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Vista general exterior de Sant Tirs de Oliola

Identificador
25150_04_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.876798, 1.174897
Idioma
Autor
Juan Antonio Campos
Marta Buira Ferré
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Tirs De Oliola

Localidad
Oliola
Municipio
Oliola
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Tirs de Oliola

Descripción

OLIOLA

 

 

El municipio de Oliola, que forma parte de la subcomarca Segre Mitjà, está situado al Sur de la comarca de la Noguera, en el límite con las del Urgell y la Segarra Se llega a la localidad de Oliola tras tomar un desvío en la carretera C-14, entre Ponts y Artesa de Segre. El territorio fue tomado por al-Tawïl, señor de Huesca, tras una razzia a principios del siglo x. Poco duró en manos sarracenas, pues los cristianos conquistaron gran parte de esos territorios y, una vez asentados, los consolidaron creando una extensa red de castillos y casas fortificadas, muchos de ellos reaprovechados, como es el caso, por todo el perímetro fronterizo. Prácticamente desde la misma ocupación cristiana, en 1035, el castillo de Oliola y gran parte del municipio permanecieron en manos de la familia Puigverd, nobles de gran influencia, aunque fueron los Miró los que lo ocuparon y, posiblemente, luego tomaron el nombre de Oliola como apellido. Existen numerosas referencias que aluden a diversos pleitos y testamentos en los que las posesiones de Oliola pasan de unos miembros a otros de la familia hasta prácticamente el siglo xiv, cuando ya pasó a depender de los Cardona. En lo alto de Oliola, quedan escasos restos de la muralla de su castillo, del que se ha  dicho que podría tener un origen visigodo o musulmán, y que es citado en 908.

                                               Iglesia de Sant Tirs de Oliola

Emplazada en lo alto del pueblo, la iglesia de Sant Tirs preside la imponente vista del valle del Llobregós, que antaño controló el castillo. Las primeras referencias históricas sobre este templo aparecen en el testamento del señor Pere Miró, datado en 1061, en el que para pagar unas deudas dejó la mitad de sus bienes a la iglesia. Unos años más tarde, en 1080, aparece referida en una venta de terrenos entre vecinos de Oliola. Desde el siglo xii, prácticamente todas las referencias documentales que existen están relacionadas con donaciones testamentarias ofrecidas al templo por parte de los fieles.

 

La iglesia, dedicada a san Tirso, se asienta en un terreno irregular, en el extremo de la peña de Oliola. Se levanta sobre una base de grandes piedras que salva el desnivel del terreno y permite el asentamiento de los cimientos del edificio. Su localización estratégica y su apariencia robusta e inexpugnable contribuyeron a que formara parte del sistema defensivo del pueblo, por lo que es un claro ejemplo de la tipología iglesia-castillo tan habitual en los territorios limítrofes de los condados catalanes con Al-Andalus durante los siglos xi y xii.

 

Sant Tirs es una iglesia parroquial que tiene unas dimensiones considerables. Su única nave se cubre con una bóveda de cañón rebajada, abrazada por dos potentes arcos fajones que determinan tres tramos. En sus anchos y sólidos muros se utiliza un aparejo compuesto por sillares regulares de mediano tamaño, bien escuadrados, pero algo desgastados. Dos ventanas de doble derrame se abren en el liso paramento sur, así como una puerta de arco de medio punto que se encuentra tapiada y que posiblemente era el acceso original. El campanario es una sencilla torre cuadrada adosada al muro sur, en la que se diferencian varios niveles. El inferior, liso, llega hasta el alero de la nave y conserva restos de las dovelas de algún vano. Sobre él, otros dos pisos muy modificados, conservan restos de los frisos de arcuaciones ciegas y de lesenas angulares, así como vestigios de sus ventanas. Se aprecia, también el arranque de un cuarto piso que se ve cortado por la cubierta piramidal que remata el campanario. La cabecera, que parece ser la zona más antigua del edificio, resulta de gran interés. Está formada por un ábside bastante amplio, de unos 3,5 m de diámetro, ligeramente peraltado, que sigue los patrones lombardos tan extendidos en la época. Exteriormente, se estructura en tres niveles, el primero de los cuales es un grueso zócalo. El nivel intermedio, correspondiente a la cripta, tiene una altura de unos 2 m y en él se abren tres ventanas con doble derrame y arco de medio punto. Finalmente, y de mayor tamaño, en el nivel principal, ocho lesenas determinan nueve entrepaños rematados por sendas parejas de arquillos ciegos. En tres de estos paños se abren otras tantas ventanas de similares características a las ya citadas. La cubierta está formada por una techumbre de losas.

