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Mocheta figurada

Identificador
49310_01_008
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 1' 20.27'' , -6º 19' 55.20''
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Mombuey
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, se ubica al norte del caserío, algo apartada hoy día del camino que enlaza Benavente con Sanabria. El templo, levantando en mampostería, presenta actualmente planta de cruz latina debido a las importantes reformas que conformaron su actual disposición durante los siglos XVIII y XIX, aunque muy probablemente la nave mantenga parte de la traza medieval en la zona de los pies, con la sencilla portada de arco apuntado y doblado sobre jambas escalonadas rematadas con imposta de perfil de listel y nacela, practicada en el muro norte. En 1891 se protegió este muro con un pórtico abierto de dos arcos rebajados de ladrillo. El arco de la capilla mayor se fecha en 1700, y la capilla meridional aparece datada en 1723, momento en el que cambiaron el retablo y ocultaron la figura de la Virgen que más abajo describiremos. Una muy borrosa inscripción en el muro exterior de la sacristía (al norte) reza: “Hízose esta obra año de 1774”. En 1811, finalmente, se data la ventana del muro meridional de la cabecera. Es la espléndida torre que se alza sobre el hastial occidental, sin embargo, la que ha dado justa fama al edificio, al constituir uno de los ejemplares más sobresalientes y atípicos no sólo del románico zamorano, sino del castellano y leonés. De planta cuadrada y notablemente estrecha (4 x 2,5 m), posee cuatro niveles, el inferior o zócalo embutido en el hastial y levantado en mampostería con refuerzo de sillares en los ángulos. Sobre él se yerguen otros tres pisos en bien despiezada sillería de esquisto de tonalidad verdosa, coronados por un curiosísimo remate a modo de chapitel pétreo de cuatro planos curvos, que dotan a la torre de una extraordinaria galanura y esbeltez, pese a su no excesiva altura. En cada uno de los pisos de la torre se abren una serie de vanos, uno por nivel en los muros cortos y dobles en los largos. El acceso se realiza por un sencillo arco apuntado de rosca ornada con bocel abierto en el muro norte, quedando vestigios de la primitiva escalera de piedra que ascendía hasta el cuerpo alto, hoy sustituida por otra de madera. En el segundo piso de este mismo muro se abre una ventana de vano coronado con un nicho decorado con hojas y rodeado por un arco apuntado de irregular traza, que apea en una pareja de columnas acodilladas de capiteles vegetales, el izquierdo con sencillas hojas lisas rematadas en volutas y brotes y el derecho con hojas lisas muy pegadas a la cesta y cogollos. Sobre los capiteles corre una imposta de simple filete, la única que recorre todo el paramento exterior de la torre. En el tercer piso de este lado septentrional se construyó un balcón volado de piedra sobre dos canes, que aúna su función de permitir el acceso a la estancia abovedada superior con la de matacán, al disponerse sobre el acceso a la estructura. En cada piso de las caras oriental y occidental de la torre se abrieron vanos pareados, correspondiendo los superiores a amplias troneras para las campanas de medio punto hacia el oeste y levemente apuntadas al este. Los dos grupos de vanos rasgados del primer y segundo cuerpo se rodean de arcos apuntados moldurados con bocel, que apean en columnas centrales y dos laterales acodilladas, coronadas con capiteles vegetales de buena factura, de acantos con nervio central perlado, volutas y cogollos, hojas perladas con lengüetas, de aire zamorano entroncando con modelos gallegos. En una de las ventanas del primer piso del muro oriental hay vestigios de una figura que ornaba uno de los fustes, imposible de identificar por el deterioro, así como un soberbio prótomo de bóvido emergiendo de un fondo de hojitas, de tratamiento extraordinariamente naturalista. Las ventanas del piso inferior del muro occidental son trilobuladas y ciegas, y las del superior, como en general las restantes, adornan sus intradoses con florones de hojas lobuladas o rizadas y figuras de ángeles. Especial atención merece la profusamente ornamentada y saliente cornisa de los muros oriental y occidental de la torre, sobre la que se dispuso el chapitel, de arquillos de medio punto sobre canes. Tanto los arcos como los canes acogen decoración vegetal de crochets, hojas rizadas con caulículos, bolas con caperuza, tallos y brotes, así como figurada, de bella factura y variados motivos: prótomos de felinos de fauces rugientes, bustos masculinos, uno muy curioso, de ensortijados cabellos, que apoya sus manos en un rollo en actitud de asomarse, otro leyendo, cabecitas sonrientes, una figura sedente sosteniendo