Castillo de Vila-sacra
VILA-SACRA
El término municipal de Vila-sacra, de sólo 6 km² de extensión, se localiza en el sector sur de la llanura aluvial del río Manol, que forma su límite septentrional con Vilatenim (agregado desde 1975 a Figueres). Limita al Sur con Fortià y al Oeste con el Far d’Empordà. Se llega al municipio fácilmente por la autovía C-260, que va de Figueres a Roses. Dicha carretera, que constituye el acceso principal a Roses, Cadaqués y sus alrededores, y que comunica también la capital, Figueres, con la zona agrícola y ganadera más próspera del Alt Empordà, ha tenido una gran incidencia en el desarrollo de Vila-sacra y de los demás pueblos situados a lo largo de su trazado.
Vila-sacra fue una de las posesiones más importantes, en la llanura ampurdanesa, del monasterio de Sant Pere de Rodes. El lugar es mencionado ya en el año 974, en una bula de Benedicto VI al abad Hildesind donde se confirman las propiedades del cenobio en Villae Saccari. Por otra parte, en 1017 tenía también propiedades en la zona el monasterio de Camprodon, según otra bula de Benedicto VIII. En un documento del 1169, el lugar es mencionado ya con el nombre de Vila-sacra. En el siglo xiii, Sant Pere de Rodes amplió notablemente sus dominios: en 1240, el abad compró a Gilabert de Cruïlles el castillo y lugar de Vila-sacra, con sus jurisdicciones. Finalmente, el monasterio obtuvo, en 1308, la jurisdicción civil total de los castillos de Vila-sacra, el Far y Marzà.
Texto: MJV
Castillo de Vila-sacra
El castillo de Vila-sacra domina el casco antiguo de la población. Es mencionado documentalmente a partir del siglo xiii, cuando la familia de los Cruïlles-Peratallada eran sus señores y poseían distintos derechos y bienes en la villa. En, 1222 Ermessenda de Peratallada tenía derechos de diezmo, y en 1226 Gilabert de Cruïlles y su esposa Cecília vendieron el castillo, junto a otras tierras y jurisdicciones, a Arnau de Foixà mientras viviera. En 1240 el mismo Gilabert de Cruïlles volvió a vender el castillo y demás posesiones de Vila-sacra, si bien a perpetuidad. El comprador fue el abad Ponç de Sant Pere de Rodes, y desde entonces la comunidad benedictina fue la propietaria del castillo hasta su extinción en el siglo xix.
Se conservan numerosas noticias del castillo a lo largo de los siglos xiv y xviii. La comunidad de Rodes intentó integrar en su poder otros bienes y derechos en el término que se hallaban repartidos entre otros propietarios; por ejemplo, en 1274 Jaume de Vallgornera vendió la cuarta parte del diezmo de la parroquia al monasterio, y en 1295 el abad Ramon de Pont compró a Ramon de Palol el lugar de Palol de Vila-sacra. Sin embargo, el poder monástico en el lugar fue motivo de disputa con los condes de Empúries: en 1299, el abad de Rodes presentó quejas al obispo de Girona por distintos abusos de los condes que, entre otros, habían usurpado la jurisdicción civil i criminal del lugar. A pesar de que el monasterio acabó ganando el litigio, los conflictos por la jurisdicción del lugar se alargaron hasta 1402. En aquel año, el rey Martín el Humano, actuando como conde de Empúries, tuvo que rendir homenaje al abad de Sant Pere.
A finales de siglo xviii la comunidad benedictina abandonó el monasterio de Sant Pere para trasladarse al castillo de Vila-sacra, que se convirtió, por tanto, en sede permanente de los monjos. La autorización para el traslado fue demandada en 1791, alegando los monjes el mal estado de las viejas edificaciones monásticas, la insalubridad del lugar y la indefensión ante los ejércitos y bandoleros. Pese a los informes positivos, el traslado no se hizo efectivo en un primer momento, y en 1797 los monjos todavía estaban en el monasterio de Sant Pere, que fue ocupado y saqueado por las tropas francesas. Ello debió acelerar el proceso de marcha, y en 1798 finalmente la comunidad se instalaba en sus posesiones de Vila-sacra, que habían sido adaptadas a los nuevos usos religiosos.
El castillo acogió a la comunidad hasta el año 1805, cuando se concedió al cenobio su traslado a la ciudad de Figueres. Sin embargo, la Guerra del Francés y el Decreto de abolición de órdenes religiosas de 1809 retardaron los planes de traslado. La comunidad huyó de Vila-sacra y el castillo fue saqueado. En 1818, Carlos IV emitió otro Real Decreto a favor del traslado de los monjes de Rodes, que el 11 de octubre ya se había instalado en la ciudad de Figueres, donde permanecieron hasta el 1835.
