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Marcas de cantero en el muro sur

Identificador
50151_01_028n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 12' 19.42'' , -0º 52' 22.46''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de la Virgen

Localidad
Lacorvilla
Municipio
Luna
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La ermita de la Virgen es una pequeña construcción separada del núcleo urbajo que durante mucho tiempo ha sufrido una radical alteración respecto de su voluntad de culto religioso original, siendo utilizada como pesebre de animales y en la actualidad convertida en pajar. Su desuso y el consiguiente abandono no hacen justicia a la calidad artística de este edificio tan singular, el cual está en un entorno excepcional, completando el paisaje un torreón cercano. La ermita de la Virgen ha sido visitada con frecuencia por los fieles de la zona en romerías, tanto de Lacorvilla como de El Frago, si bien dicha costumbre parece haberse ido diluyendo con el paso del tiempo. No se han localizado referencias documentales de la época de construcción sobre este pequeño edificio, que tan sólo ha sido estudiado por Abbad Ríos (1957) quien describe la ermita ofreciendo apenas tres escuetos datos sobre la misma, como son su emplazamiento, su datación como edificación románica y su evidente proceso de deterioro y transformación en pajar. Todos ellos, no obstante, siguen siendo válidos hoy en día más de medio siglo después. Las noticias relativas a la torre de Yecra o Yéquera de finales del siglo XI aportan información valiosa sobre el poblamiento del lugar. Se conserva en un lamentable estado de conservación como consecuencia del cambio de función que ha cumplido a lo largo de, al menos, la segunda mitad del siglo XX. Esto ha provocado que su fábrica haya sido sustancialmente modificada, tanto hacia el exterior como en su disposición interna. Así, su presbiterio se encuentra cerrado con un sólido muro de piedra que se levanta unos 2 m de altura. Por otro lado hay un pesebre que recorre el lienzo norte, un banco de piedra corrido en el muro sur, un falso techo de madera que sirve de pajar y que se soporta sobre dos toscos pilares de piedra que ocupan el centro de la nave, desvirtuando la percepción de la misma y toda su esencia espacial. La ermita de la Virgen es una construcción de reducidas dimensiones, levantada en piedra sillar a partir de piezas bien escuadradas y perfectamente alineadas. La talla de los bloques responde a la misma tipología de iglesias de la época, cuidada y pulida. Se trata de una edificación con 15 m de longitud y 6,50 m de anchura. Consta de una sola nave rectangular acabada en ábside semicircular, el cual se halla además parcialmente enterrado en la falda de la loma sobre la que se asienta. Su portada principal se encuentra situada en el tramo de los pies (lo que supone una excepción en portadas laterales) y se abre en el lado sur. El vano de acceso tiene 1,66 m de anchura en su zona interna y 3,15 m medidos desde el exterior de sus arquivoltas, dando como resultado un elegante abocinamiento. Los sillares de la puerta de acceso son los que mayor erosión y desgaste han sufrido como consecuencia del tránsito de animales, muy especialmente en lo que respecta a las cinco o seis primeras hiladas. La portada se encuentra bajo una discreta moldura abocelada a modo casi de tejaroz apoyado en nueve ménsulas lobuladas que carecen de decoración figurativa. Es bastante probable que hubiese una ménsula más, la cual quedó eliminada cuando, en el centro de la moldura corrida original, se abrió un vano con la finalidad de que permitiese la entrada de luz. Es bastante probable que este hecho se llevase a cabo en el momento en el que la ermita fue transformada en pajar y se le dotó de un segundo piso. Asimismo, se aprecia la mano de la arquitectura popular en la factura de dicha ventana por varios motivos; en primer lugar rompe de manera poco sutil la decoración y estilo originales, y en segundo tiene a modo de alfeizar fragmentos cerámicos y los cargaderos bajo el dintel son dos rollizos de madera vista. La portada tiene tres arquivoltas que se rematan en una chambrana semicircular escasamente moldurada que las cobija. Tan sólo la central se adorna con un sencillo