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Interior del ábside de la epístola, estado en 1991

Identificador
24379_01_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 35' 30.36'' , -6º 16' 24.83''
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Juan de Montealegre

Localidad
Montealegre
Municipio
Villagatón
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL CUERPO DE LA IGLESIA, cuyo ancho alcanzaba los 16 m, se componía de tres naves separadas por formeros apuntados y transepto no destacado en planta. Se cubrían hasta su ruina las naves con armadura de madera y el crucero con cubierta ochavada de madera. Tanto este crucero como los pilares que separaban las naves, descritos como “cuadrados con medias columnas bien gruesas” por Gómez-Moreno, un tramo añadido de nave y la espadaña que aún hoy se alza en lo que fue el hastial occidental, son fruto de la importante reforma sufrida por el edificio en el siglo XVI, que respetó parcialmente la estructura de la nave así como la cabecera. Nave y espadaña se levantaron en mampostería de pizarra con refuerzo de sillares en las esquinas. En el muro meridional se abría la portada, en la cual y a decir de Gómez-Moreno “imítanse billetes y aun algo de disposición románica”. Es la cabecera triple la estructura románica más interesante y mejor conservada del edificio. Levantada en perfecta sillería con huellas de labra a hacha y abundantes marcas de cantero, presenta ábsides laterales semicirculares y semioctogonal interior y exteriormente el mayor, separados de la nave por torales hoy perdidos. Se cubrían los ábsides laterales con bóvedas de cuarto de esfera en parte conservadas y realizadas en sillarejo dispuesto en hiladas perfectamente horizontales, mientras que nada queda de la curiosa bóveda de cinco paños que cubría el ábside central, cuyos dos nervios mediales se unían antes de llegar a la clave del arco. La presencia, en la fotografía publicada por Gómez-Moreno, de arcos formeros y columnas acodilladas en los pilares -de los que quedan vestigios- certifica que las naves laterales recibieron en origen bóvedas de crucería. El ábside central presenta aún dos hornacinas al interior, en los paños extremos del semioctógono, enmarcadas por arcos ciegos moldurados con sucesión de caveto, abilletado y bocel, que apoya en las impostas mediante piezas semicirculares. Al exterior, este ábside central y los laterales apoyan en un zócalo moldurado con un caveto entre dos boceles, muy desarrollado el inferior. Los paramentos externos de los ábsides laterales eran lisos, con una ventana de medio punto abocinada en el eje, mientras que el central articulaba sus paños con dos niveles de gruesas impostas decoradas con abilletado. En el piso intermedio así determinado se abrían tres ventanas, una por paño, compuestas por estrecha saetera y jambas molduradas con triple baquetón escalonado en los derrames interno y externo. Al exterior el arco se decoraba con triple fila de billetes. La ventana correspondiente al paño central había desaparecido en 1991 y las otras dos han sido presa de la rapiña recientemente. Señalemos, por último, la presencia de restos pictóricos, de cronología imprecisa, conservados en la bóveda aún en pie del absidiolo norte. Sobre un fondo blanco se desarrollan motivos geométricos ordenados en frisos superpuestos, con trazos negros y ocres, alternando los rombos, damero, sogueados y especie de ovas. Al suroeste del templo, al otro lado del camino, se aprecian restos de una necrópolis, con la presencia de una tumba excavada en la roca, parcialmente colmatada. Nada queda en Montealegre de la decoración escultórica del edificio. Algunas de las piezas visibles en las fotografías de principios de siglo fueron recogidas por don Augusto Quintana en el Museo de los Caminos de Astorga, donde están depositadas. De otras, sin embargo, desconocemos su paradero (Díaz Carro afirma se encuentran “dos columnas en un jardín particular de Ponferrada”). En el piso bajo del Palacio de Gaudí se encuentran recogidos cuatro capiteles, dos mochetas y un canecillo procedentes de Montealegre, que pasamos a describir: Pareja de capiteles de fajón o formero: ambos en granito y de idénticas medidas (0,33 m de altura de la cesta; 0,51 m de anchura en el frente; 0,33 m de anchura en las caras laterales y 0,37 m de diámetro de la base), presentando decoración en el frente y caras laterales. Posiblemente coronasen las columnas de los arcos fajones que daban paso a los ábsides. En el primero aparece, en una de las caras cortas, un desproporcionado personaje vestido con manto de pliegues