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Vista general desde el noroeste de Santa Maria de les Franqueses

Identificador
25040_01_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.7557773,0.7902292
Idioma
Autor
Nuria Font Marco
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria de les Franqueses

Localidad
Balaguer
Municipio
Balaguer
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa Maria de les Franqueses

Descripción

BALAGUER

Antiguo monasterio de Santa Maria de les Franqueses

El antiguo monasterio de Santa Maria de les Franqueses, se encuentra a unos 3,5 km al sur de Balaguer, junto al río Segre y rodeado de campos de cereales. La manera más fácil de acceder al mismo es por la carretera de Menàrguens. Se sale de Balaguer y se entra en la carretera C-12 dirección Lleida, se toma el desvío en la primera rotonda dirección la Primera Marrada, desde donde una carretera secundaria muy estrecha conduce directamente al monasterio.

 

El cenobio se encuentra en la partida llamada les Franqueses, nombre que proviene de la “carta de franquesa” o carta de poblamiento. Este tipo de documentos tenían la finalidad de atraer pobladores a una determinada zona que interesaba conservar a cambio de una condición de libertad civil o de exención de prestación de impuestos. La primera carta de poblamiento de Balaguer data de 1174, siete décadas después de su conquista, en 1105, y respondía a la necesidad de repoblación de la ciudad por parte del conde de Urgell Ermengol VII. Reyes y nobles donaron tierras y construyeron monasterio en favor de la orden del Císter. En el condado de Urgell, esta influencia también se puso de manifiesto en el constante patrocinio de Ermengol VII a la orden de los monjes blancos, con sus continuas donaciones a los monasterios de Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges. Cuando murió el conde, su viuda Dolça, se aisló de la vida política en favor de su hijo, el conde Ermengol VIII, y se dedicó a patrocinar a las órdenes monásticas de sus dominios. Durante este período se fundó el monasterio cisterciense de monjas Bernardas de Santa Maria de les Franqueses, aunque, desgraciadamente, no se conserva el acta de la fundación. La referencia más antigua que tenemos del cenobio es la donación de 1186 que realiza Ermengol VIII de unos terrenos cerca de Balaguer para que se construyera un monasterio en honor a la Virgen María y la dotación de mil sueldos anuales durante diez años. Parece ser que el centro monástico fue una especie de refugio y corte de la condesa, tal y como se desprende de la documentación de las donaciones y las ventas,  las cuales se dirigían a ella antes que a la abadesa.  Seguramente, las primeras monjas que ocuparon el monasterio provenían de Tragó de Noguera. Es muy probable que éste empezara a funcionar rápidamente, ya que en 1187, al cabo de un año de la entrega de las tierras, Pedro de Aguilar les vendió un alodio en la huerta de Balaguer, y en octubre del mismo año, Guillem de Pons y su hijo Pere, vendieron tierras a la condesa Dolça y a la abadesa Guilla (1187-1189). En este mismo año, Ermengol VIII donó quinientos sueldos, seguramente para que se hicieran las primeras compras de bienes para la comunidad. Aunque no se tengan referencias de la adscripción del monasterio a la orden del