LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN PEDRO se encuentra en el extremo oeste del pueblo, en el lugar denominado “Prado de los Merallos” o “Barrio de la Cruz”. Es una construcción de cantería cuyos muros aparecen revocados tanto en el interior como en el exterior lo que impide apreciar el tipo de aparejo utilizado, si bien en algunos puntos se adivina un aparejo de mampostería y sillarejo. Aunque su planta corresponde al trazado de una iglesia tardorrománica, los alzados son producto de reformas posteriores, probablemente de los siglos XV y XVI. A ello se une además la transformación que experimentó el edificio en la segunda mitad del siglo XIX, tras el incendio que sufrió el 6 de enero de 1866. En origen el edificio presentaba una sola nave rematada en un gran ábside semicircular y profundo presbiterio. Posteriormente se añadieron la sacristía, el baptisterio y la espadaña. El ábside presenta en alzado un alto zócalo apenas resaltado y sobre él un único cuerpo sin ventanas reforzado por dos estribos prismáticos rematados a una vertiente. Coronando los muros se dispone una cornisa de piedra soportada por una serie de canecillos lisos cortados en forma de nacela. Enlazando con la cabecera se extiende el espacio correspondiente a la nave que es producto de una reforma llevada a cabo en torno al siglo XV. En este caso los muros están rematados por una cornisa soportada por canes de perfil convexo. Dos portadas de cronología tardogótica y protegidas por portales modernos facilitan el acceso al interior: una en el lado norte, de uso habitual por la comunidad y otra en el lado sur aunque trasladada desde el muro occidental. La primera está formada por un arco de medio punto de grandes dovelas enmarcado por un alfiz de bolas. La otra presenta un esquema similar, con arco ligeramente apuntado moldurado con un fino baquetón que recorre también la jamba y enmarcado todo por alfiz. El interior del templo refleja igualmente las remodelaciones sufridas a lo largo de los siglos. La cabecera se cubre con bóveda de cuarto de esfera en el hemiciclo absidal y de cañón en el presbiterio. Soportan la bóveda arcos de medio punto que descansan sobre ménsulas molduradas de factura posmedieval que se prolongan en forma de imposta corrida por toda la nave. Ésta se cubre con bóveda de cañón si bien en origen es posible que lo hiciese con techumbre de madera pues aún quedan tres canes que debieron soportar las vigas que ardieron en el incendio de 1866. La ausencia de contrafuertes en el exterior de la nave apoyaría esta hipótesis. La estructura del edificio recuerda bastante a la de otras iglesias de la zona como San Juan de Paluezas o más al oeste, Balboa. Son construcciones que siguen esquemas románicos en sus plantas y cubiertas, pero no así en los alzados de sus muros que, en muchos casos, evidencian una cronología tardía que puede rebasar la primera mitad del siglo XIII. Son ejemplos residuales de un tardorrománico muy popular que pervive en estas zonas rurales donde la falta de recursos favorece a menudo un excesivo conservadurismo por lo que a las formas constructivas se refiere.