Santa Cecilia de Montcal
Iglesia de Santa Cecília de Montcal
La iglesia parroquial de Santa Cecília es fácilmente accesible, ubicada en el pequeño pueblo de Montcal, sobre la ladera de una colina. Queda a levante de la llamada carretera de Montcal, que conduce al lugar desde el Sur, saliendo de la GIV-5312, un par de km al Norte de la localidad de Taialà. Hay también un acceso directo a Montcal desde Canet d’Adri.
La iglesia de Santa Cecília es mencionada por primera vez, ya bajo la advocación de Santa Cecília, en el documento de restitución de bienes a la canónica de la sede de Girona firmado por la condesa Ermessenda entre 1051 y 1057. Aparece también, indirectamente, en un documento de 1062, en el que se da solución a un conflicto surgido a raíz de la forma en que se cobraban los diezmos parroquiales en Montcal. Otro conflicto similar, en 1195, enfrenta al batlle Bernat de Santa Cecília y al entonces rector de Montcal, llamado Benet, que es acusado por haberse apropiado indebidamente de la cebada que el primero tenía guardada dentro del templo, además de no cumplir con algunos de sus deberes parroquiales; a ello el clérigo responde con una negativa y acusando al señor de Santa Cecilia de no pagar ningún diezmo por sus seis casas en la parroquia.
En documentos posteriores de 1279 y 1332 se listan las masías a las que la parroquia cobra regularmente sus diezmos, que forman parte de la pavordía de Agosto de la sede de Girona. Por una visita pastoral del año 1387 sabemos que el templo tenía entonces un único altar dedicado a santa Cecilia muy bien decorado (en 1374 el pintor gerundense Guillem Borrassà I había pintado un baldaquino), y un campanario con varias campanas, una de las cuales necesitaba entonces reparación. En una visita de mediados del siglo siguiente, en 1447, se mencionan dos nuevos altares dedicados a la Virgen y a san Juan. El templo se reformó entre la visita de 1440 y la de 1447, reformas a las que debemos la gran nave gótica meridional, cubierta por dos bóvedas de arista apuntadas, y los dos grandes arcos formeros de acceso a esta capilla abiertos en el muro meridional de la nave románica, y la capilla de planta cuadrada septentrional, construida junto al campanario y la sacristía. Noticias y visitas posteriores nos informan que hasta el siglo xix la iglesia seguía en buen estado, pues no se mencionan deterioros tras los terremotos de inicios del siglo xv. El templo sí fue objeto de un importante y violento robo en 1813, y luego, ya en el siglo xx, todos sus altares fueron quemados durante la Guerra Civil, en 1936.
Como se deduce de la documentación, la iglesia románica original era de una sola nave con un ábside semicircular a levante y un campanario. A las reformas llevadas de la primera mitad del xv corresponden, como se ha dicho, las capillas góticas laterales, la meridional convertida en nave lateral. La capilla norte, de planta cuadrangular, queda abierta a través de una gran arcada de medio punto en la parte central del muro, en el que se adosan dos cuerpos más fechados por inscripciones en sus dinteles en el siglo xviii: a levante, una sacristía de planta rectangular (1741), y en el extremo de poniente, las escaleras de acceso al coro levantado a los pies del edificio (1776). El palco septentrional, entre la capilla y la puerta de la sacristía, de piedra muy bien labrada y con una puerta de vano rectangular abierta en altura en el muro, correspondería también a este momento.
La iglesia se encuentra muy bien cuidada. Interiormente la nave central aparece cubierta por una bóveda de cañón cuyo paramento permanece oculto bajo un encalado reciente, igual que el de los muros perimetrales, que únicamente deja a la vista los elementos arquitectónicos decorativos, los arcos fajones y los sillares de las puertas. Del ecléctico conjunto de elementos arquitectónicos que configuran la nave central, aquí nos interesan los dos anchos arcos fajones apuntados, que ciñen con escasa pericia una bóveda de cañón apuntada; el tramo de bóveda con paramento visto que cubre el ancho presbiterio, ligeramente apuntado y levantado en sillería muy regular y bien labrada; y finalmente la cornisa de perfil de caveto que recorre ambos muros de la nave e indica el inicio de la cubierta.