Císter, desde siempre se ha considerado que la condesa lo fundó pensando en aquella regla. Ya en tiempos de la primera abadesa Guilla, en el acta de obediencia canónica del cenobio al obispo de Urgell, Arnau de Preixens, se cita el monasterio como secundum regulam beati Benedicti et institutionem fratrum cisterciensium. La segunda abadesa fue Ricarda (1190-1200) quién continuó adquiriendo propiedades para el monasterio y se encargó de que las donaciones incluyeran alodios, salinas y molinos. Asimismo promocionó la entrada de un mayor número de novicias, al objeto de enriquecerlo gracias a sus dotes.En el documento pontificio de 1193, en que el papa Celestino III brindó protección al monasterio, se incluye una relación de las propiedades que en aquel momento poseía el mismo. Los bienes estaban repartidos alrededor de los municipios de Balaguer, Penelles d’Algasset, Baells (La Litera), Torre de Llitera (Fraga) y de Menàrguens. El papa Inocencio III reafirmó la protección en 1199 y en 1209. Sucedieron a Ricarda, Comodori (1200-1202) y Guillema (1203-1206). Esta última enriqueció el núcleo de expansión de Santa Maria de les Franqueses con la adquisición de nuevas tierras. Durante las dos primeras décadas del siglo xiii, el monasterio poseyó una gran cantidad de propiedades y de rentas, algunas en emplazamientos muy dispersos y de difícil control. Las monjas tenían derechos sobre la acequia de Balaguer, así como el control de molinos en la margen izquierda del río Segre. Sin embargo, en 1219 la situación económica del cenobio empeoró. Se baraja la hipótesis de que pudieran haberse quedado insolventes al intentar ampliar sus dominios. Lo cierto es que la abadesa Berenguera de Rocafort se vio en la obligación de infeudar sus bienes monásticos a cambio de mil ochocientos áureos y quinientos sueldos censales anuales a Pere de Aula, un ciudadano de Lleida, con el consentimiento previo de los abades de Poblet y Santes Creus. Aunque la evolución del monasterio durante el siglo xiii es difícil de determinar por la falta de noticias documentadas, de ciertas fuentes secundarias se deduce que el cenobio se encontraba en un periodo de decadencia. En la primera mitad del siglo xiv disminuyeron las donaciones y las vocaciones. Dado que la crisis también hizo mella en el otro monasterio cisterciense de Lleida, el de Vallverd (Tragó de Noguera), el entonces abad de Santes Creus, Guillem Blanc, con el consentimiento de la máxima autoridad cisterciense, el abad Morimond, decidió fusionar ambas comunidades en una sola. Sin embargo, esta medida no permitió resolver la situación, lo que obligó a que en 1470 se decidiera llevar el asunto al papa Sixto IV, que en 1474 ordenó la supresión del centro monástico y el traspaso de todas las rentas al abad de Poblet. En 1650 los edificios monásticos estaban muy deteriorados y de su mantenimiento se ocupaban unos pocos monjes de Poblet. En 1700, para sanear las arcas del cenobio tarraconense, se vendieron el monasterio en ruinas y sus propiedades a Francesc de Portolà, barón de Castellnou de Montsec y ciudadano de Balaguer, por setecientas sesenta liras, ocho sueldos y cuatro dineros. Durante el siglo xx el centro monástico perteneció a la familia Alòs hasta que el año 2003, Identirama S.A. lo compró y lo cedió en usufructo al obispado de Urgell.

