Identificador
49220_01_031
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 19' 7.53" , -6º 23' 57.42"
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Fermoselle
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
AUNQUE LA VILLA TUVO más parroquias, la actual, bajo la advocación de Santa María, debió ser la más importante, ubicándose en el centro del casco urbano, junto a la Plaza Mayor, asentándose sobre una plataforma construida en plena ladera. Aparece en sendos documentos del año 1360 en los que doña Misol, viuda de Tomé Bartolomé y moradora en Fermoselle, dona a Alfonso Esteban, sobrino suyo y capellán en Santa María, todas sus propiedades en la villa con el fin de que rece por su alma. Como las demás construcciones del lugar, el templo está levantado en granito, material muy abundante, predominando el despiece de sillería. Se trata de una iglesia compuesta por cabecera rectangular, con corto crucero cubierto por cúpula, obra renovada hacia el siglo XVIII, y nave tardogótica dividida en cuatro tramos separados por tres grandes arcos apuntados, en alguno de cuyos muros se conservan vestigios que pueden remontarse hasta la época que nos ocupa. Diversas dependencias rodean la cabecera, mientras que a mediodía del primer tramo de la nave se levanta una alta torre, de cronología también moderna. Consta de tres portadas, al norte la que hoy sirve de entrada principal, abierta seguramente en el siglo XVIII; otra a los pies y otra más en el lado sur, bajo pórtico, estas dos de cronología tardorrománica. En realidad los restos románicos son bastante imprecisos y se reconocen en varios puntos de la caja muraria de la nave, aunque algunas piezas han sido reutilizadas en la cabecera. En el interior del templo, cuyos muros han sido desprovistos del revoco, se aprecian en el testero de la capilla mayor numerosos sillares con moldura de bocel y filete en ángulo, de inequívoca cronología románica. Por lo que respecta a la nave, tanto en el muro norte como en el sur se pueden ver una serie de ventanas de medio punto cegadas, cuya fecha no nos atrevemos a concretar con seguridad como románica, aunque es muy posible. El muro meridional parece ser el que conserva los restos más antiguos. En su interior se ve una de esas ventanas cegadas, sobre la que después se ha dispuesto uno de los arcos góticos; otra ventana idéntica se abre al interior mediante sencillo abocinamiento, pero al exterior está cegada, por coincidir con la torre. En el segundo tramo se abre la portada actual, centrada entre las semicolumnas, pero que parece sustituir a otra anterior, más desplazada hacia el este; en el tercer tramo se aprecian restos de otra puerta y finalmente en el último tramo destaca un arcosolio, igualmente cegado, de arco rebajado. Todos estos elementos no obstante son difíciles de fechar, aunque si verdaderamente donde está la portada actual hubo otra anterior, ésta nos debiera llevar a plena época románica, aunque también cabe la posibilidad de un desplazamiento, como tendremos ocasión de comentar. En el exterior el edificio es también un compendio de reformas y diferentes paramentos cuyo detenido análisis escapa de las intenciones de este trabajo. Comenzando por el muro meridional, se aprecia que ha sido remozado en varias ocasiones, al menos parcialmente, aunque en el tercer tramo conserva numerosas marcas de cantero. El desgaste del granito y la tosquedad del mismo parecen haber borrado sin embargo muchas de ellas. Destaca en uno de los sillares del mismo tramo una inscripción de difícil lectura, escrita en letra minúscula gótica, articulada en tres líneas, en las que llegamos a leer de manera más o menos clara lo siguiente: d[o]n enriche fizo esta ...... xiii años. Con un poco más de esfuerzo el mensaje podría completarse de la siguiente manera: don enriche fizo esta portada dxiii años, y se referiría al inmediato pórtico que precede a la puerta meridional, cuya construcción en época de los Reyes Católicos han mantenido numerosos autores, lo que corroboraría esa fecha de 1513. Esta portada meridional se halla a ras de muro y presenta arcuación apuntada, con cuatro arquivoltas y chambrana, decoradas con diversos motivos. El de ingreso tiene arista de bocel, flanqueado por medias cañas, un motivo semejante al de la segunda arquivolta, que es escalonada, también con boceles y mediascañas. A partir de tan sencillos motivos Guadalupe Ramos elabora una interpretación que creemos a todas luces exagerada: “las dos arquivoltas interiores son de baquetones o boceles gruesos, cuya simbología no sabemos, pero es evidente que hacen referencia al Paraíso, ya que los 24 ancianos suelen estar sentados