un animal u objeto en su regazo, otra similar con filacteria, un trasgo devorando la cabeza de un jabalí, ángeles, personajillos enredados en follaje, leones y dragoncillos, arpías, etc. Es meridiana la dependencia de esta cornisa respecto a modelos gallegos, como la catedral de Santiago de Compostela y sobre todo la de Orense, que Valle Pérez considera germen del motivo, debiendo interpretarse como fruto del origen común las afinidades con la San Vicente de Ávila, o con los más simplificados motivos de algunas cornisas zamoranas (Catedral, Santa María de la Horta, Benavente, Toro, etc.). La fórmula tuvo éxito en la comarca, siendo numerosos los templos que la imitan, como el de Sejas de Sanabria y los ya góticos de Vime, Otero de Sanabria y Villar de Pisones. Sobre la cornisa corre una imposta moldurada con filete y bisel con bolas. A través del arco del muro septentrional del tercer piso de la torre se pasa al balcón-matacán de piedra antes citado, desde el cual, y por el exterior, se accede a través de una escalera y un vano adintelado a la estancia abovedada bajo el chapitel pétreo que corona la estructura. Si exteriormente este remate se forma de cuatro planos curvos, a modo de bóveda esquifada, ornados con tres pliegues en tubo de órgano y plisado inferior en “cola de milano”, interiormente acoge una cámara cubierta con una bóveda de nervios que se cruzan en el centro, ocupado por una clave decorada con un florón. Los nervios angulares reposan en columnas, cuyos fustes sin basa apoyan directamente sobre altos plintos y coronadas con capiteles de somera ornamentación vegetal, de hojas lisas con volutas y lengüetas. Es indudable el carácter contemporáneo del resto de la torre de esta estancia, aunque más complejo resulta determinar su función. Lo intrincado del acceso la convierten en un excelente baluarte defensivo, con control sobre el acceso a la torre (matacán), pero no así ofensivo. En su interior podrían refugiarse a lo sumo tres personas, y en precarias condiciones. Los huecos practicados en sus paños pudieran significar un hipotético y puntual sentido de torre vigía. En el interior del templo, en el testero de la capilla abierta al sur, se conservan dos mochetas decoradas con sendos ángeles y una imagen en piedra de la Virgen con el Niño, descubiertas tras el retablo barroco y sobre la ventana de esta capilla meridional en julio de 1987. La imagen de la Theotokos, de 93,5 cm de altura, 29 cm de ancho y 25 cm de profundidad, fue realizada en la misma piedra que la torre. Aparece María entronizada, con Jesús sobre su rodilla izquierda, al que sujeta con una desproporcionada mano, mientras que con su diestra parece sostener un fruto o flor hoy destrozado. Está la Virgen coronada, con velo, y viste calzado puntiagudo, túnica y manto ribeteado con tira perlada, que cuelga parcialmente del sitial, éste de remates avolutados. Como detalle curioso, una de las patas del sitial pilla el borde del manto de María. El Niño aparece descabezado y sostiene contra su pecho el libro, mientras que bendeciría con su perdida diestra. Su policromía, de tonos rojizos en la indumentaria y dorados en la corona, bien pudiera ser la original. Ambas figuras se presentan en posición frontal y quizá fuesen concebidas para presidir el tímpano de una desaparecida portada, al estilo de la meridional de San Juan de Benavente. Acompañan a esta imagen dos mochetas figuradas con sendos ángeles, que sostendrían ese hipotético tímpano o bien un dintel. El situado a la izquierda aparece bendiciendo con su diestra y porta una filacteria cuyo letrero pintado resulta hoy ilegible; el otro, de alas explayadas, muestra un libro abierto, y ambos delatan una inspiración compostelana, pasada probablemente por el tamiz de Benavente. Reafirma su carácter de soportes de un dintel o tímpano el filete que se prolonga en el lateral de ambas piezas, de notable longitud, así como la filacteria del ángel de la izquierda, que se extiende por el lateral de la pieza. Sobre ellos, cerrando la actual ventana, aparece un alargado sillar labrado a hacha y con una marca de cantero, que pudiera corresponder al referido dintel. Ambos soportes conservan vestigios de su policromía original y estilísticamente, como en el caso de la imagen de María, manifiestan total consonancia con las figuras de la cornisa de la torre. En una estancia adosada al muro meridional se conserva una pila bautismal de copa cilíndrica de un metro de diámetro y 0,49 m de altura, sobre tenante de 0,28 m de alto, simplemente decorada con dos boceles sogueados en los bordes superior e inferior, perfectamente coetánea de las obras tardor románicas descritas. El conjunto de lo conservado denuncia su carácter tardío, probablemente dentro ya de las primeras décadas del siglo XIII.