Identificador
50179_01_009n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 7' 45.55'' , -0º 55' 33.83''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Moyuela
Municipio
Moyuela
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
Este edificio se encuentra en el barrio al que da nombre, el barrio de Santa María. Según Royo era la primitiva parroquia de la localidad a pesar de estar alejada del casco urbano en sus orígenes, tal como su advocación indica. No sería hasta el siglo XVI cuando el crecimiento de la población la englobó en su núcleo. De ello queda constancia documental en una noticia del Sínodo de Valderrobles, con fecha del 5 de marzo de 1656, en el que se cita a la ermita de Nuestra Señora de Allende diciendo que “antiguamente fue la parroquia”. A finales de los años setenta del siglo pasado Gudiol encontraba esta ermita abandonada, pero sin llegar a estar en mal estado. Asimismo destacaba que su “graciosa espadaña” no es una solución muy frecuente en el territorio aragonés. En el año 1992 se acometieron las obras de restauración, según el proyecto del arquitecto Francisco Izuzquiza Rueda, lo que supuso varias modificaciones en su morfología. Entre las actuaciones llevadas a cabo se sustituyeron las cubiertas y las tejas rotas, se realizaron zanjas de drenaje para combatir las humedades, se sustituyó la parte interior de la escalera de acceso por la actual, se demolió el volumen de la sacristía que se encontraba adosado a la parte este de la cabecera, se cerró el vano por el que se accedía a ella, situado en el lado sur del ábside semicircular, se cerraron los vanos de iluminación de la cabecera y de los pies con alabastro, se sustituyó un muro que cerraba el lado oeste del pórtico por una columna similar a las otras, igualando así sus frentes y devolviéndole su previsible aspecto original, se restauraron la sillería y las molduras y se aplicó revoco sobre la mampostería exterior. La planta de la ermita está configurada por una sola nave de cuatro tramos y un ábside semicircular orientado al Este. Al lado sur presenta un pequeño atrio y a los pies se yergue la espadaña de gran altura ya comentada. Se trata de un edificio de dimensiones reducidas con 14,30 m de longitud por 5,05 m de anchura. Existe un acceso en el lado sur y dos ventanas, una centrada en el ábside y otra, ligeramente descentrada, a los pies del templo. El eje longitudinal de la planta se encuentra levemente desviado hacia el Sur, algo inapreciable desde el exterior pero que queda patente en su visita al interior. En referencia a los alzados cabe señalar que la nota dominante es una gran sobriedad. Todos sus elementos, ábside, presbiterio y nave, aparecen bien señalados al exterior, decreciendo en altura conforme nos acercamos al ábside, y con diferencia de anchura entre la nave y la cabecera. No ocurre lo mismo en el interior, donde apenas existe diferencia entre ellos, salvo por el arco triunfal y los arcos fajones, que varían ligeramente en alzado y planta, estando estos últimos elevados sobre plintos prismáticos de unos 1,10 m de altura. Por esta razón se podría describir a la ermita como un edificio de nave única de tres tramos, los cuales coinciden con el pórtico exterior, y una cabecera compuesta por un presbiterio y un ábside semicilíndrico. En la fábrica de la ermita se utilizó piedra sillar para los arcos fajones, las esquinas, los vanos y la espadaña, y tosca mampostería para el resto. Para esta afirmación nos dejamos guiar por las noticias documentales, ya que actualmente la parte de mampostería se encuentra cubierta por un revoco de tono ocre terroso al exterior, fruto de su última restauración, mientras que el interior se muestra totalmente enlucido, salvo los arcos fajones y parte del muro oeste. Las hiladas de sillares que permanecen a la vista son de muy diversos tamaños, con dimensiones que varían entre 12 y 50 cm. La nave está cubierta con bóveda de cañón apuntado reforzada con fajones, al igual que el presbiterio. Para el ábside la solución utilizada fue la habitual fórmula romá nica a base de bóveda de cuarto de esfera, en esta ocasión ligeramente apuntada. Cuenta con una ventana, todavía útil, en su parte central, y los restos de dos vanos cegados al norte y sur de la cabecera. El meridional, que abría antes de la última restauración al exterior, es adintelado y conserva una reja de forja, mientras que el septentrional, de medio punto, situado en el último tramo de la nave, cumple funciones de hornacina. Ambos son posteriores a la fábrica románica. Otro vano, en esta ocasión adintelado, se abre en lo alto del muro de los pies de la ermita, ligeramente descentrado hacia el Sur. También en el lado sur, bajo el pórtico, se abre una puerta de medio punto que sirve de único acceso a la ermita. Está configurada a base de dos arcos dovelados de medio punto, escalonados, que apoyan sobre una imposta y jambas prismáticas. Todo este conjunto se cubre por un dosel de medio punto y está realizado en piedra sillar. En el lado interno de ambas jambas se aprecian cruces funerarias, al igual que en los sillares de la parte baja de la espadaña. El aspecto interior de la cabecera actual es fruto de la restauración de principios de los noventa, ya que anteriormente se había abierto un acceso a la sacristía que estaba situada tras el ábside. Durante los trabajos de restauración se eliminó el volumen de la sacristía y se trasladaron alguno de sus muros con pinturas a la cabecera actual. El muro real del ábside cilíndrico se encuentra unos 50 cm por detrás del actual tabique moderno, que muestra una decoración neorrománica un tanto llamativa. Aún así podemos contemplar todavía la ventana aspillerada, centrada, con derrame hacia el interior y arco de medio punto tallado en el dintel hacia el exterior. Tanto por sus formas estilísticas como por su proximidad geográfica, la ermita de Nuestra Señora de Allende forma pareja con la de San Nicolás de Azuara. Ambas construcciones parecen datar de épocas muy próximas, contando las dos con similares planteamientos. Tan sólo quedan vestigios de cierta ornamentación románica en dos piezas de la chambrana que cubre el arco del vano de acceso, concretamente en la tercera y la octava pieza, comenzando a contar por el extremo oriental. En la tercera dovela se aprecian tres pequeñas cabezas, dos de ellas unidas y otra separada, cuya interpretación es confusa debido al mal estado de conservación. En la octava dovela se adivinan de nuevo estas formas, aunque en esta ocasión, debido a su deterioro, sólo se pueden reconocer dos pequeños abultamientos. Un atrio o pequeño pórtico gótico protege la portada que abre al muro sur. Apoya sobre cuatro columnas de fustes octogonales realizados en piedra, con capiteles labrados en forma de prisma octogonal invertido. Su cubierta adintelada es prolongación de la correspondiente a los tramos de la nave, y apoya sobre unos modillones cóncavos recorridos por una sencilla moldura en su parte superior. A los pies de la ermita se levanta una esbelta espadaña con dos vanos de medio punto en los que aún se aprecian los retranqueos para las estructuras de madera que sostenían las campanas. Está realizada en buena sillería y cuenta con numerosas cruces funerarias labradas en sus sillares más bajos. En las obras de restauración de comienzos de la década de los noventa aparecieron enterramientos y restos óseos humanos dispersos, algunos de ellos de época medieval, tanto en el interior de la nave como en la zona perimetral. Aunque la tradición popular califica a esta construcción como parroquia mozárabe edificada por los templarios, la fábrica de la ermita de Nuestra Señora de Allende nos lleva a situarla en el siglo XIII, dentro de un románico tardío inercial, en que ciertos elementos como la articulación de las pilastras resultan próximos a fórmulas góticas. Participa de las formas y esquemas propios del románico rural que aparece en pequeños núcleos poblacionales al sur del Ebro.