Sant Feliu de Malagastre
FORADADA
Iglesia de Sant Feliu o de la Torrota
En el extremo este de un cerro, entre campos de cultivo y próximo al canal de Urgell, se erigen los vestigios del templo dedicado a san Félix, conocido también con el nombre de la Torrota –por la torre que se alza sobre uno de los ábsides–, o por algunos autores, como la iglesia de Sant Feliu de Malagastre o de Espadella. Para llegar desde la cabeza del municipio se debe tomar la carretera LV-9138 en dirección a Montsonís y seguir 850 m hasta tomar un camino rural a la derecha desde el que se ve el monumento.
Pese a la designación de Malagastre con la que a veces se citan los restos de Sant Feliu a causa de una antigua y equivocada identificación, no se deben confundir con la fortificación que se halla en la cima de la peña de Antona. Los restos de construcciones en el perímetro del templo, hallados tras unas prospecciones arqueológicas, han hecho pensar que la zona formaba parte de un pequeño distrito medieval habitado en esta franja de frontera, y en el que se repoblaban asentamientos para que desempeñaran funciones de defensa y cultivo de las tierras.mAlgunos autores han apuntado la posibilidad de que se pudiera identificar con la Aquila que se menciona en un acta dotacional de la canónica de Sant Miquel de Montmagastre que realizó en 1054 Arnau Mir de Tost, junto a su familia, en la que cede ipsa quadra et ipsa Aquila cum ipsa turre. Asimismo existe la posibilidad que sea otra quadra prope Foradada citada en el mismo documento ya que se ubica en la sierra de la Espadella y en los límites del municipio. Respecto a la advocación, la documentación parece confirmar que el titular del templo era san Félix, dado que en una venta realizada en 1038 se cita un torrente de Sant Feliu, cuya ubicación es coherente con el emplazamiento de la iglesia. Avanzando en el tiempo, el diccionario de Madoz de 1848 ilustraba que no muy lejos de Montsonís se conservaba “una torre medio derruida con el nombre de Torre de San Feliu”.
Los restos que hoy quedan del edificio pertenecen a una cabecera formada por dos ábsides semicirculares lisos, de los que sólo se conserva su parte inferior en la que destaca un potente zócalo. Ambos ábsides contaban con sendas ventanas de doble derrame de las que apenas quedan vestigios. Dado que el ábside septentrional es de mayor tamaño, cabría plantearse la posibilidad de que faltara un tercer cuerpo al Norte que completara una cabecera tripartita. Sin embargo, la existencia de un potente muro en dicho lado permite descartar dicha posibilidad. La hipótesis que se ha planteado para este edificio, a la vista de la ausencia de vestigios de las naves, es que no se habría acabado de construir en su totalidad y que la obra, abandonada, habría sido utilizada posteriormente para construir encima una torre prismática. Teniendo en cuenta este planteamiento, que parece bastante razonable, así como la imposibilidad de la existencia de un tercer ábside, se pueden descartar tres de las causas que suelen estar detrás de la existencia de templos románicos de dos naves: que se tratara de un proyecto frustrado de tres naves en el que no se llegó a construir una de las laterales, que se hubiera derrumbado una de las tres naves originales y, en tercer lugar, que se fuera el resultado de una ampliación posterior de un templo de una sola nave motivada por la necesidad de ampliar el aforo del templo. Por tanto, todo parece apuntar a que ya de origen se debió plantear la construcción de un edificio de dos ábsides, que podrían corresponderse, con una o, más probablemente, dos naves que no llegaron a construirse. El tamaño desigual de ambas estructuras absidales encontraría una explicación en que una de ellas estaría destinada a hacer la función de capilla principal que albergaría el altar mayor. De esta forma, estaríamos con uno de los escasos templos concebidos desde un inicio con dos ábsides, como posiblemente también pasó en Sant Bartolomeu de Baiasca, Sant Esteve de Pallerols, Sant Salvador de Guardiola y Sant Pere de Talteüll, aunque en este último, y a pesar de la similitud de los dos ábsides, ciertos aspectos, como las trazas de un hastial encima del ábside norte, pueden llevar a pensar también en que la causa fuera una ampliación muy próxima en el tiempo a la fase anterior.
En el interior de los restos, a pesar de maleza y material disperso por el suelo, se comprueba que los ábsides se abrían a la nave mediante sendos arcos absidales, de los que solo queda la base, que facilitarían la transición entre la diferente anchura de ambos espacios. También es posible contemplar alguna credencia.
Sobre el ábside sur, se alza una torre cuadrada, para la construcción de la cual se reutilizaría parte del material del templo inconcluso. Su muro oeste se apoya en un potente arco de medio punto que habilita el acceso a lo que fue el ábside sur del templo. El piso inferior de la torre está cubierto con bóveda de cañón. Cuenta la torre, en su segundo piso, con un par de aspilleras simples.
Se observan diferencias en el aparejo de ambas partes del conjunto. Mientras que los paramentos de la iglesia presentan un aparejo formado por sillarejo de tamaño mediano bastante y bastante homogéneo colocado en hiladas regulares, en la torre el material es más heterogéneo y va desde sillares de gran tamaño ubicados sobre todo en las esquinas, a sillarejo distribuido de forma más irregular. Se han datado los restos de la iglesia en el siglo xi y la torre en un momento no anterior a la primera mitad del siglo xiii.
Textos Juan Antonio Olañeta Molina/Raquel Cardona Segura - Fotos: Raquel Cardona Segura
Bibliografía
Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI, p. 371; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 364-365; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984, p. 490-491.