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Vista general desde del sureste de Sant Romà de Banat

Identificador
25005_07_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.344380, 1.526500
Idioma
Autor
Esther Solé Martí
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Romà de Banat

Localidad
Alàs i Cerc
Municipio
Alàs i Cerc
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Romà de Banat

Descripción

ALÀS I CERC

Iglesia de Sant Romà de Banat

La iglesia que nos ocupa se encuentra en el lugar –hoy caserío, antiguamente un núbleo de población– de Banat, al pie del sector meridional de la sierra del mismo nombre. El acceso al enclave no presenta dificultad alguna y puede realizarse a través de una pista que arranca hacia el Norte desde la carretera que une Artedó y Vilanova de Banat, a poco más de 1 km de Artedó, y muy cerca de una marcada curva a la derecha (en dirección a Vilanova de Banat). El trayecto es de 1,5 km aproximadamente y se adentra en terreno de titularidad privada. Si se prefiere, la aproximación puede realizarse a pie siguiendo las marcas del GR-150, que une Alàs y Vilanova de Banat pasando por Santa Maria de Les Peces y Sant Romà de Banat.

 

Las menciones documentales al lugar de Banat no son extrañas en las fuentes conservadas, especialmente a partir del siglo ix, cuando los topónimos de Banati o Banatte subteriore son empleados como referencias geográficas en documentos de carácter comercial. Las referencias al templo de Sant Romà proliferan a partir del siglo x, encabezadas por la mención de la parrochia de Villanova vel Banati en el acta falsa de consagración de la catedral de La Seu d’Urgell (fechada en 839, actualmente considerada como una falsificación posterior al año 860). De todos modos, y pese a la diferencia cronológica, existe la posibilidad que este documento se refiera al templo de la vecina localidad de Vilanova de Banat, de la cual se tiene constancia documental confirmada a partir de mediados del siglo xiii, cuando Galceran de Pinós decidió trasladar el castillo de Banat a la cima del Puig Calbell, enclave que pasó a ser rápidamente conocido como “vila nova” o “Vilanova i Banat”. La mención explícita más antigua al templo se remonta al año 1030, cuando se redactó un documento de donación de un alodio localizado en el término de Sancti Romani de Banato. A lo largo de los siglos xi y xii, esta iglesia (Sancto Romano de Banat, apenditio Sancti Romani in Banat, ipsa parrochia de Banat) es un referente geográfico al cual recurren varios documentos comerciales y testamentarios para establecer los límites de los terrenos objeto de las distintas transacciones. Parece que, pese a que la población de Banat se desplazó a la actual Vilanova de Banat durante el siglo xiv el culto en este templo se mantuvo a lo largo de la Edad Media, pues consta que dicha parroquia pagó al obispado la décima correspondiente en 1391. No obstante, el progresivo abandono del lugar de Banat comportó también el abandono del templo, pues no se observan intervenciones propias de épocas posteriores que atestigüen una utilización continuada de esta iglesia.

 

La iglesia de Sant Romà de Banat se yergue en un prado en el flanco septentrional de Banat, y se revela como una construcción en un estado de conservación envidiable, gracias a una importante intervención de restauración ejecutada en 2005. Se trata de un edificio de una sola nave, originalmente de mayor longitud que la nave actual, tal como lo evidencian los vestigios del muro meridional –con los restos de una hornacina en su cara norte–, actualmente empleado como elemento delimitador del flanco meridional del conjunto, donde se encuentra un pequeño bloque de nichos y el muro de cierre del acceso al mismo, perforado por un vano de arco rebajado en el flanco este. La cabecera está formada por un ábside semicircular más estrecho y más alto que la nave, de manera que el alero de la cubierta de losas de piedra –a dos aguas sobre la nave y en disposición troncocónica sobre el ábside– presenta una configuración invertida a la habitualmente presente en la mayoría de templos de estas características. La uniformidad volumétrica del conjunto solemente es interrumpida por la presencia de una pequeña espadaña en el eje de la fachada occidental, la cual presenta un solo ojo, singularizado en piedra toba, donde se aloja una pequeña campana.

