Sant Iscle i Santa Victòria del castillo de Millars
MADREMANYA
El término de Madremanya limita con los municipios vecinos de Corçà, Monells, Quart, Sant Martí Vell y
La historia e intereses de los lugares de Millars y de Madremanya se entrelazan constantemente. La llamada Miliasam villam, situada en el lugar dónde ya en época romana se bifurcaba el camino que comunicaba Empúries con parte del Baix Empordà, en el año 834 pasa a manos del obispo de Girona, Gotmar. Los feudatarios tomarán el nombre del lugar, Millàs. El lugar de Madremanya, en cambio, aparece documentado más tarde, en el año 994. En 1053 aparece como Matremania y finalmente en 1063 como Matre-magna. Una parte del actual municipio, el caserío de Bevià, pertenecía a inicios del siglo xi al monasterio de Banyoles pasando más adelante a manos de los señores de Cruïlles. El linaje local de los Millars se consolida en el siglo xiii, vinculado a los condes de Empúries.
Iglesia de Sant Iscle i Santa Victòria del castillo de Millars
El pequeño pueblo o villa de Millars se encuentra al Este del término municipal de Madremanya, a unos 2’5 km de la cabeza de municipio. Está presidido por el conjunto monumental del castillo, con su torre y el peculiar y colorido campanario de la capilla de Sant Iscle i Santa Victoria. Los señores del lugar ennoblecieron en el siglo xiii, siendo vasallos del condado de Empúries, aunque las tierras del término de Millars pertenecían al obispado de Girona.
La iglesia se encuentra adosada al muro oriental del castillo o casa fuerte de Millars. Parte de ella queda oculta bajo dependencias de la casa construidas encima del pórtico y a los pies de la iglesia. El conjunto es hoy de propiedad privada, a cargo de la familia De Gormar, muy implicada en la restauración y cuidado del lugar. La iglesia, sufragánea de la parroquia de Sant Pere de Madremanya, es lugar de celebración de oficios familiares y en ella se celebra misa abierta el día de la fiesta mayor de Millars, en septiembre.
Nos consta documentalmente que paralelamente a la fortificación del castillo de Millars, en el año 1279 los diezmos cobrados en el pueblo fueron invertidos en la construcción de la capilla o iglesia del lugar, pues aparece citada de ambas maneras. Seguramente se trata de una ampliación y reconstrucción de una capilla anterior, que a juzgar por la estructura y decoración de raíz lombarda en el exterior del ábside, podríamos situar a finales del xi o durante el siglo xii.
Aportan mucha información sobre el estado y el uso del templo las visitas pastorales. En octubre de 1387, el obispo Berenguer d’Anglesola visita el caserío de Millars y su iglesia, servida por obreros como si se tratara de una parroquial, aunque en todo momento aparece como sufragánea de Sant Pere de Madremanya. En dicha visita del siglo xiv la iglesia se encuentra en muy mal estado, llueve en ella y faltan varios utensilios y ornamentos. En 1473 la iglesia, en cambio, parece encontrarse en mejor estado y con ornamentos suficientes; se dice servida, entonces, por dos párrocos de Madremanya. En una visita de 1511 se informa de la existencia de un “palio pintado a pincel” en el altar de santa Victoria. En 1558 se menciona un segundo altar, dedicado a la Virgen, pero se considera el templo cómo santuario o capilla votiva, y no como sufragánea. Dos años después se indica que la cubierta está en buen estado y que el campanario ya está realizado y tiene dos campanas. En torno a esta época se habrían terminado la puerta de entrada y modificado el muro occidental adosado al castillo, construyéndose posteriormente las estancias dispuestas sobre el pórtico de entrada. En este siglo xvi se habría encargado un retablo dedicado a los santos titulares al pintor gerundense Pere Mates, del que se conservan dos tablas en el Museu d’Art de Girona y otras en colección particular. En 1632 una visita nos informa que la capilla seguía enriqueciéndose y tomando importancia como sufragánea de Madremanya con un beneficiado y un nuevo altar dedicado a San Isidro. Por aquel entonces seguían siendo señores del lugar miembros de la misma dinastía Millars aunque suelen recibir sepultura en Madremanya, excepto Dimes de Millás, sus hijos y esposa cuya sepultura del siglo xiii se encuentra bajo losa esculpida en el centro de la nave. En 1734 el obispo Bastero sigue encontrando en la iglesia sufragánea tres altares, un cementerio demasiado alto cuyo nivel ordena rebajar y una sacristía tras el alar mayor que diez años después el obispo Suazo manda construir ex novo.
