Identificador
40172_01_234
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 57' 1.62" , -4º 7' 42.03"
Idioma
Autor
Carlos Álvarez Marcos,José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
Localidad
Segovia
Municipio
Segovia
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Pedraza
Municipio
Pedraza
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LAS RUINAS de la conocida como ermita del Carrascal se encuentran extramuros de Pedraza, junto al arroyo de San Miguel, muy cerca del acueducto de la villa y próximas también a la llamada Huerta del Caño. Sin embargo, las ruinas que hoy contemplamos no se corresponden con las de ermita primitiva en las que se veneró a la Virgen del Carrascal, sino que pertenecen a la iglesia de San Miguel una de las primitivas parroquias que tuvo Pedraza y que a partir del siglo XVII pasó a albergar la imagen de la patrona de la Villa y posteriormente tomó su nombre. Antes de comenzar el análisis arquitectónico de los restos románicos del edificio es necesario exponer primero las vicisitudes históricas que han llevado a este edificio hasta su aspecto actual. Conocemos la existencia de una iglesia dedicada a Santa María del Carrascal en Pedraza, prácticamente desde principios del siglo XIII cuando el rey Fernando III, concretamente en 1219, confirma en un documento todas las pertenencias del monasterio de Santa María de la Sierra entre las que se encontraba Santa María del Carrascal en Pedraza. La primitiva ermita de Nuestra Señora del Carrascal pertenecería al monasterio de Santa María de la Sierra hasta 1650 cuando éste ya dependía a su vez del monasterio de Sacramenia y el abad de este último lugar decide vender la ermita por 3600 reales, pasando a ocuparse de ella desde ese momento los pueblos de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza. En cuanto a la primitiva iglesia y parroquia de San Miguel, el dato más antiguo que conocemos nos lo proporciona la lista de distribución de rentas de los canónigos de la catedral de Segovia, ya que en 1247 Sant Miguel de Pedraza rentaba a Petrus Garsie once maravedís y dieciocho dineros. Curiosamente, a principios del siglo XVII era la parroquia de Pedraza que reunía un mayor número de vecinos pecheros, superando a San Juan, Santa María y Santo Domingo parroquias “urbanas” de la Villa. Muy probablemente la primitiva ermita del Carrascal estaba ya en ruinas en 1668 por lo que se trasladó la imagen a la iglesia de San Miguel, que había perdido su condición de parroquia tras la despoblación del arrabal en el que se encontraba. En esos momentos el templo necesitaba un acondicionamiento general, sabiendo además que iba a albergar la imagen de la patrona de la Villa, por lo que se acometieron unas obras que transformarían profundamente la iglesia románica original, dejando escasos testimonios de esa época entre sus muros. Así pues, la primitiva ermita del Carrascal desapareció conservándose por un tiempo la imagen en la iglesia de San Miguel, que pasó a denominarse a partir de ese momento ermita de Nuestra Señora del Carrascal. Por tanto, después de conocer la historia del edificio, podemos decir que las ruinas conservadas hoy día pertenecen en su mayor parte a un edificio que se construyó durante la segunda mitad del siglo XVII sobre los restos de uno anterior realizado en época románica del cual se conservan algunos vestigios reaprovechados en los muros de la nueva construcción. Desconocemos a qué se referían Gudiol Ricart y Gaya Nuño cuando observan en Carrascal de Pedraza “algunos restos indefinibles” o qué datos maneja Santamaría López cuando apunta que “debió tener pórtico con arquería, pero no queda nada de él”. Lo cierto es que las ruinas de la ermita del Carrascal son prácticamente en su totalidad correspondientes al edificio reformado en el siglo XVII y que los vestigios románicos son escasos y se encuentran descontextualizados. Es probable que las dimensiones actuales del edificio sean parecidas a las de la iglesia románica original, ampliándose sobre todo la cabecera y el edificio por el lado occidental, y reconstruyéndose gran parte de la caja muraria. Tan sólo se conserva restos de lo que fue el lienzo original en el lado norte que se corresponden con el primitivo presbiterio y parte del ábside, una construcción de mampostería con sillares en las esquinas, y algunos canecillos originales de nacela en el muro recrecido del presbiterio. La parte románica que más resalta es la portada del templo ubicada en el lado meridional remontada entre dos contrafuertes y compuesta por un arco de medio punto que apoya en simples jambas prismáticas y con las dovelas decoradas por clípeos formados por tallos anudados en cuyo interior otros tallos también unidos van formando motivos geométricos repetidos. Un motivo decorativo similar encontramos en las dovelas de la portada de la cercana iglesia de Valle de San Pedro pero también en las más alejadas de Caballar, Nuestra Señora del Pozo Viejo de Nieva e incluso en la iglesia de San Millán de la capital segoviana en la que algunos capiteles del pórtico llevan cimacios con este tipo de decoración. Se entiende por tanto, que es un motivo decorativo presente en prácticamente toda la provincia. La portada está protegido por un guardapolvos o chambrana que tiene tallados pequeños tréboles dentro de círculos y una moldura de listel, y unos cimacios decorados por tallos vegetales entrelazados formando círculos dentro de los cuales se tallan estrellas de cinco puntas. En el interior del recinto se observan aún hoy los restos del arco triunfal, un arco doblado recogido por columnas con fustes y capiteles completamente lisos. En las esquinas de la cabecera cuadrangular del templo se observan los restos de unas trompas de ladrillo que pudieron sostener la cubierta realizada a la cabecera en el siglo XVII. Durante nuestra primera visita el interior del templo amenazaba ruina, totalmente invadido por espinos, ortigas y maleza varia, amén de abundante material pétreo procedente del derrumbe de los muros y esparcido por el interior de la ermita. A fecha de realización de este trabajo se estaban realizando obras de restauración y consolidación del edificio habiendo aparecido entre los escombros diecisiete dovelas custodiadas actualmente en el Museo de Segovia. En ellas se representan fundamentalmente motivos geométricos, florones, motivos vegetales con pequeñas hojas en forma de trébol, sirenas de doble cola, leones, aves que se picotean las patas, un águila con las alas desplegadas e incluso un toro con una cruz símbolo quizá del evangelista San Lucas.