SE TRATA DE UNA IGLESIA de nave única adscrita al románico rural de las comarcas de la merindad de Sangüesa. El conjunto original se ha visto muy retocado a lo largo de los siglos. Así, en el XVI se construyeron hasta tres capillas laterales, en el XVII los canteros Miguel de Altuna y Manuel de Elduayen retocaron la torre y construyeron la sacristía; en el siglo XVIII se construyó una moderna portada neoclásica que debió de sustituir a la original románica y, por último, en el siglo XX se rehizo todo el tejado, eliminando las lajas de piedra y sustituyéndolas por tejas. La parroquia se encuentra en la zona más alta del lugar y tiene la antigua casa parroquial adosada al muro de la epístola. Presenta ábside semicircular al interior y al exterior, realizado en labor de cantería bastante aceptable, con una media de grosor de cada hilada de unos 25 cm. A excepción del hastial, no apreciamos vanos, a simple vista, en ninguno de los muros de la construcción románica que termina en sencillos canecillos lisos. La ausencia de ventana en el eje constituye un elemento propio de cronología avanzada. El conjunto se encuentra fuertemente encajonado por los añadidos más modernos que apenas dejan ver los citados canecillos y la torre con dos grandes vanos de medio punto en cada una de sus caras, destinados a las campanas. Por encima del pórtico, en la parte occidental de la nave, se ven contrafuertes sencillos que llegan hasta la cornisa. La sorpresa llega en el edificio que menos lo esperábamos, en la antigua casa parroquial, reformada hoy como centro lúdico del lugar. Subiendo a su segundo piso, nos encontramos un almacén que se apoya directamente contra el muro de la epístola de la parroquia y allí, con gran asombro -y como primicia-, algunos vecinos descubrieron en abril de 2005 los restos de una ventana románica. La citada ventana presenta sólo uno de sus arranques, pero puede verse una arquivolta sencilla con moldura baquetonada que descansaba sobre columnas cilíndricas -de las que sólo queda una- sin basa y con capitel decorado a base cintas en diagonal que terminan en volutas dispuestas en las esquinas superiores. El capitel está tallado en la misma pieza que continúa la jamba, indicio de una realización tardía, que igualmente encontramos en otras obras de la merindad (Leache, por ejemplo). Al interior nos encontramos con cinco tramos más la cabecera semicircular. Los tramos se articulan a base de fajones ligeramente apuntados que descansan sobre ménsulas lobuladas con pilastrillas cortas, muy habituales en el tardorrománico rural, en tanto que la bóveda ofrece las típicas soluciones de medio cañón apuntado en la nave y cuarto de esfera para el ábside, oculto tras un retablo. Como se ha venido avanzando, diversos elementos constructivos y ornamentales permiten proponer para este edificio una datación en los primeros años del siglo XIII. Por último, debemos destacar las pinturas góticas que van apareciendo en la restauración en curso. No son obra de un maestro de gran calidad, pero apreciamos escenas de la vida cotidiana rural, representaciones de narraciones bíblicas, así como unas plasmaciones de los meses del año y sus respectivas tareas.