A finales del siglo xix, el entonces obispo ordena dejar de guardar reserva del Santísimo en la iglesia, pues no residía en ella ningún sacerdote. Desde entonces, aunque sigue abierto al culto, en el templo sólo se celebra oficio los domingos y en las fiestas del pueblo. En 1936, la destrucción arrasa los bienes de la iglesia, que entonces tenía en su haber una veintena de tallas escultóricas, muebles de valor y retablos. En la segunda mitad del siglo xx el conjunto del castillo fue restaurado por su entonces propietario, Carles de Gomar, bajo dirección del arquitecto Camil Pallàs.
El actual edificio es el resultado, ecléctico pero bello, de las varias intervenciones efectuadas en diferentes momentos históricos, hechas siempre con el objetivo de mantener la estructura primitiva y noble del lugar. La primitiva iglesia románica tardía, debió de ser de planta de cruz latina y nave única, incluyendo en su organización original las capillas laterales poco profundas y de planta cuadrada, pues nada en el paramento exterior de éstas en su unión con la cabecera apunta a una construcción posterior de éstas. La nave, cubierta por una bóveda de cañón, está dividida por arcos fajones, y termina al Este en un gran ábside semicircular, con una única ventana en el fondo y decorado, exteriormente, con motivos de raíz lombarda. Actualmente, el tercer tramo de la nave queda ocupado por un coro elevado.
Exteriormente, en la cabecera del templo, es donde predominan aún las formas estructurales y decorativas propias del románico. Aunque el edificio no aparece documentalmente hasta el siglo xiii, éste se construye siguiendo las formas canónicas del románico de los siglos xi y xii, cosa evidente en la decoración de raíz lombarda del ábside configurada a partir de cuatro lesenas que se levantan sobre un alto bancal uniforme y que dividen el muro semicircular en tres altos paños coronados por sendas series de cuatro arcuaciones ciegas situadas justo debajo de la cornisa de losetas que soporta la cubierta, actualmente de teja árabe.
En ambos lados del ábside, adosados entre la última lesena y la testera de la nave encontramos las pilastras que corresponden a la transición del ábside a la nave. El ábside románico exteriormente se incrusta en la testera de la nave que presenta un perfil a dos aguas, bastante más elevada, y posteriormente evidentemente reformada. El paramento del ábside es irregular, hecho de guijarros de piedra del lugar sin desbastar, a excepción de las lesenas construidas a base de sillares de la misma piedra escuadrados y bastante regulares. En el muro este de la capilla norte hay una única piedra, escuadrada y labrada con una apertura en su centro a modo de pequeña ventana saetera monolítica (propia de épocas anteriores). Ya formando parte del patio posterior, dentro de la propiedad particular, discurre el muro perimetral norte con su basamento ligeramente ataludado.
Respecto al campanario de planta cuadrada adosado al muro de mediodía de la nave y que custodia la entrada del templo bajo pórtico, aunque documentalmente no se habla de él hasta el siglo xvi vemos que presenta diferentes etapas constructivas evidentes en la fábrica de sus muros pues el basamento lo constituyen grandes sillares de piedra del lugar desbastados, escuadrados y dispuestos en hiladas regulares y con grandes sillares escuadrados en las esquinas. A partir de la altura del pórtico la fábrica del muro cambia convirtiéndose en paramento hecho a base de argamasa y guijarros sin desbastar. En ese primer nivel se abren en el muro sur dos ventanas saeteras toscas y rectangulares. Antes de llegar a la altura de la cubierta de la capilla, vemos en los ángulos del campanario los restos de lo que habrían sido pilares con aperturas luego tapiadas, constatadas también en el interior del muro de levante en el mismo nivel, quedando abiertas aún las aperturas del muro norte, dos ventanas de medio punto divididas por un pilar central, que dan acceso a la cubierta del edificio. Finalmente ya en el último nivel, el campanario presenta cuatro aperturas de medio punto, una en cada lado, bajo una cubierta piramidal de cerámica vidriada y colorida incorporada en la restauración realizada en los años 80 del siglo xx por los actuales propietarios del lugar.