toro mientras que las otras dos están acabadas en arista viva. De igual forma hay que destacar que la arquivolta central ha perdido los fustes de las dos columnas en las que se apoyaba aunque, afortunadamente, aún conserva los capiteles de las mismas que carecen, sin embargo, de cualquier decoración. Las arquivoltas descansan en su correspondiente imposta que continúa horizontalmente hacia el Oeste en este primer tramo de la nave, debajo de la cual se localiza un sillar con una interesante decoración tallada que representa una flor de cuatro pétalos alargados. La iglesia tiene vanos aspillerados de remate semicirdular y doble derrame en el centro del ábside, en el presbiterio sur -entre dos contrafuertes- y en lo alto del hastial de poniente, donde también se horadó el muro -obra que sin duda debió de ser bastante posterior a la fábrica original- para poder disponer de mayor luz en el interior de la ermita, lo que provocó un grave asentamiento diferencial que recorre el muro de arriba abajo. También en el hastial se abre una pequeña puerta auxiliar rematada en arco muy rebajado con escueta moldura. Es muy posible que la ermita de la Yéquera fuera realizada en una única fase constructiva, o al menos en épocas consecutivas por los mismos maestros, lo que justificaría su unidad constructiva, en la que no se aprecian diferentes etapas en la edificación. Los tamaños de los bloques son muy similares, las alturas de las hiladas son prácticamente idénticas, la labra sigue idénticos patrones. Además las distintas marcas de canteros que se encuentran en sus muros exteriores son siempre las mismas -siendo especialmente habituales una V invertida a la manera de una punta de flecha y un aspa o cruz muy estilizada- por lo que podríamos estar hablando de la misma cuadrilla que se dedicó a trabajar en exclusividad esta ermita durante un período de tiempo. El ábside está cubierto con bóveda de horno apuntada, mientras que la nave ahora lo hace con un tejado de madera a dos aguas que descansa en potentes arcos transversales apuntados. El tejado del ábside es el original y es de losa, no así el de la nave, que es de teja árabe. Las columnas en las que apoyan los arcos transversales conservan sus capiteles decorados, uno de ellos con escuetos esquemas vegetales (hojas de palma en las esquinas) conseguidos mediante incisiones y otro con sencillo entrelazo que trae a la memoria los cercanos templos de El Frago. La zona interior de la cabecera es una de las partes que peor han llegado hasta actualidad. El hecho de que a mediados del siglo pasado se decidiera cerrar el presbiterio con un grueso muro nos hace pensar que la cabecera se utilizó como paridera de animales. Los muros del ábside permanecen encalados y en su centro se abre un vano abocinado (en la hilada número diez numerando desde el arranque del lienzo mural) que hoy en día se encuentra cegado. El vano está recorrido en su parte superior por una cornisa que transita por toda la cabecera e incluso los muros de la ermita a la altura de los capiteles. El acomodo de la moldura al arco de la ventana y la situación relativamente elevada de ésta con respecto al semicilindro absidal testimonia su ejecución en época tardorrománica. Hay tres contrafuertes en cada uno de los lados de la edificación, si bien es cierto que los del lado septentrional se encuentran desafortunadamente en un estado de conservación bastante más precario, hecho en el que la meteorología ha venido jugando un importante papel. Uno de los rasgos más interesantes en los que destaca esta ermita es la cantidad de sillares que tienen pequeñas muescas, marcas de cantero en forma de equis o aspas, una cruz de consagración y diferentes inscripciones decimonónicas. La decoración más variada que encontramos en esta ermita se concentra en las ménsulas del ábside, las cuales están ornamentadas con modillones de rollos, aspas y lingotes que se encargan de sustentar una moldura corrida en nacela que se prolonga perimetralmente por toda la construcción. La carencia de noticias documentales supone un inconveniente a la hora de establecer la datación del templo. No obstante, ya se han descrito los elementos que sitúan la fábrica en época tardorrománica, por lo que cabe suponer su edificación en el entorno de 1200.