Identificador
09191_01_011
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 24' 22.53'' , - 3º 36' 48.22''
Idioma
Autor
Teodoro Chillón Ramos
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Hurones
Municipio
Hurones
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SANTIAGO -presente aquí bajo la iconografía de Matamoros- es un edificio de modestas dimensiones, levantado en aparejo de sillería caliza. Su primitiva estructura se ve alterada por diversos añadidos de época posmedieval que han dado lugar a un conjunto conformado básicamente por ábside semicircular, presbiterio recto y una nave con torre en su costado norte, a lo que se sumó una vieja sacristía adosada en el lado del evangelio del presbiterio, una sacristía nueva en el muro de la epístola, además de un osario junto a la portada, que se halla cobijada bajo humilde pórtico. A la época que es objeto de nuestro estudio se remontan cabecera, nave -excepto la portada- y torre, si bien formando parte de dos etapas claramente diferenciadas, que analizaremos a continuación. El hemiciclo absidal, de erosionados paramentos, se articula exteriormente en tres paños, separados entre sí por dos semicolumnas adosadas que descansan sobre un plinto y alcanzan el alero, rematando en capiteles de cestas lisas, acompañados por quince canes de sencillas decoraciones a base de nacela, triple nacela escalonada, de formas geométricas, y uno con una cabeza humana, sosteniendo una cornisa ajedrezada. En el lienzo central presenta una ventana que sigue un esquema constructivo común: saetera enmarcada por arco de medio punto trasdosado de chambrana y descansando sobre columnillas. Las dovelas son cuadrangulares y el guardapolvo se decora con puntas de diamante, mientras que las columnillas muestran basas compuestas por plinto, doble toro y escocia, y capiteles con motivos vegetales, a base de anchas hojas dispuestas en dos planos, con los extremos enrollados. La cesta izquierda tiene el ábaco perlado y ambos cimacios están ornados con triples tallos ondulantes entrecruzados. El presbiterio, de planta rectangular, está parcialmente enmascarado por los adosamientos posteriores. Es de la misma altura pero ligeramente más ancho que el ábside, de estructura maciza, con la misma cornisa ajedrezada. Los seis canecillos meridionales son de nacelas simples o triples, con múltiples rollos y uno con cabeza humana; los otros tantos que se ubican sobre el muro norte son de nacelas sencillas, dobles o triples. En el interior la cabecera está presidida por el retablo barroco que ocupa el ábside en su totalidad, adaptándose perfectamente a la bóveda de horno, dejando ver el extremo de una imposta ajedrezada en la parte superior del muro y otra del mismo tipo a media altura. Se cuenta que tras el retablo de madera policromada y dorada hay otro anterior, aunque es un extremo que no hemos podido comprobar. En cuanto al tramo presbiterial, se cubre con bóveda de cañón apuntado, revocada, arrancando de la imposta que comparte con el ábside, aunque la que se disponía en mitad de los muros ha sido totalmente picada. Sus paramentos fueron horadados para abrir sendas puertas de acceso a las sacristías, y en los viejos sillares románicos abundan grafitos con animales y juegos, que luego se repetirán también en los muros de la nave y de la torre. El arco triunfal es apuntado y doblado, con basas sobre podio que siguen el tipo común de plinto, ancho toro -rematado en bolas- escocia y toro más pequeño. Los capiteles son vegetales, el del evangelio con hojas rectas, planas, rematadas en la punta con pequeñas palmetas aveneradas o rosetas, con ábaco de tacos y cimacio de cestería; el de la epístola es muy similar, con un cimacio de roleos circulares rellenos de rosetas, puntas de clavo, cruces u otros motivos geométricos. Hasta aquí la fase más antigua del edificio, la que consideramos como estrictamente románica, con una cronología que podemos situar en las postrimerías del siglo XII o en los primeros años del siguiente, como ya sostuvo en su día Pérez Carmona. Muy poco tiempo después se acometería la construcción de la nave y torre, aunque ahora las formas decorativas góticas se han introducido ya dentro de una fábrica que aún conserva las esencias de la tradición románica, como vamos a ver. La nave conserva su estructura original. En el lado sur el paramento exterior aparece muy enmascarado por los añadidos posteriores -osario, pórtico, escalera de subida al coro-, aunque destacan los cuatro gruesos contrafuertes que sostienen el empuje de los arcos internos, unas estructuras que no aparecen en la fachada norte y que creemos aportaciones posteriores, aunque sin descartar la existencia de otros más antiguos de menor porte. Los aleros se componen en esta ocasión de cornisa de listel y chaflán, y los canecillos son fundamentalmente de nacela, aunque nos encontraremos algunos con cabezas humanas, uno con cabeza de león y otro con cabeza de toro. La portada se abre en el muro sur del tramo central y es un sencillo portón adintelado que obedece a una reforma llevada a cabo al menos en el siglo XVIII, aunque dada la extrema anchura de esta parte del muro, es posible que enmascare a la antigua portada, que a juzgar por algunos indicios creemos que pudo estar flanqueada por dos pilastras y formada por varias arquivoltas molduradas a base de boceles y escocias. Por lo que respecta a la fachada occidental, es un simple hastial en buena medida cubierto por la casa parroquial que se adosa a él. En el interior se puede