Se accede al interior de la iglesia desde la pequeña plaza dónde se encontraba el antiguo cementerio, subiendo los tres peldaños que llevan a un pórtico con arco y bóveda carpanel que alberga la puerta de entrada al templo abierta en el tercer tramo de la nave, en el muro de mediodía, con sus batientes de madera y hierro forjado con sendas espirales o volutas de estilo románico. Dicha puerta principal en el interior de la nave, se encuentra bajo el coro sostenido por un interesante entarimado de madera labrada con balaustrada de estilo plateresco. Bajo el mismo coro, en el muro oriental, a los pies de la iglesia, se abre, en el centro, un pequeño arco de medio punto que alberga una pila bautismal; y en la esquina norte del mismo muro está la escalera de obra que lleva al piso superior del coro donde se encuentra la puerta interior que comunica con el castillo. La nave presenta cubierta abovedada dividida en tres tramos por dos arcos fajones que apoyan en sendas ménsulas o modillones situadas a media altura justo en el arranque del arco, éstas por su labra corresponden a una intervención de finales del xiv o ya del siglo xv pues en una visita de 1387 se dice que en la iglesia “llovía dentro”.
Mientras los dos últimos tramos de cubierta son bóveda de cañón; el primero, correspondiente al crucero, desarrolla una bóveda de arista cuyos toscos nervios de sección trapezoidal, hechos a base de ladrillos y con una clave central corresponderían a una reforma de finales del siglo xiii o mediados del xiv. En este lugar, a ambos lados de la nave, se abren, a través de dos grandes arcos formeros de medio punto, dos pequeñas capillas de planta rectangular cuyos arcos formeros de acceso acusan intervenciones posteriores. El ábside románico bastante más bajo en altura que la cubierta de la nave, queda abierto directamente a la nave a través de un arco de medio punto de piedra, adovelado, muy similar en fábrica y dimensiones a los dos arcos formeros abiertos en ambos lados de la nave, pero construidos o reformados en momentos distintos, pues uno de ellos imposta directamente en el muro perimetral mientras el otro desarrolla en sus jambas pilastras e impostas con molduras sencillas. No existe aquí el arco triunfal o presbiteral que encontramos en otras iglesias románicas, aún así pudo haber existido en el momento en el que se habrían hecho las reformas de la cubierta de dicho crucero.
El edificio, como ya hemos comentado, se encuentra muy reformado pero bien cuidado, los muros y la cubierta del edificio en su interior rebozados y pintados dejan a la vista las estructuras arquitectónicas de soporte de la cubierta, las dovelas de los arcos y el paramento de las capillas y del mismo ábside que se encuentran limpios y rejuntados con mortero fruto de una restauración reciente. El muro semicircular del ábside presenta en su interior un paramento rudo confeccionado a base de guijarros de piedra del lugar sin desbastar, en el centro del cual se abre una ventana de medio punto y de doble derrame con dintel y alféizar monolíticos, pero de factura moderna. El paramento de la cubierta de cuarto de esfera del ábside presenta, a diferencia del muro al que se yuxtapone, hiladas de guijarros desbastados longitudinales, dispuestos de forma regular hasta el cierre de la bóveda.
Ambas capillas laterales presentan en su muro central una ventana de medio punto de igual fábrica que la central del ábside, descrita anteriormente. En el interior del edificio, aunque realizados en fechas posteriores, encontramos un relicario y un armario de joyas del siglo xii. El primero se encuentra incrustado en el muro de levante de la capilla norte, bajo guardapolvo longitudinal moldurado y puerta de madera y hierro forjado. El armario de joyas llama la atención por sus dimensiones, empotrado a media altura aproximadamente en el centro del muro sur, con una doble puerta ferrada, muy bien labrada y una inscripción en el dintel monolítico que indica la prosperidad de la capilla en 1622.
Dos pilas bautismales se encuentran próximas a la puerta de entrada al templo. Una de ellas mencionada anteriormente y de factura más sencilla y primitiva pero de mayores dimensiones, se encuentra bajo el arcosolio de los pies de la iglesia. Dicha pica bautismal es sencilla y algo tosca, con vaso semiesférico sin inscripciones, y pie de sección hexagonal labrado en forma helicoidal, podría tratarse de la pica perteneciente al edificio levantado en el siglo xii-xiii. La segunda pica bautismal, incrustada en el muro de mediodía, cerca de la puerta, está ya fechada en 1565..
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
Bibliografía
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