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Arco ciego del presbiterio

Identificador
19102_01_021n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 49' 23.45'' , -3º 24' 23.65''
Idioma
Autor
Ezequiel Jimeno Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Cubillo de Uceda
Municipio
Cubillo de Uceda
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
AFINALES DEL SIGLO XII y principios del XIII se introduce en la Alcarria un nuevo estilo arquitectónico y decorativo que mezcla el arte románico con el mudéjar, por influencias árabes que quedaron arraigadas en la península. Es, pues, éste un ejemplo del románico mudéjar alcarreño. Se trata de un templo que, aunque modificado y con añadidos en el siglo XVI, conserva en su planta actual la torre y el ábside primitivo. Es un edificio cuya planta presenta una única nave ampliada, tanto en altura como en anchura, con respecto a la cabecera románica, con un pórtico adosado en la parte meridional al que se añade un cuerpo rectangular para sacristía, en la parte más oriental, que tapa casi por completo el ábside mudéjar por este lado. A poniente se sitúa la portada principal de ingreso, magnífica obra de la primera mitad del siglo XVI, de estilo plateresco, escoltada por dos jambas molduradas y adinteladas por un arquitrabe de exquisita decoración tallada con un medallón central y grutescos. Se remata con gran friso en el que el tímpano central, cerrado, lo ocupa una talla de San Miguel escoltada por sendos flameros. Lo más interesante al exterior es la cabecera de la iglesia, de testero recto y ábside semicircular construido a base de hileras de ladrillo, influenciado por el aparejo toledano. Una influencia que tiene su reflejo en el modelo constructivo de otras iglesias de la provincia, como El Pozo de Guadalajara, Aldeanueva de Guadalajara o Galápagos. El resto de la iglesia se construye a base de mampuesto de piedra rodada, con sillares de refuerzo en las esquinas. La cabecera se levanta sobre un basamento de tres hileras de piedra sillar de gran tamaño. Sobre éste se dibujan las hiladas de ladrillo que le otorgan el típico aire mudéjar. Un material barato y consistente que permitía realizar multitud de variantes con respecto a la piedra utilizada hasta entonces. El ladrillo tenía menor coste que la piedra, y además se añadía la circunstancia de la escasez de piedra de buena calidad por estas tierras. El uso del ladrillo, más manejable que la piedra, hace posible el juego de hiladas superpuestas unas con otras, formando diferentes tipos de decoración: dientes de sierra, hiladas horizontales, arquillos ciegos de medio punto, etc. La cabecera, por tanto, se levanta sobre un basamento de tres hileras de piedra sillar de gran tamaño. Sobre este basamento se dibujan las hiladas de ladrillo que le otorgan el típico aire mudéjar. Recorren el ábside tres filas horizontales o bandas de arquillos ciegos de medio punto, pero de diferente composición: arquillos dobles en los niveles inferiores y simples en los superiores. En la fila central se abren, a su vez, tres vanos de medio punto, uno central y dos laterales, que permiten la entrada de luz al interior. Remata por encima de ellos una banda con vanos ciegos rectangulares y una cornisa. Junto a la cabecera, en la panda norte, se adosa la torre de la iglesia, que se levanta sobre recio basamento de piedra y se construye con hiladas de ladrillo. Se trata de una torre de planta cuadrada y dos cuerpos, en el inferior se abren vanos en dos de sus caras, uno con arco polilobulado rematado con dientes de sierra y el otro con arco de medio punto; sobre éstos, dos parejas de arquillos ciegos doblados. El segundo cuerpo tiene tres vanos abiertos para las campanas. Al interior la iglesia destaca por la altura de la nave central, reconstruida sobre la iglesia primitiva, de gusto renacentista tanto por los aspectos decorativos, que nos preceden en el exterior con la portada, como por la amplitud de sus tres naves, separadas entre sí por arcos fajones de medio punto que descansan sobre columnas de fuste liso y capitel clásico. De gran belleza artística es la techumbre de las naves, un artesonado de madera ochavado, para la central, y recto en las laterales, de estilo mudéjar. Aunque lo que realmente destaca de su interior es la cabecera, con presbiterio recto y ábside semicircular, totalmente construida en ladrillo. Se empiezan a apreciar las evoluciones en la arquitectura románica, no por el material utilizado, sino por la disposición del arco ojival para sus bóvedas de medio cañón apuntado. El paso de la nave central al presbiterio se resuelve mediante un arco triunfal de medio punto desde donde arranca la bóveda de cañón apuntada que cubre el presbiterio. El presbiterio se cubre con bóveda de cañón apuntada, con un arco intermedio de refuerzo adosado a la bóveda y que desciende sobre pilastras también adosadas al muro. El ábside propiamente dicho se cubre con una cúpula de cuarto de esfera; todo el conjunto está realizado en ladrillo. La iluminación se consigue con la apertura de tres pequeños vanos de medio punto, abocinados para aprovechar mejor la luz del exterior y difundirla al interior del templo. Cabe destacar los arcos ciegos que se encuentran en los laterales del presbiterio, de herradura y de medio punto ligeramente apuntados, excepto en el lado meridional del presbiterio en que se rompe parte del arco y de la estructura del ábside para abrir un hueco hacia la dependencia de la sacristía, la cual engloba dentro de ella parte de la fachada del ábside que no se aprecia al exterior.