Santa María de Matamala
Iglesia de Santa Maria de Matamala
La referencia documental más antigua que se conoce del actual municipio de les Llosses hace referencia a la iglesia de Santa Maria de Matamala, en la que se conservan muy pocos vestigios arquitectónicos de época románica pero que nos ha legado una de las más interesantes tallas de la Virgen procedentes de la comarca del Ripollès: la Mare de Déu de Matalamala, hoy conservada en el Museo Episcopal de Vic. El templo se encuentra en el vecindario homónimo, en el extremo noroeste del municipio, y el acceso se realiza mediante un desvío situado en el km 178 de la carretera C-26.
Desde los primeros tiempos de su existencia, la iglesia y el valle de Matamala han estado vinculados al monasterio de Ripoll. El contexto que explica esta situación es el de la fundación del cenobio por parte de Guifré el Pelós, quien lo dotó con grandes extensiones de territorio y propiedades diversas, entre las que se encuentra el templo que aquí nos ocupa. Así se hace constar en el acta de dotación del monasterio, fechada el 20 de junio del año 888, que es donde encontramos la primera mención de esta iglesia: Et in eadem valle, in locum quem vocant Matamala, ipsas ecclesias sancte Marie (...).
Tal y como ocurre con Santa Maria de les Llosses y otros edificios del municipio, los pocos documentos conocidos en que se cita la iglesia consisten en textos de confirmación de las posesiones del monasterio de Ripoll. Este es el caso de la bula que el papa Agapito II emitió en el año 951 (Et ecclesiam Ste. Marie quod est in Matamala cum terris sibi subditis confirmamus absque tributo), seguida por la de Sergio IV en el 1011; o de los preceptos firmados por Luís de Ultramar y su hijo Lotario en los años 938 y 982 respectivamente.
Tampoco el análisis arquitectónico de la iglesia, muy alterada, ofrece demasiados datos relativos a la construcción del templo y a su aspecto original. Sin embargo, un estudio más detallado de su configuración espacial, así como de las analogías con el resto de los edificios de origen medieval que se conservan en les Llosses, permite realizar un esbozo de su fisonomía primitiva, así como de las sucesivas modificaciones a que se vio sometido.
Del templo románico, fechado en el siglo xii y que habría substituido el edificio que citan las fuentes desde el siglo ix, únicamente se conserva la nave –flanqueada por estructuras añadidas en época moderna al Este y al Oeste– y algunos paños de muro que, sin embargo, resultan insuficientes para realizar una lectura de los paramentos, ya que estan cubiertos casi íntegramente por una capa de enlucido. No se conserva el ábside que debía rematar la nave al Este, y que fue substituido por la actual cabecera plana en el marco de una primera reforma llevada a cabo en el siglo xvii, reforma que consistió en el añadido de un tramo en la zona del presbiterio para alargar la nave. La nueva cabecera mantiene la altura del templo original, enfatizada por una cornisa que establece una línea divisoria entre el muro y el arranque de la bóveda de cañón seguido que cubre ambos espacios. La cornisa actual, fruto de las reformas del edificio en época barroca, substituye probablemente una cornisa original románica.
En un segundo momento, y en dos campañas sucesivas en los siglos xviii y xix, se abrieron las cuatro capillas que flanquean la nave (lo que supuso la destrucción de los muros románicos) y se construyó el campanario adosado al templo en el exterior, una torre maciza de poca altura y con una ventana en cada uno de los lados del piso superior. En un momento posterior se construyeron la conocida como capilla del Santísimo y la sacristía, que flanquean el presbiterio al Norte y al Sur respectivamente. Una placa situada sobre la puerta de acceso –también reformada y compuesta a partir de un arco de doble punto adovelado– establece el año 1884 como la fecha del fin de la última reforma de Santa Maria.
La composición espacial del edificio deriva, por tanto, de la adición de nuevos espacios a la estructura primitiva, lo que se hace especialmente evidente en el exterior, donde se aprecia el juego de volúmenes de diferentes alturas que se corresponden con los espacios añadidos a la pequeña nave románica: la rectoría al Oeste, el campanario, la sacristía, el nuevo presbiterio y el cementerio, también adosado a la cabecera del templo.