Entonces, con la extinción de la comunidad, los bienes monásticos fueron subastados. En 1843, Ignasi Salleras, residente en Foixà, adquirió el lote de Vila-sacra por 5625 reales. A partir de este momento el castillo fue dividido en viviendas, y en parte se destinó a uso agrícola, función que perduró hasta comienzos de siglo xxi, cuando el consistorio de Vila-sacra decidió albergar en el antiguo castillo la Casa de la Vila. En 2007 se iniciaron las obras de remodelación, que se interrumpieron en enero de 2008 por el desplome de parte del edificio. Los trabajos se reprendieron en 2009, y finalizaron con la inauguración del nuevo ayuntamiento el día 6 de febrero del 2011.
El castillo de Vila-sacra está compuesto por edificaciones que corresponden a distintos momentos constructivos y que a lo largo de los siglos han sufrido diferentes reformas y adaptaciones arquitectónicas. La estructura principal del castillo se compone de una torre central rodeada por una muralla cuadrangular, en el interior de la cual se adosaban distintas dependencias. Cabe destacar que el recinto no es regular, pues la muralla presenta una planta trapezoidal y la torre se encuentra ligeramente desplazada hacia el Este, donde se emplazaba la puerta del recinto.
La torre es uno de los edificios más emblemáticos del castillo, y seguramente el que presenta, por lo menos a nivel de sus cimientos, una datación más antigua. Se trata de una torre de planta circular de sección troncocónica y tres plantas, que se se eleva unos 14 m y mide 9,70 m de diámetro exterior en la base, con un grueso de muro de unos 2,75 m. Presenta tres tipos de aparejo. En la sección inferior (que se corresponde con la primera y segunda planta) el aparejo es irregular, realizado con sillarejo y abundante mortero. En la tercera planta está realizado con sillares labrados dispuestos en hiladas uniformes que se elevan unos 4 m. Corona el conjunto un sector de sillarejo mezclado con restos de cerámica, cuya parte superior se ha perdido.
Aunque en origien parece que la torre no presentaba aberturas, hoy se pueden observar varias ventanas abiertas en época moderna, y un socavón en la parte inferior. La puerta de acceso original se sitúa en la segunda planta, en el sector meridional. En el interior, la torre presenta tres estancias, una por planta, siendo las más pequeña la inferior, puesto que el grueso de los muros se reduce a medida que la torre gana altura. Las tres estancias están cubiertas por sendas bóvedas semiesférica realizadas con sillarejo, en las cuales se practicaron aberturas a modo de trapas. En la bóveda de la planta inferior aún se puede observar restos del encañizado utilizado para su construcción.
Las excavaciones arqueológicas en el castillo han puesto de manifiesto la presencia de restos cerámicos vinculados a la fundamentación de algunas de sus edificaciones, restos que se pueden datar en los siglos x y xi. Seguramente las construcciones originales sirvieron de cimientos para parte de la estructura que se observa hoy en día, constituida a mediados del siglo xiii. La datación de la fortaleza puede ser establecida en base a las noticias que se conservan de esta época del castillo, así como las similitudes arquitectónicas que presenta con otros conjuntos coetáneos. Especialmente similar es el castillo de Llers, que se menciona en el siglo xii y se reconstruyó a mediados del xiii. Ambos castillos presentan una torre central rodeado por un patio limitado por una muralla cuadrangular en el interior de la cual se adosan distintas dependencias. A pesar de que la estructura del castillo responde a esta época, no se han podido documentar niveles propios del siglo xiii, puesto que fueron muy alterados a lo largo del siglo xv. En este siglo, los monjes de Sant Pere de Rodes reconstruyeron paramentos, modificaron accesos, abrieron nuevas aperturas y construyeron otros edificios. La intención de la comunidad de Rodes fue reconvertir el castillo en palacio o casal gótico. La misma comunidad de Rodes fue responsable de la otra gran reforma, llevada a cabo a finales de siglo xviii, cuando los monjes se instalaron en Vila-sacra, y por lo tanto, adaptaron el palacio al uso conventual.
Como se ha dicho, con la desamortización el antiguo castillo se dividió en viviendas, que acabaron de desfigurar su aspecto original. La recuperación del edificio como casa consistorial pretendió recuperar la imagen primitiva del castillo, pero las vicisitudes de la misma obligaron a replantear el proyecto.
Texto y fotos: Clara Poch Gardella
Bibliografía
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