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Espadaña de la iglesia de Santiago

Identificador
39022_05_050n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 11' 37.85'' , -4º 37' 59.98''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santiago

Localidad
Colio
Municipio
Cillorigo de Liébana
País
España
Descripción
ESTE BELLÍSIMO PUEBLO DE COLIO, colocado en las altas vertientes del Valle de Castro Cillorigo, al pie del macizo oriental del los Picos de Andara, que parece, desde su elevado asiento, vigilar la entrada del río Deva en sus estrechas y cortantes Hoces, mantiene aún, como muchos de la tierra lebaniega, el encanto y la soledad de estos parajes agrestes de cumbres y despeñaderos. Apartado de casi todo, ahora accesible pero antaño abandonado, ha visto pasar los siglos pero también la permanencia de los peñascos. Ajeno durante la mayor parte de su existencia a los enloquecidas mudanzas de los hombres, no pudo Colio, sin embargo, eludir sus guerras y disputas, sus ambiciones y sus soberbias. Sus pobladores, durante tantos siglos, no sólo fueron testigos de ruidosos argayos y sorpresivos aludes, cuando en los altos el deshielo o las lluvias torrenciales conmovían el Canchoal de Hormas o el Regato de los Relallos, sino que, a pesar de su apartamiento, tuvieron que soportar en algunas ocasiones las repercusiones que alterando su vivir, y su paz, llegaban a ellos de luchas ajenas, que apenas lograban entender. Así ocurrió, por ejemplo, durante la guerra de la Independencia, pues el general español Juan Díaz Porlier, fundador de la “División Cantabria”, eligió a Colio para instalar en esta aldea una Academia militar para la formación de sus oficiales. No sabemos bien por qué nuestro pueblo se vio así depositario de esta emblemática escuela de lucha que alteró, si bien por poco tiempo, su siempre deseada vida de paz. La iglesia está colocada en una resaltada lomilla al norte del caserío, un poco como el pastor que vigila sus ovejas, y muy próxima al cementerio, formando en unión con los humildes hogares, un conjunto que descansa sobre un fondo grandioso de paisaje de robles, roca pelada de altas crestas calizas, con neveros en la lejanía, y desde ella, desde su altiva cabecera, puede el viajero contemplar los viejos tejados de la aldea que se extienden hacia el sur, rodeados de verdes prados, y patios interiores o rincones rurales donde se apiña la leña o se asoman pajares con barandillas trenzadas de varas de avellano. La fábrica del templo, en general, es de cronología avanzada. Lo más viejo, parece ser la cabecera y la espadaña; pudiera ser colocado en los años mediados del trece, pero con tradición y elementos románicos, siguiendo, en realidad, lo que ocurre en muchos de los humildes templos lebaniegos. El aparejo de sus muros es casi totalmente de mampostería, salvo contrafuertes y arcos para los que se utiliza la sillería. Los síntomas goticistas se aperciben sobre todo en la bóveda de la cabecera, que es de cuatro plementos, y en la altura del ábside. Desde su origen sólo debió de tener una sola nave más baja que la cabecera, y cubierta de madera. En el siglo XVI, posiblemente, esta nave fue modificada, pero conservando dos capillas abiertas en el muro norte que tienen una estructura más antigua. Ambas tienen arcos de entrada de medio punto que apoyan en jambas de fuertes sillares, y que conservan un marcado aire románico. Una de ellas, la que ahora hace de baptisterio, se cubre con bóveda de medio cañón, que fue enjalbegada, pero que pudo ser de simple mampostería. La pila bautismal que contiene es una buena pieza, con cuba de casetones muy asignable al siglo XVI. El interior de la cabecera lleva bóveda de nervios de cuatro plementos y arco triunfal de medio punto, ancho y con chambrana biselada. El muro meridional de este ábside se abre al exterior con una ventana ajimezada ya de factura gótica. La cornisa del sur conserva otro canecillo de caveto. La espadaña, que forma el hastial occidental de la iglesia, tiene un aspecto que desde luego repite la estructura típica de los campanarios románicos de concejo. Combina un aparejo de mampostería y de sillería, ésta, sobre todo, para reforzar toda la armadura, y para lograr segura resistencia en las troneras. Tiene un cuerpo bajo más ancho en su base; otro segundo, el de las campanas, más estrecho, separados ambos por una imposta sencilla, sin decoración. Los huecos son de medio punto, en arco doblado que apoya sobre cimacios-impostas, del mismo tipo. Carecen estos arcos de chambranas y arquivoltas. Acaba la espadaña, con un tercer cuerpo, el piñón, con una sola tronera centrada.