tubulares y paralelos, que porta en su diestra un báculo. Le acompañan, completando la decoración de la cesta, un total de quince bustos masculinos distribuidos en dos filas, en los que son comunes sus rasgos de ojos globulosos y almendrados, rictus de los labios de comisuras caídas, peinados a cerquillo de mechones paralelos y nariz achatada. Todos muestran un cierto hieratismo, producto quizá de la tosquedad de la talla. Iconográficamente no cabe duda se trata de una representación de la comunidad monástica, con su abad al frente. En el otro capitel vemos re p resentados dos de los temas recurrentes en la plástica románica. En uno de sus laterales, sobre un fondo vegetal de acantos, se desarrolla la escena de Sansón (Jueces 14, 5-6) o David (1 Samuel 17, 34-35) desquijarando al león. El personaje aparece cabalgando al león e introduciendo su mano derecha entre sus fauces. En el ángulo de la cesta y bajo un cogollo vegetal aparece un segundo león, cuya cola pasa entre sus cuartos traseros y cae sobre su lomo, afrontado al de Sansón. Completan la decoración del frente del capitel hojas de acanto y florones. En el otro ángulo aparece un personaje en visión frontal, ataviado con túnica, que lleva su desproporcionada mano derecha sobre su pecho, mientras introduce la otra en las fauces del león que llena la cara lateral. La actitud del león no es agresiva sino que parece someterse al personaje. Pese a la rudeza de la talla y la desafortunada composición creemos poder asociar esta imagen de sometimiento del felino con el pasaje de Daniel (Daniel 6, 16-25). Encontramos así en el mismo relieve y en dos escenas distintas, mensajes que simbolizan el poder de la fuerza divina, representada por los personajes bíblicos, sobre el mal, identificado con el león. Estilísticamente los rasgos de los personajes son idénticos a los del capitel anterior, evidenciando una misma factura. Capiteles de ángulo: pareja de capiteles tallados por dos de sus caras, evidenciando que coronaban columnas acodilladas, posiblemente las de ángulo que recibían los nervios cruceros. Poseen idénticas dimensiones (0,33 x 0,33 m de alto y ancho de la cesta y 0,26 m de diámetro en la base) y ambos son vegetales. Uno se decora con dos pisos de hojas carnosas, lobuladas y con profundas acanaladuras. Coronan la cesta, bajo los cuernos del ábaco y rematando una gran hoja del mismo tipo dos volutas anilladas. El otro capitel, excelentemente conservado, repite idéntico esquema, variando el tipo de flora. Vemos aquí dos pisos de hojas apalmetadas y carnosas de puntas vueltas, gruesos bordes, trenzados y rematados en caulículos anillados en las superiores, e interior lobulado. Pareja de ménsulas: de 0,67 m de largo, 0,27 m de alto y 0,215 de grosor. Bellamente labradas en cuarcita con marcas de hacha, presentan perfil de nacela cuyo frente se decora con sendas cabezas masculinas finamente labradas de cabellos descubriendo las orejas, ojos almendrados y expresivos, rictus de los labios, marcadas arrugas en la frente y sobre los pómulos y un fino acabado de la superficie. Son, sin duda, los elementos escultóricos más cuidados de entre lo conservado. Un bocel entre dos listelillos remata una de las aristas de las piezas, precisamente por la cara que daría al exterior, demostrando además carácter de ménsulas, preparadas para recibir un dintel o tímpano, lo que las identifica como parte de una portada del edificio, aunque resulta problemático determinar que procediesen de la meridional, a tenor de las fotografías publicadas por Gómez-Moreno y Gaya Nuño. Completan las piezas procedentes de Montealegre un modillón (0,8 x 0,33 x 0,28 m) decorado con un personaje desnudo, barbado y obsceno que sostiene un barrilillo sobre su espalda y realiza una mueca grotesca con su boca. Gómez-Moreno, en su visita al edificio, recogió la existencia del “primitivo soporte del altar, cilíndrico, abierta encima su caja para reliquias, y con letrero rudísimo y consumido, del que puede leerse esto: SE FRE DEM TAD... SCE MaRTE... SCI MARTINI... También Huidobro, hacia 1950, afirmaba que “consérvase sosteniendo el ara una inscripción que nos dice que allí estuvieron reliquias de Santa Marta y San Martín”. Hoy, como casi todo el conjunto, el tenante y la mesa de altar han desaparecido. Las estructuras arquitectónicas parecen llevar la cronología de San Juan de Montealegre a un momento tardío del siglo XII o los inicios del XIII, pudiendo pensarse que la construcción del edificio románico se acometió una vez instalada la orden de los hospitalarios, es decir, en la primera década del siglo XIII.