Santa Cecília de Beders
BELLVER DE CERDANYA
Iglesia de Santa Cecília de Beders
La aldea de Beders –denominada Biterris, Bederrs o Baders en el siglo ix, Bederrus, en el x y Beders en el xii– está situada al abrigo del Serrat de Torrelles, limitando con la plataforma granítica, terciaria de Grus. El vocablo Biterris, posiblemente de origen íbero, al igual que Béziers (Hérault), es una derivación de Bide Orri, que significa lugar o pueblo cerca del camino. De hecho, se encuentra en la encrucijada del antiguo camino que unía Riu y Baltarga con Bellver y Alp. Para acceder a Beders se puede hacer desde la carretera N-1411, a la altura de Baltarga, siguiendo la indicación por una carretera local, o desde Bellver, por la LP-4033a, en dirección Baltarga, tomando la desviación hacia Bor a la altura del kilómetro 2. Al cabo de 1,5 km, se coge el cruce a la izquierda que, pasando por la torre de Cadell, conduce a Beders.
La primera cita al lugar se encuentra en el acta de consagración de Santa Maria de la Seu d’Urgell de 839 –fecha sobre la cual se tienen dudas razonables, pues se cree que tuvo lugar entre c. 978 y 1024–. La iglesia de Santa Cecília de Beders pertenecía al pagus Tollonensis, y aparece también citada en el acta de consagració de Sant Andreu de Baltarga en 891. En un documento de 968 es mencionada como villa que dicunt Bederrus. Un documento notarial de 1093 deja constancia del Mansus Yberus en Beders. Al igual que la mayoría de iglesias de la zona, padeció hacia 1198, la incursión de los hombres del vizconde Arnau de Castellbó y del conde Ramon Roger de Foix que se llevaron el sobrealtar y todas las propiedades del párroco. En 2003, con motivo de las obras de restauración que se llevaron a cabo para rehabilitar las estructuras arquitectónicas y para reparar el pavimento del interior del edificio, aparecieron los restos de un antiguo altar y una línea avanzada en el presbiterio, que pone de manifiesto una remodelación acometida, posiblemente, entre los siglos xvi y xvii. Asimismo, se halló un reconditorio vinculado a la consagración de la iglesia, si bien no se ha conservado la tapa ni su contenido. Se trata de una piedra de granito de 46 x 30 x 27 cm, y la cavidad de 14 x 10 cm. Es de factura sencilla y se puede relacionar con la lipsanoteca 9 de procedencia desconocida que se encuentra en el Museu Episcopal de Vic y con el reconditorio de Sant Miquel de Cruilles, depositado en el Museu d’Art de Girona. También aparecieron restos del ábside prerrománico, con planta con tendencia a la herradura, sobre el que se construyó el del siglo xii. Su construcción afectó los silos anteriores, tardoantiguos, en los que aparecieron restos y material cerámico gris, alto medieval. Se trata de silos excavados en arcilla natural de color verde grisáceo, de boca circular, interior abombado y fondo cóncavo. En su interior aparecieron fragmentos de cerámica romana bruñida, otros del periodo alto medieval de color gris. El informe arqueológico concluye la muy probable presencia de un asentamiento anterior al siglo ix, que daría paso a la construcción inicial prerrománica entre los siglos ix y xi, y la posterior del siglo xii. También destaca la posible remodelación entre los siglos xvi y xvii, que afectaría a la mayor parte del edificio, con la excepción del ábside.
La iglesia se halla situada en una elevación del terreno, a las afueras del pueblo. Se trata de un edificio de una sola nave, que presenta una ligera desviación, en el muro sur. El ábside semicircular y el primer tramo de la nave, también con ventana de doble derrame, corresponden a la etapa románica, datada hacia el siglo xii. El tambor del ábside es liso, sin cornisa, pero con una ventana de doble derrame en el centro, formada por un doble arco de medio punto, con dovelas de piedra toba, estrechas y alargadas, y jambas del mismo tipo de piedra que descansan en una gran losa a modo de pretil. La puerta de acceso está ubicada en el muro norte, cosa poco habitual en las construcciones de la época, de lo que se deduce que corresponde a la gran reforma llevada a cabo entre los siglos xvi y xvii. Llaman la atención dos sillares reaprovechados, probablemente de origen romano, en la base de la puerta, uno horizontal y el otro vertical, colocado a modo de jamba. La fachada occidental, no presenta aberturas y está rematada por una espadaña de un vano.
El aparejo está compuesto por piezas alargadas de calcárea gris de la zona, de tamaño variado, colocadas en hiladas horizontales, de grosor desigual, y ligadas con mortero de cal. Todo ello pone de manifiesto formas poco elaboradas y austeras, típicas de la arquitectura del siglo xii.
En el interior destacan los restos de pintura de la cuenca absidal. Se trata de trazos rectilíneos muy sencillos, que imitan sillares, de color anaranjado oscuro y antracita, similares a los conservados en la bóveda de Sant Andreu de Baltarga. La ventana está decorada con motivos de sierra anaranjados, y en uno de los ladrillos se conservan las letras griegas, delta y pi. La cubierta se reconstruyó con una estructura de madera y losas de pizarra, en sustitución de la bóveda de cañón original, de la que quedan indicios del arranque, en la zona preabsidal. En el interior se conserva el reconditorio de piedra antes mencionado, así como un cerrojo, posiblemente del edificio románico primitivo.
Texto y fotos: Montse Jorba i Valero
Bibliografía
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