Virgen de Matamala
La Marededéu de Matamala (MEV 1404) es una escultura exenta de 60 x 25 x 21 cm, tallada en madera de chopo y que presenta algunos restos de policromía. Se trata de una pieza en la que se muestra a María con el Niño siguiendo la tipología de la Virgen como Sedes Sapientiae, esto es, como sede de la sabiduría. Esta imagen de la Virgen como trono del Niño (el Verbo Encarnado) es el tipo iconográfico más extendido del románico catalán, del cual se encuentran numerosos ejemplares, de entre los que destacan, por su altísima calidad e influencia posterior, los de la Virgen del Claustre de Solsona o la Virgen de Montserrat, con la que la historiografía ha relacionado las tallas ripollesas como las que nos ocupa.
La imagen de Matamala muestra a la Virgen sentada sobre un trono en posición frontal. Viste una túnica de cuello redondo y un manto que le cubre la cabeza, sobre la que luce una corona. Bajo la túnica se muestran los pies, calzados y apoyados sobre un suppedaneum. Sostiene con la mano izquierda una esfera, símbolo de su poder sobre el mundo, y con su mano derecha acoge al Niño, sentado sobre su rodilla. Éste, pese a haber perdido la absoluta frontalidad que caracteriza las piezas más antiguas al estar sentado en un lado y no en el centro de la madre, sigue mirando al frente y sin mantener, por tanto, contacto visual alguno con la Virgen. Viste también túnica de cuello redondo, los pies descalzos y corona. Levanta la mano derecha en actitud de bendición y, con su mano izquierda, sostiene el Libro de la vida apoyado sobre su rodilla. El trono sobre el que sienta la Virgen, que sigue la tipología de la silla curul, está formado por cuatro columnas de igual altura, las dos de delante de fuste helicoidal y las dos posteriores de fuste liso, todas coronadas en forma de piña.
Se conservan restos de policromía en los cuellos y puños de los vestidos de las figuras –más visibles en el Niño que en la Virgen–, a modo de motivos geométricos imitando la ornamentación de las telas con pedrería y motivos florales que, como si fuesen bordados, enriquecen las ropas. El sitial está decorado con ornamentos de tipo vegetal y son visibles, además, restos de escudos heráldicos en los que se encierra la figura de un animal cuadrúpedo, probablemente un león.
Tradicionalmente, la Marededéu de Matamala se ha atribuido al taller de Vic. Sin embargo, en este sentido, es preciso atender a las tendencias historiográficas más recientes que rechazan el método atribucionista, que pretende agrupar las piezas cronológicamente y en relación a hipotéticos centros de producción, y considerarlas como fruto de un contexto histórico y artístico común.
Las fotografías conservadas en el Archivo Mas de Barcelona permiten documentar una restauración antigua realizada en fecha incierta. Consistió en la limpieza de la pieza, la consolidación del brazo derecho y los pies de la Virgen, y la eliminación de repintados. Entre el 1997 y el 2002 se realizó una segunda intervención, llevada a cabo por el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya.
Lipsanoteca
El Museo Episcopal de Vic conserva una lipsanoteca procedente también de Santa Maria de Matamala (núm. inv. 2185). Se trata de una pieza muy sencilla, de forma rectangular y de la que se conserva el receptáculo para las reliquias, pero no su tapa. No presenta ornamentación en ninguno de sus costados. La historiografía la ha fechado en el siglo xii, aunque por su factura de carácter popular se hace muy difícil precisar una cronología más exacta.
Texto y fotos: MARGARIDA MUÑOZ MILÁN – Planos: ROSA GIL GUACH
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 147-149, XXII, p. 150-152; Gordi i Serrat, J. y Llimós, R., 1998, pp. 72-73; Gros i Pujol, M. dels S., 1991b, p. 91.