 

El interior del ábside está cubierto con bóveda de cuarto de esfera de aparejo pequeño e irregular dispuesto en hiladas concéntricas, y unido con mortero de cal. La irregularidad de este paramento contrasta con los sillares bien trabajados y escuadrados, aunque de tamaño desigual, que componen el muro perimetral del ábside. Actualmente los dos niveles en los que estaba estructurado interiormente forman un único espacio, si bien en su origen la cripta, situada por debajo del suelo de la nave, estuvo cubierta por bóvedas, posiblemente de arista, apoyadas en las semipilastras de los muros perimetrales y cuatro columnas centrales, de las que se conservan las basas y restos de un fuste octogonal. Siete grandes arcos ciegos de medio punto recorren el perímetro del muro, tres de los cuales enmarcan las ventanas de la cripta. Las pilastras donde se apoyan estos arcos arrancan de un zócalo, por debajo del cual hay una especie de banco corrido. Sobre los arcos, la línea que marca el cambio de aparejo señala el punto donde arrancaban las bóvedas. Se ingresaba a la cripta por dos entradas laterales que flanqueaban la escalera central que facilitaba el acceso al presbiterio. Criptas como las de Sant Vicenç de Cardona, Sant Esteve de Olius o la más cercana de Sant Celoni i Sant Ermenteri de Cellers permiten hacerse una idea de cuál era el aspecto original de este espacio. En el centro se sitúa actualmente una pila bautismal gallonada de tamaño considerable. En la restauración en la que se habilitó la cabecera en su estado actual se hallaron los restos de un pequeño fragmento de pintura al fresco, en los que aparece la esquemática figura de un personaje no identificado.

 

El templo sufrió importantes modificaciones, sobre todo durante los siglos xviii y xix, que transformaron ostensiblemente tanto su aspecto exterior como interior. Así, se incorporó el cimborrio, un tambor octogonal que esconde una cúpula, una nueva fachada, sencilla y sobria, en el lado oeste, una pequeña sacristía adosada al muro sur y un cementerio. El interior también quedo bastante alterado, principalmente por el ensanchamiento de los muros laterales y la adición de contrafuertes internos para soportar el peso de la cúpula, por el recubrimiento de los muros y la bóveda, por las molduras neoclásicas, por el coro que se situó a los pies y por la apertura de varias hornacinas distribuidas en diferentes lugares del templo.

 

En general el estado de conservación del templo es bastante bueno, sobre todo en su interior, aunque la bóveda presenta algunas inquietantes grietas. En cambio el exterior, a pesar de las restauraciones de parte de la cubierta, es la parte que más deterioro muestra. Se observan grietas importantes en varias zonas, sobre todo en el muro norte y también en algunas partes del sur. Además, la fachada aparece bastante descascarillada con gran parte de los sillarejos que recubrían la piedra desaparecidos.

 

Talla de la Virgen.

 

La talla de una Virgen, el único resto escultórico original que se ha conservado del templo, se encuentra desde 1966 en el Museu Diocesà d’Urgell. Representa la prototípica imagen de la Virgen con el Niño en su regazo, mide unos 70 cm, es de madera y está bellamente policromada. María aparece sentada sobre un cofre rojo que no posee decoración alguna. Siguiendo los antiguos modelos bizantinos de Sede Sapientae, su cuerpo hace las veces de trono para el Niño y simboliza la fuente del conocimiento. Lleva una corona dorada con un trabajo de crestería bastante dañado que la identifica como soberana. Muestra una actitud regia de bendición, sobre todo por la posición de una de sus manos, de la que se han perdido algunos dedos. Su otra mano sujeta parte del manto, según los especialistas, en actitud protectora. Este manto, de un bello azul, se extiende desde la cabeza, a la que se ciñe gracias a la corona, hasta los pies y la cubre por detrás mientras que por delante queda abierto. Simula estar ribeteado ricamente por una tela lujosa de color rojo, terciopelo quizá, y engalanado con perlas engarzadas en la misma. Parece que la tonalidad del borde del manto se va degradando del rojo al dorado de su parte inferior. Debajo del manto azul viste una túnica rojiza que en ocasiones es ocre y que posee, igual que el manto, su cuello y sus mangas decorados de la misma manera.

 

El Niño aparece sentado incómodamente encima de la madre. Su posición es forzada y está bendiciendo con su mano derecha, mientras que con la izquierda aguanta una bola que en parte se ha perdido. Viste igualmente una túnica ocre y un manto rojizo abierto y decorado como el de la madre, mientras que sus pies desnudos quedan al aire. La frontalidad de las figuras, el hieratismo de los personajes, su posición todavía forzada, la inexpresividad de sus rostros, la desproporción de la representación, la factura algo tosca de las extremidades y la inexistente relación entre madre e hijo, anclan la talla a una manera de hacer plenamente románica. El estilo y la factura delatan quizá la mano de artistas de segundo nivel alejados de los centros más innovadores estéticamente, aunque se percibe ligeramente el camino hacia el naturalismo que la escultura ya ha empezado a recorrer en esta época, apreciado en pequeños detalles como la minuciosidad del cabello del niño, el leve movimiento de una de las rodillas de la Virgen o el gesto, casi imperceptible pero también sintomático, de cogerse el manto.

 

Por las características tipológicas, los especialistas han relacionado la talla con una muy parecida de Santa Cecilia de Ancs, del Pallars Sobirà, datada a mediados del siglo xiii, lo que permite por aproximación estilística datarla en la primera mitad de dicha centuria.

 

Texto: Juan Antonio Campos- Fotos: Juan Antonio Campos/Marta Buira Ferré - Planos: Marta Buira Ferré

 

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, p. 372-374; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984, pp. 498-502.