Identificador
09587_02_011
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Jaime Nuño González,José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Vivanco
Municipio
Valle de Mena
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EN UNA DE LAS CARAS del famoso sepulcro románico de Vivanco se lee: D(o)N PEDRO ANTO(nio) D(e) VIVANCO ABAD DE VIVANCO TRASLADO ESTA TUMBA DE SU YG(lesia) ANTIGUA A ESTA QUE ERIGIO. AÑO 1771. Efectivamente, la actual iglesia es del siglo XVIII y de nuevo otra lápida en los mismos muros del templo reitera que el promotor fue don Pedro Antonio de Vivanco Angulo y Ortiz, abad de Vivanco y Arceo y dueño único de la iglesia parroquial. Pero en la nueva fábrica se empleó buena parte de la sillería románica, lo que ha hecho que en sucesivas obras hayan ido aflorando diversos materiales: basas, fustes, canecillos, capiteles, dovelas y otros relieves, aunque si por algo es conocida esta iglesia es por conservar uno de los mejores sepulcros románicos burgaleses. La última intervención en el edificio se llevó a cabo en mayo de 2000 y su estado de conservación es bueno. En el centro de la nave se encuentra el mentado sepulcro, apoyado sobre dos basas románicas, si bien lo que nos ha llegado en realidad es sólo la lauda o cubierta del sarcófago, una pieza de planta trapezoidal y remate a dos aguas, con unas dimensiones de 225 x 46 x 65 cm, ornamentada en sus cuatro lados y en las dos vertientes. La parte superior está completamente decorada con motivos vegetales y queda dividida en seis partes. En el centro, de lado a lado y dividiéndola transversalmente en dos, se lee la inscripción ERA DE CCXXVI, sobreentendiéndose la letra M precediendo al numeral y por tanto correspondiente al año 1188. El vértice superior queda partido así en dos partes, y cada agua tiene otras dos, todo esto rodeado de una decoración de sogueado que recorre completamente el perímetro. Comenzando por la parte superior tenemos en la cumbre, a modo de cenefa, una fila de cinco flores en cuyo centro existe un fuerte taladro, que se repite entre flor y flor, decorándose la otra mitad de este vértice con un tallo ondulante del que parten hojas palmeadas. Contiguo a éste, en uno de los lados inclinados, aparece un tupido y geométrico entrelazo, a cuyo costado, en el extremo que coincidiría con la cabecera de la tumba, se halla un animal híbrido con cuerpo de ave y cola de pez que gira su cuello hacia una gran flor de pétalos muy marcados, cáliz y corola. La otra mitad de esta vertiente, la correspondiente a los pies, presenta un roleo de seis hojas enmarcadas por sus tallos. Ya en el otro agua, la mitad correspondiente a los pies tiene diez pequeñas flores, seis de ellas con punto de taladro, enmarcadas por un entrelazo que tiene puntas de diamante en todo su recorrido, mientras que la última sección de las vertientes está decorada con cinco palmetas. Las dos aguas se elevan sobre caras verticales a modo de frisos, apareciendo en una de las largas una arquería formada por doce arcos que encerraban en su interior una decoración de hojas -de las que sólo queda una- y flores, de las que quedan tres. Pero en el resto de los arcos se eliminó la decoración para insertar la inscripción del siglo XVIII en la que se reseña el momento del traslado del sepulcro a la nueva iglesia. El otro de los lados largos se decora con otros doce arcos, que cobijan a once apóstoles y un ave que enlaza con uno de los frentes. Los apóstoles no están identificados ni por sus atributos ni por inscripción alguna: unos se hallan en actitud de bendecir, otros elevan el Libro Sagrado y uno de ellos sostiene un rollo en una mano, donde se leen la Alfa y la Omega. El escultor no se mostró muy detallista, caracterizándose por marcarles unos ojos almendrados, en algunos un peinado con grandes mechones y en otros sólo marcando una raya al medio; obvia los detalle en la vestimenta, aunque mantiene como característica el presentarles con ampulosos trajes talares y en algunos casos decorando los cuellos. Menos preciso se muestra aún con los pies, minúsculos hasta prácticamente pasar inadvertidos. El frente que se corresponde con los pies de la tumba se decoraba con dos arcos que posiblemente cobijaban a sendas aves, de las que sólo queda una y que enlaza con el ave que se ve junto a uno de los apóstoles en el lado anteriormente citado. El otro frente, el de la cabecera, se ornamenta con una Maiestas Domini dentro de mandorla, con nimbo crucífero y corona, con la mano derecha está en actitud de bendecir y sosteniendo en la izquierda el Libro de la Vida. Sus rasgos, con ojos almendrados, pómulos marcados, pequeña boca y vestimenta con amplios pliegues acartonados, demuestran claramente que el escultor es el mismo de los apóstoles. Flanqueándole se encuentra un parcial Tetramorfos formado por el águila de San Juan y el león de San Marcos, que vuelven sus cabezas hacia la Maiestas. Como ya hemos señalado, existen abundantes restos de la primitiva iglesia románica diseminados por el interior y exterior del edificio, e incluso en alguna casa del pueblo próxima. En el pórtico hay un canecillo totalmente perdido, mientras que en el exterior, en la parte más oriental del muro sur, hay otros dos, ambos de cabezas humanas. En uno sólo se adivina la testa, con el relieve tan desgastado que ha perdido todos los rasgos del rostro; en el otro, por el contrario, se observa completamente una cara humana, con ojos abultados y labios gruesos. Junto a la torre hay otros dos restos románicos, uno del que no se puede identificar lo representado, y otro de un canecillo con otra cabeza humana, en este caso un hombre barbado con ojos redondos muy marcados y labios gruesos. También en el interior hay un canecillo muy bien conservado que representa a un hombre de similares características fisionómicas a los anteriores, pero en este caso con unas enormes manos que se lleva hasta la barbilla. Todas estas piezas, aunque evidencian una mano diferente al autor del sepulcro, no se muestran muy lejos de él. Cuando se realizó el pórtico se reaprovechó una basa que fue colocada en posición inversa como capitel. También se conserva en el interior un capitel de portada que representa a dos aves, cada una de ellas en un lado de la cesta, que vuelven sus cabezas hacia sus respectivos cuerpos. Lo más significativo, sin embargo, es la recurrencia a puntos de taladro que se desarrollan por sus cuerpos, cabezas, colas y patas. Finalmente, hay que señalar la existencia de varios relieves semicirculares. Uno está empotrado en el interior, en el muro norte, y otros dos con similares características se hallan en una casa del mismo pueblo, junto a la iglesia. Estos dos últimos, mejor conservados y colocados uno encima del otro, simulando un círculo completo, tienen unas dimensiones de 52 cm en su base y 28 cm de altura, desarrollándose en todos ellos similares motivos decorativos de semicírculos concéntricos a base de sogueados, puntos de taladro y círculos con cruces en su interior. En cualquier caso, todo parece indicar que no son fragmentos de círculos completos sino que en origen ya eran semicirculares. Por último hay que reseñar también otro relieve que se puede relacionar con estos tres, situado en el exterior del muro sur, aunque en este caso se trata de un círculo completo, de unas dimensiones similares, con una flor completa. No está clara la procedencia o utilización original de todas estas piezas descontextualizadas. Se ha señalado que podrían ser estelas funerarias, pero no se adaptan a la tipología habitual al tratarse de semicírculos, y ni siquiera la decoración es propia de las estelas. Más bien podrían ser pequeños tímpanos de ventana, del tipo de los que podemos ver en algunas otras iglesias burgalesas, aunque en ningún caso con la decoración de los fragmentos de Vivanco.