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Virgen de San Cristóbal (copia)

Identificador
50267_01_218n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 21' 32.96'' , -1º 7' 58.18''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

Ermita de San Cristóbal

Localidad
Uncastillo
Municipio
Uncastillo
Comunidad
Aragón
País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María

Localidad
Uncastillo
Municipio
Uncastillo
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La imagen de la Virgen de San Cristóbal se encontraba originalmente en la ermita de dicha advocación emplazada en las afueras de la población, totalmente reconstruida a mediados del siglo XX. Visible desde la villa de Uncastillo, se alza en un cercano montículo al Norte. De origen medieval, se conocen datos referentes a sus primeros años: en 1190 el papa Clemente II le otorgó diversas gracias, y en 1212 el obispo de Pamplona concedió indulgencias para quienes diesen limosnas para el santuario. La ermita albergaba la imagen original, patrona de Uncastillo, que fue sustraída en el año 1972. La talla se relacionaba con una imagen francesa, aduciendo la leyenda popular que la Virgen apareció en Uncastillo al mismo tiempo que desaparecía de la localidad de Sarrance en el Pirineo francés, convirtiendo la ermita como consecuencia de tan singular suceso en un lugar de peregrinación para los fieles galos. La talla actual es una copia, fechada en torno al año 1980, de la imagen robada. Mide 64 cm de altura por 25 cm de anchura y 23 cm de profundidad. Realizada en madera dorada y policromada, representa a la virgen María en posición sedente y coronada, siendo ésta a su vez el trono del niño Jesús en una iconografía propia de la escultura románica. Éste aparece representado también con una corona, sosteniendo un libro abierto en la mano izquierda y con el brazo derecho extendido y la mano abierta en acto de bendición. Ambas figuras muestran canon levemente desproporcionado respecto del clásico, con el rostro sereno y sin expresividad, dando como resultado una composición de marcado hieratismo, paliado, sin embargo, por el marcado colorismo del conjunto, en el cual predominan los tonos vivos, especialmente en las vestimentas, y unas carnaciones muy naturalistas en los rostros de los personajes. La figura, de bulto redondo, estaba trabajada en todo el perímetro, con lo cual parece plausible que su disposición original no se limitase a estar adosada a un muro, ya que permitía la contemplación en su totalidad. Sobre la cronología de la original no podemos pronunciarnos; algunos autores la atribuyeron al siglo XII y otros a comienzos del siglo XIII.