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Restos del ábside central

Identificador
24320_01_055
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 22' 15.39'' , -5º 2' 0.74''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santiago el Mayor

Localidad
Sahagún
Municipio
Sahagún
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
DESDE CARRIÓN DE LOS CONDES, el Camino de Santiago transcurre sobre la summa crusta o pavimento enlosado de la antigua vía romana de las Galias hasta Calzadilla de la Cueza. Continúa después por Ledigos, Terradillos de los Templarios, Moratinos y San Nicolás del Real Camino. Seguimos por un camino de tierra hasta el río Valderaduey, atravesado por un pequeño puente de origen romano, hoy inutilizado, que nos lleva ante la ermita de la Virgen del Puente. Entramos en Sahagún por la Ronda de la Estación y proseguimos por la Travesía del Arco, cuyo nombre nos recuerda el lugar en que antaño estuvo situada una de las puertas de la muralla. Pasamos ante la iglesia de la Trinidad y descendemos a la antigua calle del Peso, hoy de la Constitución, que nos lleva hasta la calle Antonio Nicolás y a la plaza de Santiago, en cuya parte más elevada, haciendo esquina con la calle mencionada, se alzó antaño la parroquia del mismo nombre. El muro meridional del templo recorría la calle Antonio Nicolás -antigua calle del Pozo-, alzándose los ábsides hacia la mitad de su recorrido, donde hoy se encuentra una doble puerta metálica. La portada principal, situada a los pies, se abría a la plaza de Santiago. La de San Tirso de Sahagún fue la primera iglesia mudéjar construida en España. Debió iniciarse hacia 1170 y se terminaría en torno a 1200. En ella detectamos el carácter híbrido propio del estilo: planta y alzados románicos, con arcos góticos en el triunfal de la capilla mayor y en la portada meridional. Hacia 1190-1220 debió ser construida la iglesia de Santiago, cuyos restos ocultos entre construcciones actuales se reducen a la mitad inferior de los tres ábsides, donde ya aparecen arcos ciegos de herradura, y a la mitad inferior del muro septentrional. Muy poco después de 1200 debió iniciarse la obra de la iglesia de San Lorenzo, que sobrevive completa. De la iglesia de Santa Cruz subsisten algunos muros de ladrillo y mampostería en un solar situado en el ángulo noreste de la plaza del mismo nombre. Más al norte se encontraba la desaparecida iglesia de Santa María la Nueva. Tampoco queda nada de la iglesia de Santa María Magdalena, que estuvo cerca de la actual Plaza Mayor; ni de la iglesia de San Pedro, que estuvo situada en el barrio del mismo nombre, y menos aún de la iglesia de San Martín, que se ubicó en la antigua plaza homónima, llamada hoy de Gerardo del Corral. Se han conservado dos templos de época gótica: la iglesia del antiguo Convento de Padres Observantes de la Orden de San Francisco, llamada hoy “Santuario de la Peregrina”, que fue levantada a partir de 1257 con influencia almohade, y la ermita de la Vi rgen del Puente. La iglesia parroquial de la Trinidad se rehizo completamente hacia 1600 con volúmenes herrerianos en su amplia nave y cierto sabor tradicional y medievalizante en su torre campanario. En el siglo XVI las reuniones del Concejo de Sahagún se celebraban normalmente en “la casa de su Ayuntamiento”, adonde acudían los regidores “llamados por son de campana tañida, como lo tienen de uso e costumbre de se ayuntar y ser llamados cada y quando es necesario e cumplidero a la dicha villa e vezinos della”. Pero también sabemos que el primero de enero de 1566, se reunió el Concejo de modo extraordinario “en la Yglesia de Señor Santiago... por son de campana tañida, según que lo tienen de uso y de costumbre de se ayuntar”, a fin de proceder a la elección de los cargos políticos, policiales y administrativos del municipio. La preferencia por este edificio religioso se debería a la necesidad de disponer de un amplio espacio para realizar cada año dichas votaciones, pues tenemos noticia de otra reunión electoral realizada en su interior el 1 de enero de 1671. Hacia 1772 el abate Antonio Ponz calculaba que Sahagún tendría menos de 4.000 habitantes, pues estaba “muy despoblada respecto de tiempos pasados... Está en una llanura, y permanecen las reliquias de sus murallas antiguas y un castillo. Una parroquia parece sería suficiente para su vecindario y, sin embargo, hay ocho o nueve”. Ya en 1850 escribía Madoz que en Sahagún habría unas “580 casas, algunas de ellas de bella forma y sólida construcción; 4 iglesias parroquiales (San Tirso, San Lorenzo, la Santísima Trinidad