Identificador
28079_0023n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 22' 56.26" , -3º 45' 9.47"
Idioma
Autor
Ignacio Hernández García de la Barrera
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Carabanchel Bajo
Municipio
Madrid
Provincia
Madrid
Comunidad
Madrid
País
España
Claves
Descripción
CORRESPONDIENDO HOY a la capilla del cementerio, a las afueras del núcleo consecuentemente y próximo al recinto que fue centro penitenciario, se encuentra la ermita de Santa María la Antigua, antigua iglesia de la Magdalena, incluyéndose en el tipo de lo que Torrés Balbás denominó “modestas iglesias mudéjares”. Se trata de una pequeña construcción, de nave única, cabecera absidal, acceso a mediodía y torre a los pies. La cabecera se compone de tramo recto y hemiciclo, y está levantada sobre un basamento y zócalo de mampostería; a partir de aquí la fábrica se compone de estrechas bandas de calicanto separadas por hiladas de un solo ladrillo. En la parte central del tambor se sitúa el único vano de la cabecera, compuesto a partir de una pequeña saetera rehundida, trasdosada por un arco de ojiva túmido, apeado en jambas sin ornamentar ni moldurar, todo ello de ladrillo. Si bien la presencia de la sacristía oculta el tramo recto, dispuesto tras el codillo, en el interior de la misma se mantiene un testigo de la fábrica primigenia que permite comprobar que mantiene las mismas características vistas, además de conocer la presencia de un vano que quedó cegado, debido a reformas posteriores, aparentemente. La cornisa de ambas partes emplea el modelo ya visto en otros templos, como Camarma de Esteruelas por ejemplo, compuesta de una faja de ladrillos en la que se sitúan otros, éstos superpuestos y escalonados, a modo de canecillos. La portada, abierta en un muro levantado con la misma fábrica que la cabecera y presentando un importante desplome, se dispone en saledizo, organizándose con cierto abocinamiento. Se compone de un vano de medio punto formado por tres roscas, lisas las externas e imitando lóbulos la intermedia. Tras apoyar en unos ladrillos con perfil de nacela, se disponen los apeos -jambas escalonadas- sobre basamentos recientemente renovados. Enmarcando el conjunto se organiza un alfiz, en cuya parte superior se dispusieron un mínimo friso de esquinillas, bajo otro de ladrillos a sardinel. A los pies se levantó la torre, siendo ésta ejemplo singular frente a los modelos más habituales. La fábrica repite la ya vista, si bien aquí se refuerzan las esquinas con ladrillo, mismo material utilizado en el cuerpo de campanas. Éste, dada la peculiar forma de la torre, abre un único vano en las caras estrechas (norte y sur), mientras que en las anchas son dos los vanos que aparecen; éstos son todos de similar factura, caracterizándose por la falsa bóveda de aproximación de hiladas que les remata en la parte alta. Su cuerpo bajo en el interior es macizo y actualmente se accede por una escalera exterior adosada al costado septentrional, fruto de la última restauración. Como dice Navascués Palacio, parece que su constructor “pensó hacer algo intermedio entre una torre y una espadaña, algo así como una espadaña con la solidez de una torre”. Abad Castro, por su parte, propone la existencia previa de una espadaña que posteriormente se recreció dando lugar a este elemento. El interior del templo es diáfano y únicamente dos pilares modernos donde apoya la armadura rompen el vacío; la nave es un modesto espacio, hoy dado de blanco íntegramente, al que se abre un esbelto arco triunfal apuntado de tres roscas, que repite la organización vista en la portada. La cabecera se compone de un presbiterio abovedado, con un triple arco ciego en la parte baja sobre el que corren un friso de esquinillas -con restos de policromía- y una imposta con perfil de listel y nacela, los cuales se prolongan por el hemiciclo. Tras un arco fajón de medio punto apeado en pilastras, se sitúa el ábside, cubierto con bóveda de horno -que al parecer contó con decoración pictórica-, siendo esto otro ejemplo de bóvedas articuladas con una sensible diferencia de altura con respecto a los arcos contiguos, bien sean triunfales o fajones, como se puede ver en la ermita de La Oliva (Patones), o en la de Los Milagros (Salamanca del Jarama). Lugar vinculado tradicionalmente a la figura de San Isidro Labrador, al momento de la canonización -primera mitad del siglo XVII- corresponde el retablo que aún se conserva en la ermita. Lo presidía una imagen de Nuestra Señora la Antigua, románica según Puñal Fernández y Sánchez Molledo, que se perdió en la guerra de 1936-1939, haciendo necesaria su sustitución por una réplica. Sobre la cronología de este templo, las fechas propuestas por los distintos autores varían entre los siglos XIII y XV, pareciendo más acertada la que la sitúa en torno a la segunda mitad del primero de estos siglos. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1981.