apreciar cómo la nave está ligeramente descentrada respecto a la cabecera, y se desplaza hacia el norte. Consta de tres tramos, el posterior, de menor longitud, ocupado por el coro, bajo el cual, en el muro de poniente, se aprecia una antigua puerta cegada que creemos original. La cubrición se hace mediante bóveda de cañón apuntado, de sillería revocada, sostenida por dos arcos fajones simples que descansan en semicolumnas, más gruesas que las del arco triunfal, con basas que se componen de doble plinto seguido por un solo toro superado por una moldura achaflanada. Los capiteles son de cesta más corta que los del triunfal y su decoración vegetal es claramente gótica, en un caso con largas hojas facetadas rematadas en crochets, otras más cortas y lanceoladas -como las anteriores con ábaco formado por un anillo-, un tercero con hojas planas cuyos extremos acogen bayas y un cuarto con hojas treboladas palmeadas, todos ellos vinculados a una estética claramente protogótica. Los cimacios son de nacela y se prolongan en una imposta del mismo tipo de la que arranca el abovedamiento. Los muros de esta nave se hallan muy horadados por distintos arcosolios y ventanales, de diferentes etapas, generalmente góticas. En el primer tramo, en el muro del evangelio y correspondiéndose con la base de la torre, se abre una capilla, a la que se accede por un arco tardogótico, cubriéndose con bóveda de cañón de sillería, de eje paralelo al de la nave. La torre es una interesante estructura, de compleja valoración cronológica, que se eleva junto al primer tramo de la nave, en la fachada norte. Es de planta cuadrada y consta de tres cuerpos, el inferior -que constituye la mitad de la altura total- soportado por tres contrafuertes en cada lado, aunque este sistema sólo es visible en su integridad en el lado septentrional, el único totalmente libre. Son contrafuertes no muy destacados, con doble zocalillo en la base y remate achaflanado de ligero vuelo, de tipología gótica. El segundo cuerpo es totalmente macizo y liso y el tercero, que nace de una imposta de listel y chaflán, es similar en forma y dimensiones al anterior, aunque ahora con dos troneras de medio punto en el lado norte, otras tantas al mediodía, y una en cada uno de los restantes lados. El acceso se hace a través de un husillo exterior, cilíndrico en la parte correspondiente al primer cuerpo y poligonal en la de los dos superiores. En esta torre podemos diferenciar tres etapas. La primera sería contemporánea de la nave, con la que comparte el mismo tipo de trabajo de la piedra, con las características huellas del hacha de filo liso, así como abundantes marcas de cantero en forma de E, aunque también se ven algunos sillares posmedievales embutidos; esta etapa alcanza los 2/3 del cuerpo inferior y está ahora muy bien delimitada por el trazado de un cable. La segunda fase corresponde al tercio superior de este cuerpo, donde los sillares están tallados a trinchante y las marcas de cantero cambian por completo, algo que no es perceptible en el exterior del edificio, dada la altura a que se encuentra, pero que es perfectamente visible en el interior, tanto de la torre como de la escalera de caracol. En este sector el husillo sufre una deformación, seguramente porque se modificó el remate original, eliminándose la probable cupulilla de cierre, mientras que es ahora cuando también se rematan los contrafuertes con las típicas albardillas achaflanadas y un poco voladas que caracterizan a este tipo de estructuras en época bajomedieval. Finalmente, la tercera etapa es la que se levanta a partir de los contrafuertes, igualmente bien diferenciada, hecha ya en época posmedieval, aunque sin características estilísticas claras. En conclusión, cabe suponer que este templo estuviera sustituyendo a otro anterior, ya que Hurones aparece mucho antes en la documentación histórica, pero en todo caso parece que el proceso de renovación se fue haciendo por partes. Así podemos calificar como obra estrictamente románica sólo a la cabecera, donde se conjugan las formas arquitectónicas y escultóricas de un momento que podemos cifrar en el entorno del año 1200. Algunas décadas más tarde se acomete una segunda fase, que levanta la nave actual y el primer sector de la torre, donde aún se mantienen los sistemas constructivos románicos, con empleo del antiguo instrumental, aunque la escultura de los capiteles no deja lugar a dudas de que estamos en un momento de clara introducción de la estética gótica, de ahí que, por la conjunción de ambas corrientes, podamos datar esta etapa hacia el segundo cuarto del siglo XIII. Se puede decir que entonces queda más o menos concluida la iglesia, salvo la torre, donde detectamos una nueva fase, todavía en tiempos góticos, que no llega a elevar más de media docena de hiladas. En estos siglos bajomedievales se abre también algún arcosolio en el interior -después tabicado- y ya en las postrimerías de la Edad Media se erige el arco que da paso a la capilla de la base de la torre. En los siglos posteriores a la Edad Media las reformas y añadidos continúan, aunque no podamos hacer una valoración cronológica clara; entonces se cierra la puerta de los pies, se abre una capilla-nicho bautismal, se levantan sucesivamente dos sacristías, se renueva la portada, se añade el pórtico, se construye el osario o se hace un acceso exterior al coro, además de los dos cuerpos superiores de la torre, cuya fecha incluso podría ser ya del siglo XIX, si nos atenemos a una inscripción que aparece en el campanario.