y Santiago el Mayor) servidas por 4 curas, de térm. los de las tres primeras y de primer ascenso el de la última, de provisión todos del abad de San Benito”. Quadrado se refiere a las iglesias de San Tirso, San Lorenzo, Santiago y la Trinidad, afirmando que “no ha mucho que desaparecieron Santa Cruz y San Pedro de las Majadas, y que de San Martín subsisten informes tapias en una plazuela”. Tras describir las existentes, añade: “...tan sólo la de Santiago se abstiene de figurar entre sus altivas compañeras, pero en cambio sus ábsides y sus naves compiten, aunque más bajas, con las de San Lorenzo, y debajo de sus pórticos ostenta cuatro nichos ojivales para entierros y una tapiada puerta descrita por varios arcos concéntricos de herradura”. Todavía Gómez-Moreno vio en pie la iglesia de Santiago. En su Catálogo Monumental de la Provincia de León, escrito entre 1906 y 1908, se refiere a ella en estos términos: “Es hermana gemela de la de San Lorenzo, salvo la torre, de que carece, sin más diferencias por dentro que faltar perpiaño a la capilla mayor y ser tres los arcos divisorios de cada lado y no tan grandes, sobre todo los primeros. Por fuera hay en el hastial una puerta de arco agudo con impostas, cinco dobladuras, friso de esquinillas y recuadro; el lienzo de sur tiene otra puerta, de arco redondo y más sencilla, y a los lados cuatro lucillos, con arcos de una u otra forma, recuadros, etc., y la particularidad de que dos de ellos cargan sobre sus sarcófagos, de suerte que éstos permanecen intactos. La cabecera es más ordenada y simétrica en la decoración de sus ábsides, que llevan doble o triple fila de arcos de herradura o semicirculares con esquinillas y recuadros, cornisa de nacela simple y ventanas pequeñitas en el ábside central”. Al final de esta descripción, Gómez-Moreno añade: “Volví a ver esta iglesia, ya medio derribada, en 1911”. El farmacéutico don Fernando Sánchez Gómez ha asegurado al autor de estas líneas que sus padres se casaron en la iglesia de Santiago en enero de 1890 y que en 1909 el templo ya estaba en ruinas. Hemos comprobado en los Libros Parroquiales que los bautizos y confirmaciones se interrumpieron en enero de 1897 y que el 11 de septiembre de ese año cerró los libros definitivamente don Rafael Carvajal, párroco de Calzada del Coto y arcipreste de la de Sahagún, delegado por el señor obispo de León. De ello deducimos que la iglesia de Santiago amenazaba ruina en 1897 y que Gómez-Moreno la visitó antes de ese año, mientras preparaba lo que iba a ser su Catálogo Monumental de León y su provincia, terminado en 1908. Sabemos con certeza que en 1909 ya estaba en ruinas, que en 1910 su parroquia ya había sido anexionada a la de la Santísima Trinidad y que en 1911 Gómez-Moreno vio el edificio arruinado. Desapareció la fachada de poniente en los años 40 y en los 60 fueron derribadas las bóvedas apuntadas de la cabecera y casi todo el muro meridional, a excepción de dos arcosolios de medio punto, que posiblemente fueron destruidos en las obras de los años 80. Lo que resta de los ábsides y del muro meridional posee un gran valor artístico, pues es posiblemente el más antiguo ejemplo de mudéjar hispánico que incorpora arcos musulmanes. En la actualidad sigue pendiente su salvación para las generaciones futuras. En los años 70 publicó José María Luengo un estudio sobre la iglesia de Santiago de Sahagún que ilustró con tres fotografías tomadas por él en 1924. La primera es de la “portada principal en la fachada oeste, del siglo XIII”; la segunda recoge los “arcosolios con lucillo en la fachada sur, del siglo XII”, y la última es un “detalle de los ábsides, del siglo XII”. Incluye dos dibujos. Uno de la “arquivolta en sección de la puerta de la fachada principal” y el otro de la “imposta de la portada”. Cuando Luengo tomó esas fotos el templo estaba en ruinas y se conservaban sus muros exteriores. Describió la fachada oeste, con su portada de arco apuntado con seis arquivoltas, metida en un recuadro y rematada con friso de esquinillas. En el centro del muro meridional había otra portada ojival, algo más pequeña. A su izquierda se disponían dos arcosolios doblados y apuntados. Otros dos arcosolios de medio punto cargaban, a su derecha, sobre sepulcros de piedra. Los ábsides estaban articulados con una banda inferior lisa, dos bandas de arcos ciegos de herradura y cornisa en caveto recto, “rematando en una corona de ladrillos puestos a hueso”. Según este autor, el templo comenzó a construirse a fines del siglo XII y se terminó en el siglo XIII, señalando la transición entre San Tirso y San