 

Actualmente, del antiguo monasterio tan sólo se conserva el templo dedicado a santa María y los restos de la bodega a unos 15 m al sur de la portada principal. Desde 2004 se han hecho diferentes excavaciones para recuperar las otras dependencias que conformaban el cenobio, en las que se ha localizado el antiguo claustro y una parte de su pavimento junto al muro sur del templo, así como los restos de la necrópolis cisterciense en la zona exterior nororiental.

 

La iglesia de Santa Maria de les Franqueses tiene planta de cruz latina con una única nave, cubierta por una bóveda de cañón ligeramente apuntada, y una cabecera compuesta por tres ábsides, el central, de grandes dimensiones, de planta semicircular, y los dos laterales, situados en los brazos del transepto, también de planta semicircular, más reducida, cuya curvatura no se manifiesta al exterior, pues se muestran como si de un testero plano se tratase. De esta forma, los dos hemiciclos absidales laterales quedan embebidos en los muros de los brazos del transepto y en los cuerpos prismáticos que, adosados y más bajos que ellos, sobresalen de estos. Mientras que en el ábside principal se abren tres ventanas de doble derrame y dos arcos de medio punto en degradación, los laterales cuentan con sendos vanos estrechos y alargados, con abocinamiento hacia el interior, que se ubican descentrados respecto al eje central del lienzo. Tanto por su planta, como por esta peculiar solución aplicada a la cabecera, este edificio se puede poner en relación con la iglesia de Santa María de Chalamera (Huesca) y la del monasterio de Sant Benet del Bages (Barcelona). Las fachadas laterales de los brazos del transepto son lisas, como el resto de paramentos exteriores del templo, se culminan con un hastial triangular y cuentas con sendas ventanas. La del brazo meridional tiene doble derrame, y está formada por un arco de medio punto enmarcado por una arquivolta de bocel apoyada en sendas columnitas con capiteles y por un arco exterior cuyas dovelas se encuentran rodeadas por una imposta y una chambrana. Sin embargo, en el brazo septentrional se abre un rosetón, con vano central cruciforme con extremos circulares, y doble abocinamiento formado, tanto al interior como al exterior, por cinco anillos concéntricos, compuestos por molduras de puntas de diamante, hojas planas, bocel y escocia, y enmarcados por una chambrana. Este rosetón presenta ciertas similitudes con el de la iglesia de Santa Maria d’Almatà de Balaguer. En el muro lateral sur, junto al punto de confluencia con el brazo del transepto, se encuentra una portada compuesta por una doble arquivolta, con molduras lisa y de bocel, que se encuentra enmarcada por una chambrana. Esta puerta posiblemente comunicaba el templo con el claustro. Tanto las dos puertas que se abren en lo alto del tramo occidental de este lienzo meridional, como las hileras de orificios cuadrados que lo recorren de lado a lado son claros testimonios de que en esta parte del edificio hubo adosada una estructura de dos pisos, muy posiblemente relacionada con el claustro. Estas dos puertas daban acceso al coro elevado que se encuentra en los pies del templo. En la fachada occidental destacan sobremanera la portada y la alargada ventana gótica que se abre sobre ella. Aquella, que carece de tímpano y capiteles, está formada por tres arquivoltas lisas con un bordón en la arista y mediacaña. Las dovelas de su arquivolta exterior están enmarcadas por una chambrana. La puerta que se encuentra en el muro oeste del brazo norte del transepto, también carece de tímpano, y está formada por dos arquivoltas, una lisa, compuesta por alargadas dovelas, y otra con molduras de bocel y biselada. En los paramentos de la esquina en la que se ubica se aprecian las marcas dejadas por la bóveda de arista de una estructura adosada desaparecida, quizás un pórtico. Prácticamente en todos los paramentos exteriores, salvo la fachada oeste y los respectivos frontis de los brazos del transepto, soportan la cornisa unos canecillos lisos de idéntica factura, formados por una moldura de cuarto de bocel. Tanto el hastial de la fachada oeste, como en de los frontispicios de los brazos del transepto se eleva por encima de la techumbre, la cual, fue restaurada en 2003 y está formada por losas. La parte central de ésta formada por un cuerpo que se alza por encima de los laterales de la cubierta, simulando, en cierta medida, una inexistente estructura interior de tres naves.

 

En el interior del templo, los tres arcos fajones levemente apuntados, y adosados a pilastras, refuerzan la bóveda de cañón que cubre la nave, y están apoyados en semicolumnas que arrancan de los muros, a unos 2 m del suelo, y que se coronan con capiteles lisos. Los tres ábsides se cubren con sendas bóvedas de cuarto de esfera que arrancan de impostas corridas con moldura de caveto. Precede al ábside principal un arco de medio punto apoyado en columnas coronadas por capiteles, y un amplio espacio presbiterial. Dos arcos de medio punto apoyados en capiteles con decoración vegetal dan acceso a los brazos del transepto, que están cubiertos con sendas bóvedas de cañón perpendiculares al eje longitudinal del templo. En el muro norte del brazo septentrional, se halla un cuerpo adosado, coronado por una cornisa apoyada en canecillos, constituido por dos arcosolios con arcos apuntados y separados por un pilar central. Esta estructura, posiblemente, desempeñaba una función funeraria, al igual que otro arcosolio que se halla en el muro oeste del brazo sur, también con arco apuntado.

 

 

El edificio está sólidamente construido con sillares muy bien labrados, escuadrados y pulidos, dispuestos de forma muy regular en hiladas uniformes. Se cree que la construcción se inició en el último cuarto del siglo xii, y que a lo largo de los siglos xiii y xi se realizaron algunas de las reformas y añadidos comentados.

 

 

Texto y fotos: Juan Antonio Olañeta Molina/Nuria Font Marco - Planos: Marta Buira Ferrè

 

 

Bibliografía

 

Aramendía  Alfranca, J. L., 2002, II, pp. 199-203; Bertran Roigé, P., 1978, pp. 291-300; Bertran i Roigé, P., 1982; Català i Roca, P., 1977; Cataluya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 251-255; Díez-Coronel Montull, L., 1966-1968; Piquer i Jover, J. J., 1972, p. 8; Pladevall i Font, A., 1968, pp. 66-69; Rubio i Calvet, A., 2005.