sobre un baquetón”. La tercera arquivolta, cortada en chaflán, porta una tosca decoración vegetal a base de florones cuadrangulares con nervio central -unas formas que asemejan más a mariposas que a vegetación- y la cuarta se construye a base de puntas de diamante formadas por cuatripétalas lanceoladas -un motivo común en el románico zamorano, habitual en la capital, o que se ve también en los canecillos de Sobradillo de Palomares- y finalmente la chambrana porta pequeñas cabecitas humanas, imberbes, de corta melena. En alguna de estas arquivoltas se llegan a ver restos de color: amarillo en el arco de ingreso, rojo en el siguiente -sobre el que se dispone a su vez otro color verde-, rojo también en el tercero e igualmente en la chambrana. En cuanto a los apoyos, el arco de ingreso lo hace en simples jambas mientras que las demás arquivoltas se apoyan sobre columnillas acodilladas, con plinto y basas casi desaparecidos por la erosión, fustes monolíticos y capiteles vegetales, los de la izquierda muy erosionados, con acantos y hojas planas rematadas en bolas, mientras que los de la derecha tienen mejor conservación, con distintos tipos de hojas que se enrollan o se vuelven siempre en las puntas. Los cimacios son de listel y mediacaña rematada en la parte inferior en bocel, un modelo muy particular que encontramos parecido en otras iglesias de la capital zamorana, incluida la catedral, aunque de forma casi idéntica son los de Santa María Magdalena, un edificio con el que parece guardar más vinculaciones. Muy similar es la portada occidental, igualmente situada a ras de muro, integrada en un paramento que parece contemporáneo de la misma y en cuya decoración vegetal Guadalupe Ramos quiso ver “un canto a la santidad” y otros autores una “didáctica evangélica: la virginidad, la eternidad, los cuatro Evangelistas o elementos de la Naturaleza ...”. Consta también de cuatro arquivoltas y chambrana, con arco de ingreso dotado de arista en cuarto de caña y restos de pigmentación amarilla, al que le sigue una arquivolta cortada a chaflán -como las demás-, decorada con flores tetrapétalas de botón central; la tercera muestra rosetas de seis puntas, también con botón, y la cuarta presenta rudimentarios motivos de doble cola y lazo superior que en realidad pueden tratar de representar flores de lis, y que Valdueza y Panero describen como “libélulas representativas de la Resurrección”. La chambrana muestra los mismos motivos de flores cuadrangulares de seis pétalos y nervio central que veíamos en la portada anterior, aunque ahora son de menor tamaño. En cuanto a los soportes, el arco de ingreso apoya en jambas de arista cortada en cuarto de caña y las demás arquivoltas sobre columnillas acodilladas como las de la portada anterior, con capiteles también muy similares, toscos, de hojas generalmente planas, rematadas en caulículos, con cimacios idénticos a los de la puerta sur. Por último, en el muro norte se aprecian restos de un arco, sin duda correspondientes a otra portada, que ahora aparece cegada, utilizando para ello sillares románicos con marcas de cantero. La nave actual, a pesar de las reformas, parece conservar las dimensiones del primitivo edificio, lo que hace pensar en una iglesia de notables dimensiones. No obstante, cabe la posibilidad de que la portada sur hubiera sido desplazada de lugar, como parece advertirse a partir de los restos de otra arcuación en el interior de la nave, si bien también es posible que sustituyera a otra puerta inmediatamente anterior y, supuestamente, mucho más simple. En todo caso y al margen de tales elucubraciones, la proximidad a portadas de la capital, como la de La Magdalena -que ya señaló G. Ramos- o a la de San Vicente, es clara, si bien en ambos casos creemos que más desde el punto de vista compositivo que decorativo, a pesar de que como aquella primera presenta cabecitas en la chambrana. En cuanto a los motivos florales cuadrangulares, salvando las distancias, recuerdan a los que decoran la portada sur de San Juan de Puerta Nueva. Por lo que respecta a su datación, son casi más los elementos que nos llevan a una cronología gótica que a época románica, tanto en cuanto a formas como a decoraciones, aunque indudablemente estas portadas son herederas del románico más tardío de la capital. A pesar de la opinión de Gómez-Moreno sobre su cronología de fines del XII o comienzos del XIII, nos hallaríamos, a juicio nuestro, en unos momentos que perfectamente podemos encuadrar ya en el segundo cuarto del siglo XIII, ante un edificio de destacada construcción, como correspondería a la importancia que en esos tiempos estaba adquiriendo la villa de Fermoselle.