capilla de la Mare de Déu de l’Esperança, templo gótico que se encuentra a escasos metros de la iglesia de Santa Cecilia. este retablo no fue destruido en 1936, cuando sí se quemó un retablo barroco y quedaron dañados varios objetos litúrgicos del templo –ninguno de época románica– que luego se recuperaron y hoy guarda el Museo Diocesano de la Seu d’Urgell. La predela del retablo gótico conservado, por cierto, se perdió durante la Guerra y fue devuelta, bajo secreto de confesión, en el año 1998.

 

 

Frontal de Altar

 

En las salas de reserva del Museu Nacional d’Art de Catalunya se conserva un frontal de altar que procede de la iglesia de Bolvir (núm. inv. 16910). Es de madera de pino, con unas dimensiones de 104 por 176 cm, y se conserva en bastante mal estado, sin apenas policromía pero con restos de decoraciones en corladura.

 

La tabla fue adquirida por la Junta de Museos de Barcelona durante las campañas llevadas a cabo entre 1906 y 1923, e ingresó en el museo en el año 1921. De la información consultada, llama la atención que J. Botet i Sisó, en una visita a la iglesia de Bolvir anterior al año 1918, describe el frontal en buen estado de conservación, mientras que J. Gudiol, que también tuvo la ocasión de contemplar la pieza todavía in situ, dejó constancia de su pésimo estado, a causa de la oxidación de los materiales que habían afectado la policromía.

 

El frontal de Bolvir difiere notablemente de todos los frontales conocidos, especialmente por su composición. La tabla posee un marco de 16 cm de anchura, que en la parte interior acaba en una moldura de media caña; destaca por la decoración con relieves en estuco dorado, a base de motivos vegetales y cenefas que alternan con dieciséis cavidades circulares que incluyen representaciones de animales como ciervos, leones o águilas, además de motivos vegetales. El fondo, aunque muy deteriorado, permite intuir la corladura a base de incisiones verticales y horizontales, que proporcionan un aspecto reticular sobre el que se recortan las siluetas de las figuras en tenue relieve.

 

La superficie del frontal está dividida en dos registros horizontales por una banda con motivos entrelazados, en estuco dorado. En cada registro se desarrollan, sin separaciones de ningún tipo, las escenas de la pasión y martirio de santa Cecilia. Ya hemos dejado constancia de su estado de deterioro, que complica la lectura de las escenas; de todos modos, subsiste bien el dibujo preparatorio inciso, y se pudo sacar un calco que permite hacer una descripción detallada de su iconografía.

 

En el registro superior, de izquierda a derecha, se inicia la representación de la leyenda de la mártir romana. La escena se desarrolla en un banco o lecho nupcial, con la confesión de ésta a su esposo Valeriano, en la noche de bodas, de su voto de castidad. A continuación, Valeriano conversa con dos personajes descalzos y vestidos con harapos que le indican donde encontrará al obispo Urbano, que aparece sentado en la siguiente escena, mientras Valeriano se arrodilla ante él. Se cierra el registro con Urbano rogando arrodillado, mientras un ángel aparece entre las nubes con una filacteria ante Valeriano, que cae sorprendido. Sigue el relato en el registro inferior, que se inicia con la escena del bautismo de Valeriano por inmersión, en una pila con la base muy decorada. Un ángel con las alas desplegadas centra la escena de la coronación de los esposos con coronas metálicas. A continuación, se muestran las escenas del martirio de la santa, envuelta en llamas, para, finalmente ser decapitada por un verdugo que sigue las órdenes del prefecto Almachius. Entre las escenas se intuyen inscripciones que ayudan a identificar a los personajes: s. cecilia, valerianus, urbanus.

 

Los historiadores que estudiaron la pieza en las primeras décadas del siglo xx (Folch i Torres, Gudiol, Muñoz, Cook o Marette) lo relacionaron con la influencia de los iconos bizantinos. Para su datación, Folch i Torres analizó aspectos como la vestimenta de los personajes, el mobiliario o los elementos arquitectónicos, y propuso situarlo en la segunda mitad del siglo xii, aunque la actual ficha del museo lo fecha en el primer cuarto del siglo xiii. No obstante, pensamos en una datación todavía más tardía, alrededor del último cuarto del siglo xiii; por sus características estilísticas se le relaciona con los frontales de Sant Climent de Taull y de Tresserra, ambos también conservados en el MNAC.

 

 

Elementos de forja de la puerta de acceso

 

La puerta consta de dos batientes de madera y conserva cuatro registros de hierros variados de la etapa románica, de poca calidad artística y parece que forjados por diferentes artesanos. El mejor, sin duda, es el que corresponde al registro superior izquierdo. Consta de una barra plana y cuatro volutas laterales con la cara cóncava, formadas por una espira y media, acabada en punta. El de la derecha, es parecido pero se diferencia de éste en que las volutas presentan hoja plana. El resto de herrajes se compone de barras simples con volutas sencillas, acabadas en punta. El cerrojo destaca por tener medio pasador de barra redonda, y el resto ochavado, terminando en una cabeza de animal que podría ser un ganso mirando hacia abajo.

 

Texto y fotos: MONTSE JORBA I VALERO – Planos: Laura mas tudó

 

 

Bibliografía

 

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