Identificador
09620_03_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 11' 33.47'' , - 3º 38' 30.18''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Hontoria de la Cantera
Municipio
Hontoria de la Cantera
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
AUNQUE NO ES MUCHO LO QUE QUEDA en pie de esta ermita, sus ruinas sugieren en primer lugar el interesante tema de su significación histórica como un centro de culto distinto a las parroquias de la actual Hontoria de la Cantera -la antigua Hontoria de Suso-, cuya iglesia está dedicada a San Miguel, y de la de Hontoria de Yuso, cuya parroquia estaba bajo la advocación de Santa Eugenia. Sin embargo es precisamente el titular de la ermita, San Felices, el que da nombre al riachuelo de Saelices, que riega toda la zona. Que San Felices fue parroquia en algún momento parece fuera de toda duda, pues existen enterramientos en su entorno, pero lo que también parece claro es que no hay un núcleo o barrio específico en ese lugar que figure citado en las fuentes documentales. Es posible entonces -aunque no podemos pasar de la simple conjetura- que en origen fuera la iglesia de una población más o menos dispersa, aunque reconocida como una sola entidad, pues ya vimos cómo la primera referencia, de 1011, habla simplemente de Hontoria. Pero cabe suponer que ya por esas fechas hubiera una tendencia al agrupamiento en dos barrios, surgiendo así las dos Hontorias, que pronto levantarían sus propias parroquias, quedando la antigua un tanto marginada, pasando entonces a convertirse en ermita. Se levanta a unos 500 m al noroeste del casco urbano, en una zona llana, con ligeros abancalamientos art ificiales, con prados en el entorno inmediato que dan paso a los cultivos extensivos de cereal. En el mismo solar, según Escalona, se identifica también un asentamiento romano, algunas de cuyas piedras parece ser que se reutilizaron en la construcción del edificio. Ese mismo autor aboga además por una pervivencia de poblamiento en el mismo sitio desde época romana hasta la construcción románica. De la iglesia se conserva la cabecera completa -ábside y presbiterio- y el arranque de la nave, reconociéndose la planta tras la limpieza del entorno y consolidación del ábside que se llevó a cabo en 1998. Dicha cabecera es de piedra caliza local, con muy buen despiece, y se asienta sobre un terreno seguramente nivelado artificialmente cuando se hizo el templo. Constructivamente consta de una cimentación de menuda mampostería trabada con cal -que llega a aflorar-, sobre la que se levanta un irregular zócalo de sillarejo -seguramente formando aún parte del cimiento-, y sobre éste la sillería que iría vista, caracterizada por las abundantes marcas de cantero, cruces incisas -que bien pueden referirse a la ubicación de tumbas al pie de muro- y una línea incisa horizontal, que recorre toda la hilada inferior y que puede indicar la disposición que debían guardar de esos sillares. El hemiciclo absidal, de corta altura, es muy simple, con una sutil saetera abierta en el testero, cuyos muros rematan mediante un alero sostenido por once canes de nacela, con cornisa ajedrezada. En el interior la pequeña saetera se abocina, formando un arco de medio punto doblado, monolítico, sobre el que se han dibujado falsas dovelas mediante líneas incisas. Curiosamente esta ventana está a mitad de camino entre los muros verticales y la bóveda de horno -de magnífico despiece- que cubre el ábside, de modo que la imposta de listel y chaflán que sirve de punto de partida al cuarto de esfera queda interrumpida por ese vano. Por la base de los muros discurre un podio de arista abocelada que se prolonga por el presbiterio y parece que también por la nave original, según puede deducirse de los escasos testimonios conservados. No puede hablarse propiamente de un banco corrido, dada su estrechez, sino simplemente de un refuerzo de la base de los muros, algo que se repite con mucha frecuencia en los edificios de la época. El presbiterio tiene poco desarrollo, con una curiosa planta que al exterior muestra sus paramentos paralelos y al interior una disposición trapezoidal, abriéndose hacia la nave. Su alero coincide en tipo y altura con el del hemiciclo, aunque sólo con capacidad para tres canes por lado. En el interior se cubre con bóveda de cañón, partiendo de imposta achaflanada, abriéndose una credencia en el muro norte. El arco triunfal es de medio punto doblado y ligeramente peraltado. Los soportes constan de alto podio sobre el que se levanta una pilastra con semicolumna adosada. Las basas tienen pequeño plinto y doble toro enmarcando una escocia decorada con relieves, muy deteriorados pero que parecen representar escenas zoomorfas, tal vez grifos o leones, una idea que se ve en la ermita de Nuestra Señora del Cerro de Cueva de Juarros. El capitel del lado del evangelio se decora a base de anchas hojas palmeadas, dispuestas en dos series, con marcados nervios a bisel y extremos enrollados o con bolas, bajo cimacio ajedrezado. El de la epístola es más sencillo, igualmente vegetal, pero de anchas hojas lisas de perímetro sogueado, con una especie de folias con piñas, muy deterioradas, en la parte superior. El cimacio de nuevo es ajedrezado y, como el de enfrente, se derr a m a por el testero de la nave formando una imposta. La nave es larga y estrecha y no queda rastro de portada, que con toda probabilidad se abría al sur. Los machones que contactan con el arco toral son de sillería, románicos; el resto es de pobre mampostería, de paredes estrechas, seguramente resultado de una reconstrucción posterior, a juzgar por los sillares que se hallan en el lado del evangelio, con talla gótica, aunque Escalona la supone anterior al ábside y exponente de un viejo centro de culto altomedieval. Hoy sólo queda en pie un pequeño lienzo y del resto se extrajeron seis estelas funerarias romanas que en la actualidad se conservan en el Museo de Burgos. Junto al muro de la epístola se halla un sarcófago trapezoidal, que por carecer de cabecera antropomorfa y en virtud de su talla a azuela creemos que es prerrománico. En cuanto a la data de la cabecera románica, aunque los rasgos de filiación cronológica no son muchos, nos inclinamos por un eventual encuadre en la segunda mitad del siglo XII, a tenor de los dos capiteles del triunfal. Según cuenta el padre Domingo de Silos Moreno en su crónica sobre la Guerra de la Independencia en Silos y su entorno, en 1811 la ermita estaba ya abandonada, sirviendo de refugio a las tropas francesas cuando le conducían prisionero a Burgos.