Identificador
09651_01_017
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 7' 23.56'' , - 3º 26' 40.56''
Idioma
Autor
Javier Gómez Portela
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Lara de los Infantes
Municipio
Jurisdicción de Lara
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL TEMPLO DE LA NATIVIDAD, alzado sobre un montículo hacia el este de la localidad, posee una sola nave con ábside semicircular, una sacristía del siglo XVIII de planta cuadrangular con ángulo SE achaflanado y cierre cupulado, más un atrio -antaño porticado- hacia el mediodía. Es más que probable que el viejo templo contara con tres naves, estructura deducible del análisis de los formeros aledaños al triunfal, rematando las naves laterales en absidiolos no extradosados sino excavados en el muro, particularidad constructiva que vemos en algunas iglesias burgalesas (Butrera, Tabliega de Losa), sorianas (Garray, San Vicente y San Miguel de Almazán, San Nicolás y San Juan de Rabanera de la capital, etc.), aragonesas (San Pedro de Siresa, Santa Cruz de la Serós, San Juan de Uncastillo) y la catalana de San Benito del Bagés, sorprendiendo la solución (como en los casos de la capital soriana y San Miguel de Almazán) en un edificio de triple nave. Rodea el templo un potente murete del siglo XVIII, reventado a trechos, delimitando ámbito eclesial y extenso campo santo. A la misma época debe asignarse un basamento de cruz, colocado hacia el costado SE, más allá del recinto eclesial, ornado con cuatro tondi que enmarcan mondas calaveras. El ábside -lamido por acicalados líquenes de singular atractivo- presenta cinco paños pautados mediante semicolumnas adosadas que arrancan de bloques prismáticos y basas áticas con alta escocia y acusado bocel superior, coronándose con cestas de erosionados homúnculos y acantos calados que soportan un alero con perfil de escocia ornado de canes con placas rectangulares en progresión. El hemiciclo absidal cuenta con dos niveles separados mediante una imposta abilletada superpuesta a las semicolumnas y que se prolonga hacia el presbiterio. El paño central está perforado con saetera de medio punto provista de arquivolta exterior sogueada e interior de flores tetrapétalas inscritas en el interior de círculos. Hacia el interior se cubre con bóveda de horno, reservando arquerías ciegas para el hemiciclo y el tramo presbiterial. El presbiterio, de planta cuadrangular, queda visible al exterior septentrional mostrando alero con canecillos de placas rectangulares idénticos a los del ábside, a los que debemos sumar otra pieza con un barrilillo y otras tres figurativas muy erosionadas, en una de las cuales fue tallada con una pareja abrazada. El tramo presbiterial cuenta además con otro vano muy similar al abierto en el paño central del ábside y lo que debió ser un desaparecido osario (quizá una pequeña sacristía) cubierta con bóveda de cañón de la que aún se aprecian las rozas. A lo largo del muro septentrional de la nave -donde se abren dos vanos modernos- se distribuye una veintena de extraños canecillos de perfil cúbico y seis rollos -parecen de cronología temprana, quizá reaprovechados de otro edificio- más otra pieza con mascarón hacia occidente, junto a un moderno husillo pentagonal. Por encima del nivel de canes se aprecia un recrecido -parejo en el lado meridional- datable en época gótica que dejó un vano de medio punto hacia el norte y otros dos apuntados hacia mediodía, sector donde debió alzarse el granero. Parece evidente que los escultores activos en todo el sector oriental debían conocer perfectamente las secas fórmulas serranas que resultan familiares a otros artífices de Vizcaínos y Jaramillo de la Fuente. La nave románica se cubre con bóvedas estrelladas alzadas hacia el siglo XVI, cúpula sobre pechinas adobada con yeserías en el crucero, rematando hacia occidente en coro alto alzado sobre arco escarzano que da paso a una crucería flamígera. En el muro del atrio se conserva un ventanal sencillo y otros dos geminados con arcos de medio punto