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San Pablo y Santa Lucía

Identificador
28153_02_026n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 50' 8.06" , -3º 29' 44.68"
Idioma
Autor
Ignacio Hernández García de la Barrera
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro Apóstol

Localidad
Torremocha del Jarama
Municipio
Torremocha del Jarama
Provincia
Madrid
Comunidad
Madrid
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN PEDRO APÓSTOL se encuentra enclavada en el interior de la trama urbana, incorporada a uno de sus principales ejes y abierta a una pequeña e irregular placita. Mucho ha variado la imagen que hoy nos ofrece de aquella que se planteara en el momento de su primera traza, sobre la que se han ido añadiendo y rehaciendo distintos elementos. En opinión de Sanz Hernán el edificio se planteó a partir de la torre, procedente según sus palabras de la “atalaya de la barbacana de la fortaleza de la poderosa villa de Uceda”, aunque a nuestro modo de ver nada hay en planta o alzado que justifique tal aseveración. Se ha de entender que en origen se pensó un edificio de sencilla planta basilical y nave única rematado en cabecera semicircular, siguiendo un modelo harto frecuente en el románico rural, al que se adosó la torre campanario en el frente meridional del presbiterio. Ya a mediados del siglo XVI -1556-, y bajo el impulso dado anteriormente por el Cardenal Cisneros, se remoza la pequeña iglesia, ampliándose su cuerpo de naves adosando la norte y añadiendo el pórtico que la ciñe a mediodía y poniente, conformado mediante un ingreso renaciente y sucesión de arcos carpaneles. De menor interés fueron las intervenciones del XVIII. En 1865 se volvió a ampliar el espacio de culto, agregando parte del atrio como colateral sur e instalándose a los pies el baptisterio. Tras la última guerra civil fue incluida en los planes de Regiones Devastadas para su parcial rehabilitación añadiéndose un pequeño segundo cuerpo de planta cuadrada a la torre que sería derribado después. Las últimas intervenciones se llevaron a cabo a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, con la intención de restituir las formas primigenias de la cabecera y de las reformas del XVI, recuperándose el espacio del atrio y derribando el segundo cuerpo de la torre. Además se liberaron las pinturas de la cabecera, se mudó la cubierta de la nave por la actual parhilera atirantada y se colocaron unas innecesarias celosías en el intradós de los formeros, la escalera de acceso a la torre y la tribuna, todas ellas metálicas. Como se ha dicho, la parte más antigua del edificio es la cabecera junto con la torre. Prueba de ello es su traza al modo románico, si bien un románico de inercia, tardío, que continúa repitiendo modelos en el ámbito rural en fechas muy avanzadas del siglo XIII -acaso primera mitad del XIV-, en que ya se había transformado el estilo en los grandes centros. Actualmente al exterior el revoco imita despiece de sillares de regular galga ocultando la fábrica, que entendemos de mampuesto, dando lugar a una superficie lisa sin más traba que los esbeltos vanos de iluminación y los contrafuertes que la apuntalan. La torre muestra dos cuerpos en ligero releje unidos mediante imposta lisa al modo de la vista en Olmeda de las Fuentes, y que se repite a la altura del salmer de los vanos para campanas. Al interior de la cabecera se accede por medio de un triunfal liso que hoy extrañamente reposa en ménsulas con perfil de nacela y listel. Da paso a un profundo presbiterio articulado en dos tramos por medio de un perpiaño que refuerza el medio cañón que lo cubre y que reposa en cimacios de filete y bisel que han perdido sus sustentos correspondientes. En los tramos más orientales se abren sendos vanos de iluminación, desiguales, de medio punto y con derrame al interior. Como en otros templos de la provincia -Prádena del Rincón o la ermita de los Milagros en Talamanca de Jarama, por ejemplo- marca la transición entre el medio cañón y la bóveda de horno del hemiciclo un segundo fajón. Toda la cabecera se encontraba exornada con pinturas murales, de las que nos ha llegado buena muestra en el testero y la exedra, y restos fragmentarios en la bóveda del presbiterio. Su temática tiene origen inequívocamente románico, si bien su factura invita a pensar que fueron realizadas en fechas pertenecientes a los siglos del gótico -a mediados del XV las adscribe de la Morena-, del mismo modo que sucede en las análogas de Valdelaguna, Santorcaz o Valdilecha. Ocupa la exedra el repetido tema del pantocrátor con Cristo en majestad, barbado, sentado en el trono e inscrito en mandorla, en cuyo interior también se disponen a la altura de la cabeza las figuras del sol y la luna. Dado su deterioro no se aprecia con claridad el gesto de su diestra, que no parece el usual de bendecir. En la izquierda parece portar una sagrada forma en la que se inscribe una cruz que acaso fue bola del mundo. A los lados le acompañan los cuatro evangelistas, de distintas manos y varias veces repintados, bajo la apariencia de tetramorfos al modo en que los describió Ezequiel en su visión (Ez. 1, 10) y aparecen en el Apocalipsis (Ap. 4, 7). La parte inferior del testero la ocupan otras cuatro figuras, dos a cada lado del vano, todas ellas bajo arcos de medio punto y sobre fondos casetonados. Lo flanquean las figuras de San Pedro, al Norte -nimbado y portando la llave- y San Pablo, al Sur -con la espada e igualmente con nimbo-. Junto a San Pablo aparece la imagen de Santa Lucía, portando una palma y la copa con los ojos como atributo y símbolo de su martirio. La figura representada junto a San Pedro es de difícil identificación, pues la imagen fue desfigurada al abrirse un hueco en el muro; no obstante, al ser la figura femenina y asomar parte de una hoja de palma como símbolo de martirio, no sería extraño que se tratase de Santa Águeda, por la relación que ésta tuvo en la leyenda de Santa Lucía. Otras figuras se repartían por la bóveda del presbiterio, posiblemente formando parejas afrontadas en cada tramo. Se encuentran muy perdidas, pudiéndose reconocer únicamente a San Marcos en el lado sur gracias a una filacteria. Por otras zonas de la cabecera se reparten motivos vegetales, de entrelazo y geométricos, todos ellos en vivos tonos de rojo, azul, amarillo y blanco que se disponen especialmente en las proximidades de los vanos y sobre los arcos fajones. Recorre la cabecera una imposta de filete y bisel por la que corre una inscripción, perdida en gran parte, de la que se han podido rescatar fragmentos: A FER... S... (AVE MA)RIA GRACIA PLENA DO(MINUS)... ESTA OBRA MANDO FAZER EL CONCEIO E LOS HOMES BUENOS DE TORREMOCHA E M RUIS CLERIGO... ANNO DEL NACIMIENTO DE N(UESTRO SEÑOR)... Tras el altar mayor, en inusual disposición, se encuentra la pila bautismal, labrada en caliza y con marcas de bujarda. Su copa -95 cm de diámetro exterior por 47 de altura y 74 cm de diámetro interior por 31 de altura- traza un octógono que al interior se vuelve circunferencia. Se alza sobre un tenante prismático de 51 cm de altura.