LA IGLESIA DE SANTAMARÍA se sitúa en el extremo occidental del reducido caserío, como él instalada en acusada pendiente. Construcción de notables dimensiones, realizada en mampostería, la fábrica actual es obra de finales del siglo XV o inicios del XVI, compuesta de dos tramos -el oriental con función de capilla mayor- separados por un perpiaño apuntado y cubiertos con sendas bóvedas de crucería con terceletes. Al norte se adosó una torre de planta cuadrada, mientras que al oeste se dispuso una capilla bautismal, que aloja la pila románica que al final describiremos. Pese a la radical reforma del conjunto, éste mantiene algunos vestigios del primitivo románico, centrados en la portada meridional, la serie de rudos canecillos reutilizados en el muro sur de la nave y en la cabecera, un capitel doble en el perpiaño y la ya citada pila bautismal. Aunque predominan en la serie de canecillos incorporados en la cornisa actual los de simple perfil de nacela o los decorados con uno o tres rollos, otros se figuran con prótomos de bóvidos y cápridos, así como algunas figuras humanas muy erosionadas y de ruda talla, entre las que creemos distinguir un tosco atlante, un posible exhibicionista y un músico tocando la viola. Mayor interés manifiesta la portada, abierta en el muro meridional, protegida por un pórtico cerrado y parcialmente solapada por las construcciones posteriores adosadas en esta parte del edificio. Consta de arco de medio punto liso y dos arquivoltas, la interior baquetonada y la externa moldurada con tres cuartos de bocel en esquina retraído. Apoyan los arcos en jambas escalonadas en las que se acodillan dos parejas de columnas, rematándose por imposta de listel y chaflán ornado con taqueado, que en la parte correspondiente al intradós del arco es sustituido por tres hileras de puntas de clavo. Los dos capiteles de la jamba izquierda se decoran con grandes bustos humanos, quizá femenino y velado el del interior y aparentemente masculino el otro, en el que se repite el tema de la figura que alza sus desproporcionadas manos sosteniendo una tela o mordaza sobre su boca. Ignoramos el significado de estas figuras, que vemos también en Espinosilla de San Bartolomé, la ventana norte del presbiterio de Butrera, Boada de Villadiego, San Llorente de la Vega, la ermita de Sotre sgudo, La Piedra, Quintanilla de Riofresno, etc. En los capiteles de la jamba derecha las cestas aparecen lisas, con sólo sugeridas hojas que rematan en bolas o bayas. Mayor calidad y volumen evidencia, pese al revoco que lo cubre, el capitel reutilizado en la doble columna adosada que recibe el perpiaño interior en el lado de la epístola, decorado con dos hojas lisas rematadas en volutas entre las que se dispone un mascarón humano, y ante las que se afrontan un ave y una arpía, que juntan sus patas interiores alzadas y vuelven sus cuellos en sentido contrario. Este vestigio reutilizado de la primitiva iglesia no encuentra su correspondiente par en el capitel norte del arco, que apea en semicolumna simple. La bella pila bautismal románica, dispuesta en una capilla abierta al fondo de la nave y alzada sobre un soporte moderno, conserva la copa semiesférica de 110 cm de diámetro x 53 cm de altura, exteriormente gallonada y con un bocel en la embocadura. A media altura la adorna una cenefa de triples círculos entrelazados, motivo harto frecuente en la comarca y que encontramos en las de Boada de Villadiego, Villahizán de Treviño, La Piedra, Tagarrosa, o en la pila bautismal de Sandoval de la Reina, que parece un seco remedo de esta de Ordejón.