Lorenzo, pues tiene los ábsides acoplados, como la primera, y no independientes, como es el caso de la segunda. En 1998 aparecieron dos fotografías de la iglesia de Santiago realizadas por el francés Loty (Charles López Alberty, 1890-1936) en la misma época que las de José María Luengo. Según don Juan Sánchez, durante la Guerra Civil la iglesia se encontraba como aparece en las citadas fotografías, a excepción de la puerta de madera, que ya no estaba y había sido sustituida por un tabique de adobe. En dichas fotos se aprecia la fachada de los pies del templo, en la que se abre una portada apuntada y levemente túmida con cinco arquivoltas concéntricas, encerrada en un rectángulo con friso de esquinillas superior. Por encima se observa la huella de dos vanos de arco apuntado, habiendo sido cegado por completo el derecho y sólo parcialmente el izquierdo. A la derecha es visible otro friso de esquinillas, con una ventana debajo, a través de la cual se distingue la curvatura de la bóveda del ábside del evangelio. Sobre el friso puede verse el arranque izquierdo de otro arco de ventana, ya derruido. El muro meridional aparecía articulado con cinco tramos, correspondiendo el central a la portada lateral, de composición semejante a la de los pies, aunque de menor altura. A su izquierda había dos arcosolios más bajos, apuntados y encerrados en recuadros con friso de esquinillas encima. Los otros dos arcos estaban a la derecha de la portada, eran algo más bajos, de medio punto, y asentaban sobre sarcófagos de piedra. La cabecera estaba formada por tres ábsides semicirculares con sus tramos rectos abovedados en cañón apuntado y sus arcos de entrada ojivales. Hemos podido saber que estas ruinas sobrevivieron hasta los años 40 de nuestro siglo. Tras su derribo se construyeron casas y tapias que enmascararon lo que aún quedaba en pie: todo el muro norte, parte del muro meridional y los tres ábsides abovedados. El interior de estos últimos conservaba unas pinturas en las que aparecían unas “águilas”, a decir de quienes lo recuerdan; quizá un Pantocrátor con el Tetramorfos. En los años 60 se eliminó lo que quedaba del muro meridional, con sus sepulcros. También fueron víctimas de la piqueta los tres ábsides, de los que desapareció la parte superior, las bóvedas de cañón apuntado y los cuartos de esfera con sus pinturas. Sólo quedaron en pie los muros inferiores de los ábsides hasta dos tercios de su altura original y la pared septentrional del templo. Estos restos volvieron a ocultarse entre construcciones. Javier Rivera Blanco y Carmen Rodicio estudiaron con detenimiento las ruinas en 1982, cuando una obra eliminó las construcciones circundantes y los devolvió a la luz. A través de un detenido análisis formal de los ábsides y del muro superviviente, dataron la construcción del templo a mediados del siglo XIII, situándolo dentro de la “fase clásica” sahagunina, según la terminología de Valdés Fernández. Observaron que el ábside meridional se conservaba “hasta el tercer orden de bandas”, el del evangelio “hasta la mitad de la arquería ciega”, y que el central sobrevivía “hasta el primer cuerpo de ventanas ciegas limitadas por frisos independientes de esquinillas”, con un espacio recuadrado marcando el eje central y tres arquillos de herradura a cada lado, “pareados y dobles los que flanquean y sencillo el que concluye con el inicio de los ábsides laterales”. Del muro septentrional describieron el tramo recto del ábside del evangelio, donde había “dos ventanas de herradura doble cegadas con posterioridad a su construcción”. En el patio de una de las casas del mismo lado vieron los restos del m u ro exterior de la nave septentrional que se alzaban hasta unos 10 metros de altura, donde permanecían “otras ventanas de herradura doble y otras ciegas, así como arranques de muros y contrafuertes”. Todavía llegaron a ver restos de los arcosolios de medio punto del muro meridional. Obras ulteriores ocultaron de nuevo estos restos, los cuales se encuentran actualmente en un estado similar al que presentaban en 1982. El tipo de ladrillo y la presencia de arcos ciegos de herradura constituyen la prueba palpable de que los ábsides fueron construidos por los mismos alarifes que levantaron los de la iglesia de San Lorenzo. El mejor conservado es el de la epístola, compuesto mediante dos bandas de arquillos ciegos de herradura. Del central sólo se conserva la base lisa y el primer cuerpo de arquillos, cada uno de los cuales remata en estrecho friso de esquinillas. Del ábside del evangelio sobrevive solamente el muro hasta la mitad de las