baquetonados -dotados de chambrana nacelada, que en el ventanal más occidental apoya sobre mascarilla antropomórfica- que reposan sobre cestas de crochets, flores lobuladas y pavos reales de cuellos entrelazados, lo cual permite sugerir que su datación rondaría un mediado siglo XIII, siguiendo las modas inauguradas por Las Huelgas, posterior al resto de vestigios románicos existentes en el edificio. Los vanos del atrio fueron cegados de antiguo, apreciándose entre el aparejo del más occidental la pieza superior de una saetera baquetonada. Por encima de los ventanales corre una línea de dieciocho canecillos nacelados. Hacia el lado oriental surge una cegada portada de medio punto de mayor antigüedad que los ventanales aunque muy deteriorada. Sólo conserva las roscas del lateral izquierdo, asomando una triple arquivolta amenizada con baquetón, motivos abilletados y con bolas -a modo de chambrana- que apoyan sobre cimacios de luengos abilletados carentes de cestas. Sobre el atrio se alza un recrecido paramento del siglo XVII, fecha en que pudo modificarse enteramente la misma galería, idéntica cronología asignable a la sacristía -cubierta con crucería- existente entre los restos de la portada del atrio y la torre románica. Hacia el costado oriental del atrio se alza una torre de ángulos achaflanados cuyo nivel inferior es de cronología románica, arranca de zócalo baquetonado y dispone contrafuerte central (con saetera rasgada) mientras que el nivel superior parece obra del siglo XVII. Hacia occidente se alza un hastial que da paso a la portada románica de acceso al templo, avanzada sobre el muro y enjalbegada, es de medio punto y posee cinco arquivoltas baquetonadas que apoyan sobre cimacios lisos y una docena de cestas de abigarrada fauna con sabor silense -algunas vegetales y otras con arpías entre entrelazos, guerreros armados con escudos, grifos, dragones y leones afrontados devorando un cuadrúpedo, más una Anunciación-, animales con características alas de meticuloso despiece, colas de crustáceo, pescuezos lanzados hacia abajo picoteando sus propias patas y acusadas guedejas, presentes también en Abajas o el atrio de Jaramillo de la Fuente (capiteles en los que no parece dejara huella el primer maestro de Silos tal y como propuso Pérez Carmona). Las cestas coronan semicolumnillas acodilladas que parten de basas áticas. Algunos autores han intuido una lectura psicomáquica, definitivamente superada por el mensaje redencional que trasluce el anuncio del arcángel (Cana). Desde nuestro punto de vista -coincidimos con Boto-, optamos por considerar que la Anunciación, remedando lo silense, resulta ajena a un despliegue zoomórfico de puro repertorio. A la izquierda de la portada se aprecia una semicolumna adosada que se alza hasta el nivel del alero. El hastial -con zócalo baquetonado- delimita una especie de pequeño atrio cuya fachada, coronada a piñón, está perforada por una portada de medio punto, posee chambrana ornada con piezas cónicas estriadas, bolas y grupos de bayas esféricas, la arquivolta baquetonada apoya sobre cimacios de rasurado ornato que no sobresalen más allá del intradós. En las jambas se advierten espontáneos grafitos con cuatripétalas. Sobre la portada se alzó un tejaroz a dos aguas del que se aprecia la roza de fijación y una aspillera superior. En el interior de la cabecera se han conservado algunos capiteles de tosca hechura cuyos fustes aparecen policromados con cierta bastardez; citaba Pérez Carmona los existentes sobre una doble columna a la derecha de triunfal, con leones, bichas y hombrecillos del posible carácter psicomáquico bajo la que se aprecia una moldura taqueada, amén de otras cestas coronadas por impostas en celdilla y temas de sencillos acantos, felinos compartiendo testa, gallos afrontados y máscaras barbadas. Bajo el sotocoro tardogótico, en el lado de la epístola, se custodia una pila bautismal románica de 111 cm diámetro x 90 cm de altura; su copa hemisférica presenta ornamentación cordada entre cruzada y basa circular con bocel anular.