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Ábside

Identificador
37820_01_007
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 52' 57.39'' , -5º 23' 41.47''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Peñarandilla
Municipio
Peñarandilla
Provincia
Salamanca
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN se encuentra en el extremo suroeste del casco urbano, en la zona más elevada, en la confluencia de varias calles que dan lugar a un pequeño ensanche que no llega a ser plaza, destacando su imagen por encima del caserío. En el Libro de los lugares y aldeas del Obispado de Salamanca, confeccionado a principios del siglo XVII, se la describe como “una iglesia razonable, aunque maltratada”. Hoy es un edificio con ábside semicircular, con presbiterio y una nave, con torre adosada a los pies, sacristía junto al muro sur del presbiterio y con un largo cuerpo añadido a lo largo de toda la fachada norte, donde se halla la actual portada. Todo ello se erigió a lo largo de varias etapas: un primer momento románico-mudéjar, que corresponde a la cabecera y nave -aunque ésta reformada después- y distintas fases postmedievales durante las que se levantaron la torre, el cuerpo septentrional y la sacristía, que es la pieza más moderna. Todo es de ladrillo, a excepción de la torre, fabricada en sillería de granito y arenisca. El ábside se organiza exteriormente mediante tres alturas formadas a base de sendas series de arquillos ciegos doblados, dispuestos al tresbolillo. El cuerpo inferior debió deteriorarse de tal modo que fue reforzado mediante un zócalo de lajas de pizarra revocadas del que sobresalen sólo el remate, ligeramente apuntado, de los nueve arquillos. En el cuerpo central los arcos son sin embargo de medio punto, todos ellos ciegos, con el fondo revocado, mientras que el cuerpo superior muestra otra variante, con los arcos internos de medio punto y los externos apuntados, aunque han sido truncados en alguna reforma que sustituyó el alero original por el actual de ladrillo y teja. El extremo meridional del segundo cuerpo fue roto parcialmente en algún momento posterior a la Edad Media para abrir el típico ventanal que iluminara la capilla mayor. Los adosamientos que sufrió el templo han enmascarado por completo los muros exteriores del presbiterio, mientras que algo similar ocurre con la fachada norte de la nave medieval, que además parece en gran parte destruida. Mejor conservada está en el lado sur, donde el muro, todo él de ladrillo, aparece recorrido por grandes arcos ciegos que nacen de la base y alcanzan la altura del primitivo alero, desaparecido tal vez al recrecerse el muro tal como hoy se nos muestra. Son tres arcos ligeramente apuntados los que se disponen a cada lado de la portada, actualmente cegada y formada a su vez por un cuerpo cuadrangular ligeramente rehundido, con tres arquivoltas levemente apuntadas, las dos externas hechas con ladrillo aplantillado en nacela, rematadas por un friso de esquinilla y una moldura de nacela sobre la que a su vez se disponen otros tres arquillos ciegos de morfología similar a los que recorren el muro. El hastial primitivo está en buena parte cubierto por la torre, aunque se puede intuir su organización en un cuerpo inferior de ladrillo recorrido por arquillos ciegos -de los que sobreviven los dos de los extremos- y un cuerpo superior de cal y canto que quizá remataba en el centro en una pequeña espadaña. El interior está muy reformado. El ábside original ha sido forrado con ladrillo macizo no hace muchos años, aunque tras él, según nos comentaron quienes lo conocieron en su estado primitivo, está el muro recorrido por arquillos. A los pies de la nave también se conservan otros cuatro arquillos ciegos, y otro más en el extremo occidental del muro de la epístola. El deterioro que ha sufrido el conjunto del templo ha transformado sustancialmente su imagen original, aunque debía recordar a iglesias como la toresana de Nuestra Señora de la Vega, o a otras vallisoletanas -también en muchos casos alteradas- como la de Fresno el Viejo o Aldea de San Miguel. Por los rastros de revoco conservados podemos obtener igualmente una imagen original en la que el color rojo del ladrillo de los arcos contrastaría con el blanco de la cal -aunque quizá también estaba coloreada- que revocaba los paños ciegos y las enjutas de los arcos. Además las llagas entre ladrillos se rellenaron con argamasa saliente y angulosa -dando lugar a notables efectos de claroscuro-, un recurso común a muchos otros templos y que el paso del tiempo ha ido suavizando y las modernas restauraciones, en los casos donde se han realizado, ha eliminado definitivamente. Para las fechas en las que podemos datar este templo, siempre de acuerdo a su conexión con el foco de Toro, habría que pensar en los primeros años del siglo XIII.