Santa Cecilia de la Fabregada
VILANOVA DE MEIÀ
Iglesia de Santa Cecília de la Fabregada
La iglesia de Santa Cecília es, junto con el castillo y la iglesia de Sant Pere, el vestigio medieval más destacado del antiguo término municipal de la Fabregada. Para llegar a Santa Cecília se debe seguir el mismo itinerario que para la iglesia de Sant Sadurni, pero antes de entrar al valle se tiene que tomar el camino no señalizado que aparece cerca de la casa de la Fabregada. Tras unos 2 km, se llega a una explanada desde la que se divisan, a lo lejos y sobre una colina, las ruinas del templo.
No existen noticias documentales directas sobre el origen de la iglesia de Santa Cecília. Posiblemente debió de ser una capilla dependiente de la cercana iglesia parroquial de Sant Sadurní, que, a su vez, estuvo bajo la órbita del priorato de Meià hasta el siglo xix. Aunque en el momento en que Roig i Jalpí la cita a mediados del siglo xvii, parece que seguía funcionando, su prolongado abandono la ha convertido en una ruina en la que a duras penas se mantienen en pie parte de sus muros.
Se trata de un pequeño edificio de planta formada por una sola nave casi cuadrangular, y un ábside semicircular, del que sólo subsisten las primeras hiladas, y cuyo eje está ligeramente desviado respecto al de la nave. El espacio absidal se abría a ésta mediante un arco presbiterial del que se conservan solamente las pilastras. Esta cubierta por una bóveda de cañón, parcialmente hundida en sus extremos, en la que se observan todavía los vestigios de las pilastras donde se apoyaba un arco fajón. El acceso al templo se realiza por una puerta de arco de medio punto situada en el muro sur, las dovelas exteriores de la cual han sido expoliadas. La única ventana conservada se sitúa en la fachada oeste y, como en muchas iglesias cercanas, tiene forma de cruz. Los muros son de un grosor considerable y están formados por un aparejo mediano, bien escuadrado y dispuesto en hiladas horizontales. En ciertas zonas de los paramentos oeste y norte, se observan piedras dispuestas en forma de opus spicatum.
Los restos conservados, que destacan por su simplicidad y por la ausencia de elementos ornamentales que ayuden a establecer una datación aproximada, han llevado a algunos autores a situar la obra en el ámbito de la arquitectura del siglo xi.
Texto y foto: Juan Antonio Campos
Bibliografía
Bernaus i Santacreu, R. y Sánchez i Agustí, F., 1999, pp. 260-264; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 478-479; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984, p. 558.