El primero de los dos fajones separa el presbiterio de la nave, es ancho y con sillería de arenisca del lugar bien escuadrada y unida con argamasa de cal. Únicamente conserva la pilastra adosada al muro septentrional, pues la del lado sur queda seccionada por el primero de los arcos formeros modernos abiertos en el muro sur. Entre la pilastra norte, grosera en el aparejo, y el ancho salmer del arco, se encuentra una imposta formada por dos piezas horizontales cuyo perfil sobresaliente es de plano y caveto, labrado por tres de sus costados y decorado su plano inclinado por voluminosas semiesferas dispuestas equidistantes a razón de una en los laterales y tres en el intradós del arco.
El tramo de bóveda que cubre el ancho presbiterio es ligeramente apuntado. El arco de medio punto del ábside se presenta dovelado en la sillería de la bóveda y doblado por un segundo arco de medio punto más elevado. Este arco presbiterial fue privado de sus correspondientes pilastras y en su lugar ha quedado un codillo en el que se reconocen las huellas de la refacción. El paramento del muro semicircular del ábside y de su cubierta de cuarto de esfera es continuo y a base de hiladas regulares de sillería unida con argamasa de cal. A unos
Exteriormente únicamente se conservan visibles las estructuras románicas a levante, con el ábside semicircular y probablemente la parte inferior del campanario de planta cuadrada levantado sobre el presbiterio, en cuyos muros internos se detectan aperturas geminadas, a un nivel inferior de las actuales.
El paramento externo del muro semicircular del ábside se compone de hiladas de sillería de arenisca bien escuadrada de tamaño regular. Bajo el tejado discurre una voluminosa cornisa labrada con una moldura de plano y medio bocel. Amén de la ventana del ábside, en el extremo de levante del muro sur se encuentra abierta una ventana de medio punto también con dintel monolítico, que podría proceder de uno de los muros románicos suprimidos, como sucede con los sillares y la cornisa que culmina ambas muros laterales.
El campanario, al que se accede desde una escalera externa de construcción posterior, resulta de difícil interpretación: Presenta dos niveles con ventanas geminadas en sus cuatro costados, cegadas en el piso inferior. La decoración arquitectónica del muro en sus cuatro fachadas consiste en dividir el muro en dos paños verticales rebajados, donde se encuentran las ventanas, enmarcados a cada lado por un grueso paño de muro y en el parte superior por una cornisa o franja bajo la que aparecen tres ménsulas labradas en plano y un grueso bocel, equidistantes. Los arcos de medio punto de las bíforas actuales son de piedra volcánica oscura. Se sostienen por un parteluz con basa, fuste liso y sencillo capitel trapezoidal invertido de piedra arenisca ocre. Mientras, las ventanas geminadas de medio punto que aparecen cegadas en el interior presentan claramente un pilar en el centro, compuesto por sillería volcánica negra, el mismo material utilizado para el dovelado de estos arcos, de mayor tamaño que los superiores. Las jambas de dichas ventanas alternan arenisca y volcánica. Al lado de la puerta actual del campanario fechable por su dintel en el siglo xvii o xviii que se encuentra abierta en la fachada de mediodía, se aprecia en el mismo muro y cegada la puerta de sillería volcánica que daba acceso al primer campanario. Resultan evidentes dos fábricas en este campanario, de las cuales, la inferior, podría pertenecer al edificio románico. Aquel edificio inicialmente habría tenido una única nave coronada por un ábside, que por la calidad y disposición situamos en la segunda mitad del siglo xii, dada la presencia de boceles, cavetos y sobre todo por el motivo escultórico a base de semiesferas perfectas labradas equidistantes dispuestas en el plano inclinado de la moldura de caveto de la imposta antes descrita, motivo que se observa en gran parte de las iglesias rurales de la Alta Garrotxa, como en los modillones de Sant Feliu de Riu o Sant Martí de Toralles.
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
Bibliografía
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