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Vista del interior de la iglesia

Identificador
34017_01_079n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 9' 40.80'' , -4º 20' 27.72''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María

Localidad
despoblado de Valdeolmos
Municipio
Astudillo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SE LLEGA AL DESPOBLADO DE VALDEOLMOS por la carretera que une Palencia con Astudillo. El único vestigio que evidencia la existencia en este lugar de una antigua población es la iglesia situada en el borde derecho de la carretera, a unos 3 km antes de llegar a Astudillo. El edificio está en medio de tierras de labranza aunque tiene un camino de acceso. No hay alrededor nada que permita reconocer en el lugar un despoblado salvo una gran casa agrícola abandonada a cien metros del lado occidental del templo, de época muy posterior, y que da nombre al pago: Coto San Alberto. La primera noticia documental sobre Valdeolmos la ofrece la carta puebla que el emperador don Alfonso concedió a Astudillo el 10 de mayo de 1147. En este fuero se declara alfoz de Astudillo a Valdeolmos donde tenían jurisdicción el alcalde y el merino de Astudillo. Tras la carta puebla, el padre Berlanga encuentra una segunda alusión documental a Valdeolmos en un documento fechado en 1173. Se trata de una carta de donación de un palacio y otras posesiones en Valdeolmos al Hospital de la Muñeca de San Pedro de Cardeña. No hay una fecha clara en torno a su despoblamiento, que desde luego ya era efectivo a finales del siglo XV. Según Orejón Calvo hacia el primer tercio del siglo XIV Valdeolmos era un despoblado. Aduce como débil arg umento un documento del Archivo Municipal de Astudillo de 1339 en el que el concejo de Astudillo se reunía en la iglesia de Santa María de Valdeolmos, lo cual empujaba a creer al erudito local que la localidad ya estaba despoblada. En la Estadística del obispo don Vasco de 1345 todavía se cita a Valdeolmos, si bien no aparece en el Libro Becerro de las Behetrías. En algunas actas capitulares palentinas de 1462-1463, Valdeolmos figura como lugar afectado por arrendamientos de pan y vino del cabildo y de rentas a los judíos, lo que induce a pensar que aquí había aún habitantes. En 1462 por una bula de Paulo II, Santa María de Valdeolmos quedaba como ermita de la localidad de Astudillo. Finalmente un documento de 1468 otorgaba el beneficio de la parroquia de Santa María de Valdeolmos a la parroquia de Santa María de Astudillo, podríamos pues considerar esta fecha como definitiva de la despoblación. En la actualidad aún se mantiene la iglesia como ermita de Astudillo y la festividad de la Vi rgen se celebra en septiembre. Se trata de un edificio de pequeñas dimensiones construido íntegramente con caliza de páramo labrada en excelentes sillares en la cabecera aunque mucho más irregulares en la nave. En planta se presenta una caja rectangular bastante alargada e irregular que tiene distintas anchuras en la cabecera y el cuerpo occidental. Se trata de un edificio incompleto cuya cabecera es producto de un proyecto más ambicioso que no llegó a realizarse nunca. El ábside, de considerable entidad, es de dos tramos y testero recto. Se cubre con bóveda de cañón apuntado que apoya en dos arcos fajones de sección prismática, el uno sobre columnas esquinadas y adosado al testero, el otro en la mitad de la bóveda apoyando en ménsulas. Tiene un vano en el testero, a gran altura, de medio punto y abocinado, a modo de tronera. Está cobijado por un arco de medio punto que descansa en una imposta decorada con caveto. La cabecera se abre a la nave mediante un arco de luz apuntada, doblado en el lado de la nave y de tres roscas en el lado oriental. Este arco triunfal apea en sendos pilares compuestos, de sección cruciforme que se aúpan sobre zócalos semioctogonales. En el frente, los soportes tienen dos columnas pareadas adosadas y una columnilla en el codillo hacia la nave que se convierten en dos para el lado opuesto. En el exterior del ábside, a uno y otro lado, y coincidiendo con los soportes interiores, se desarrolla otro par de soportes compuestos pero de mayor altura. Se trata de un tipo de pilar adosado, con sección cruciforme y alzado sobre un plinto semioctogonal que presenta dos columnas pareadas en el frente y otra en cada codillo. Ninguna de estas columnas conserva el capitel, si es que algún día lo tuvieron. Este modelo, así como el empleado para el interior soportando el triunfal quedaron encuadrados por la historiografía tradicional dentro de las soluciones arquitectónicas de la escuela hispano-languedociana. Tanto en el lado septentrional como en el meridional los soportes están adosados al muro que, justo en este lugar, queda interrumpido de tal manera que puede verse destrabado. En los ángulos de los contrafuertes exteriores de la cabecera aparecen semicolumnas adosadas, son piezas altas y delgadas que se alzan hasta la cornisa del tejado, a la vez que se aúpan sobre el podio que eleva todo el ábside en el exterior. El cuerpo occidental propiamente dicho, es una nave única de planta rectangular, más estrecha que la cabecera, alargada y diáfana, cuya anchura viene marcada por el hastial. Los muros destrabados del exterior del ábside denuncian que éste no era el plan original, la nave se construyó pues en época posterior y queda separada de la cabecera unos 25 cm, enlazándose con un murete. Se abre hacia el ábside con un arco de luz apuntada, de sección poligonal, que apoya en pilastras lisas sólo decoradas con una imposta de la que arranca el arco. No hay en el interior ni en el exterior ninguna responsión que indique cubierta de piedra, lo que induce a creer que esta nave siempre se cubrió con madera, como la actual techumbre. En altura destaca exclusivamente la espadaña que es la prolongación en altura del hastial occidental. Actualmente está desmochada, desconociéndose cómo era el remate si bien aún conserva dos troneras de arco apuntado. En el interior del ábside, a ambos lados, se conservan sendos nichos de arco apuntado. La mesa de altar de piedra se eleva sobre unos escalones. Es maciza y como única decoración tiene un borde superior tallado como imposta de caveto. Atendiendo a la clasificación de Torres Balbás, los soportes descritos no son anteriores al último cuarto del siglo XII, pero la utilización de la bóveda de cañón apuntada no puede retrasar mucho más el tiempo de su construcción. Así parece que la cabecera puede encajarse en torno a los primeros años del siglo XIII. La segunda fase la marca la elevación de la nave y la espadaña, posiblemente a fines de la misma centuria o inicios del la siguiente. La decoración escultórica se reduce a los capiteles y los canecillos lisos que sujetan la cornisa del ábside (uno de ellos decorado con una piña). Los capiteles presentan una clara tradición cisterciense. Los exteriores están decorados con hojas lisas muy planas y algunas bolas, flores de lis, peces, piñas o granadas y hojas de trébol. En las columnas del interior estos capiteles están tallados con hojas triangulares muy planas, en ocasiones simples incisiones, hojas de agua rematadas en bolas o pequeños tacos en la parte superior de la cesta. En el centro de la nave hay, muy confundida entre el resto de la piedra del suelo y la suciedad, una lápida que fue monolítica -ahora está partida por la mitad- de forma pentagonal, lisa y sin inscripciones. Apreciamos una larga cruz latina tallada en resalte cuyo brazo largo ocupa toda la extensión de la lauda mientras que el brazo corto se asemeja a la empuñadura de una espada. Se podría considerar coetánea del templo.