 

La construcción presenta un aparejo desigual de bloques de piedra caliza ligados con mortero. La lectura de los paramentos permite identificar la convivencia de varias fases constructivas, algunas claramente relacionadas con la restauración del edificio. Así, la cabecera y gran parte del muro septentrional y la totalidad del muro meridional presentan un aparejo más regular, con los bloques dispuestos en hiladas; mientras que el flanco occidental del muro norte y la totalidad de la fachada oeste presentan un aparejo sensiblemente desordenado. En la zona media del muro septentrional se observan vestigios de una discontinuidad estructural que coincide con el cambio de aparejo: es la cicatriz resultante del trabajo de restauración, que tuvo como objetivo principal asegurar la estabilidad del conjunto, pues el sector norocciental del mismo presentaba serios problemas y cedía a los empujes de la cubierta. Esto es especialmente visible en la fachada occidental, donde el trazado original de las esquinas de la misma, seriamente inclinadas, aún es visible. La problemática se resolvió reforzando tanto el firme donde se asienta la construcción, como enderezando y recuperando los lienzos al borde del colapso con un grueso importante de fábrica nueva.

 

El templo es particularmente macizo, pues tan sólo lo perforan un pequeño vano cuadrangular en el muro norte y una ventana de doble derrame en el muro meridional, singularizada exteriormente con un arco de medio punto con el adovelado en piedra toba. Cerca de este vano se observa la cicatriz de una puerta, hoy tapiada, y en el flanco occidental del muro se abre la actual puerta de acceso (trasladada unos metros desde su ubicación original, cerca del bloque de nichos), realizada con grandes dovelas de caliza bien talladas y pulidas, que contrastan vivamente con el aspecto del resto del muro. Finalmente, cabe destacar la presencia de un vano cuadrangular en el eje de la fachada occidental, asimilable a una puerta aunque actualmente cegado y custodiado por una saetera, también cegada, y por un pequeño vano cuadrangular abierto prácticamente a la misma altura que ésta.

 

Para acceder al interior del templo es preciso descender tres escalones, que conducen al sector suroccidental de la nave, separada del presbiterio por un cancel de piedra y cubierta con la techumbre sobre una armadura de madera. El presbiterio se encuentra elevado sobre dos escalones, y la transición hacia el ábside era originalmente articulada mediante un arco de triunfo, probablemente de medio punto. En el flanco meridional del presbiterio, una pequeña capilla, protegida por un arco rebajado bajo un arco de descarga, perfora el muro perimetral, y el arco de triunfo presenta un nicho cuadrangular, también en el flanco meridional. El ábside, semicircular y cubierto con bóveda de cuarto de esfera, es perforado por un nicho cuadrangular en la parte alta del flanco norte, y en el centro, en una pequeña hornacina ligeramente elevada, se encuentra la imagen –actual– del santo venerado en el lugar.

 

Es precisamente en el interior de esta construcción donde se observan con mayor claridad las dificultades estructurales resueltas recientemente, especialmente visibles en el flanco noroccidental. Entre los elementos muebles conservados en el templo cabe mencionar la existencia de una pila benditera y otra bautismal, al lado de la puerta y en la esquina noroeste, respectivamente. Ambas son monolíticas, de piedra caliza, corte troncocónico y no presentan decoración alguna. Es altamente probable que se trate de piezas de época medieval, especialmente si se considera la cronología de utilización del templo.

 

El conjunto de Sant Romà de Banat presenta un estado de conservación muy bueno gracias a los recientes trabajos de restauración, los cuales no han afectado excesivamente la volumetría del edificio. Según las fuentes conservadas, la construcción se remonta hasta el siglo xi, y este templo devino un referente cuya presencia en el imaginario colectivo y la vida espiritual de la zona se alargó hasta después del abandono del núcleo de Banat a favor del de Vilanova, sin experimentar modificaciones sustanciales que afectaran en profundidad el carácter eminentemente rústico del conjunto.

 

 

Texto y fotos: Esther Solé Martí

Bibliografía

 

Baraut i Obiols, C., 1978, pp. 50-53; Baraut i Obiols, C., 1979, pp. 33-34 y 46; Baraut i Obiols, C., 1980, pp. 48-49; Baraut i Obiols, C., 1981, p. 145; Baraut i Obiols, C., 1983, pp. 87-89; Baraut i Obiols, C., 1984-1985b, pp. 103-104; Baraut i Obiols, C., 1986-1987, pp. 55-56 y 145-147; Baraut i Obiols, C., 1988-1989, pp. 20, 62-63, 124-127 y140-142; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI (2), pp. 1241-1242; Catalunya Romànica, 1984-1998, VI, pp. 111-112; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1977, pp. 259 y 266.