arquerías. Todo ello se encuentra dentro de una vivienda particular de la calle Antonio Nicolás. Así, el exterior de los ábsides está oculto en un patio desde el cual se accede a la vivienda atravesando una “puerta” que se ha abierto perforando el muro del ábside del evangelio. Por dentro, estos ábsides están compartimentados en varias habitaciones, pero aun pueden verse sus arquillos ciegos pintados de blanco. También se conserva el muro septentrional del templo, que se inicia con dos arcosolios doblados y ciegos. Con todos estos datos, podemos concluir que la iglesia de Santiago fue construida en torno a 1190-1220, siendo contemporánea de San Lorenzo, aunque un poco anterior, como lo demuestra la presencia de esos arcos ciegos y doblados de medio punto en los dos primeros tramos de los muros exteriores. Por ello es muy posible que fuese ésta la primera iglesia mudéjar en la que se materializó el carácter híbrido que es propio del estilo: planta y alzado románicos, arcos de medio punto doblados y ciegos en los muros exteriores del inicio de las naves, arcos apuntados en la cabecera, naves y portadas, y arcos ciegos de herradura en el exterior de los ábsides. La planta era románica, de tres naves con tres tramos cada una, separadas por pilares de ladrillo y arcos formeros apuntados, y cubiertas con madera. La cabecera terminaba en tres ábsides semicirculares cubiertos con bóvedas de cuarto de esfera, precedidos por tramos rectos abovedados en cañón apuntado. Exteriormente, los ábsides laterales presentaban tres alturas. La primera era lisa y las superiores estaban recorridas por arcos ciegos de herradura independizados en rectángulos verticales con sus extremos superiores rematados en breves frisos de esquinillas. Suponemos que el septentrional tendría el mismo aspecto que el hoy conservado. Más ancho y alto, el ábside central se organizaba, cuando estuvo completo, mediante tres pisos de arquerías ciegas, marcando el eje central un rectángulo más alargado con arquillo ciego de herradura y vano central rasgado, como ocurre en San Lorenzo. De herradura eran los arquillos de la primera altura y ligeramente túmidos los superiores, viniendo cada uno independizado en un rectángulo con friso de esquinillas. Todos eran doblados, a excepción de los situados en los extremos junto al inicio de los ábsides laterales, que eran sencillos. Los tres ábsides remataban en cornisa volada de nacela simple, formada por una banda horizontal de ladrillos dispuestos verticalmente. En el arranque del muro del evangelio había dos arcosolios de medio punto, doblados y encerrados en rectángulos, que descansaban directamente en unos sepulcros de piedra empotrados en el muro. Continuaba dicho muro hacia poniente con la portada meridional, de arco apuntado y enmarcada en un recuadro, y con otros dos arcos apuntados más bajos y separados del mismo modo, con un largo friso de esquinillas común en su remate. La portada principal se abría en el muro de los pies, con arco apuntado ligeramente túmido y cinco arquivoltas concéntricas, enmarcada en un rectángulo con friso de esquinillas superior. Los que recuerdan la iglesia en épocas pasadas señalan que junto al ábside del evangelio, hacia el norte, se elevaba una torre campanario de planta cuadrada hecha de tapial, de ningún valor artístico y posiblemente “moderna”. Quienes participaron en las obras de los años 40 recuerdan que en el cuarto de esfera del ábside central había unas pinturas que les parecieron “águilas” y que posiblemente representaban a los cuatro evangelistas. Mucho antes, Gómez-Moreno había reseñado los objetos que le habían llamado la atención en el interior del templo: “La nave sur alberga una capillita con bóveda de crucería de yeso y escudos dentro de coronas en las enjutas, obra de siglo XVI. Sueltos, hay un capitel románico elegante, con dos filas de hojas acogolladas, y otro con ábaco de follaje, corto fuste y basa con garras, que sirvió de soporte a una imagen, y data de fines del siglo XII. También, una pila, agallonada, como las árabes, de un mármol rojizo manchado, como andaluz... Crucifijo en la agonía, muy grande y no mal hecho, pero repintado. Siglo XIII. Virgen, sentada, con el Niño; deteriorada; su tamaño como dos tercios del natural. Siglo XIII o XIV. Mitad alta de otra figura de apóstol; de algún mérito. Siglo XIII. Lucillo, con clérigo yacente, bien hecho en caliza basta; sobre caja con escudos y follajes: todo encaladísimo. Siglo XIII. Imagen de San Juan, que sería de un Calvario, con plegar abundante, flamenco; bastante apreciable. Tiempo de los Reyes Católicos”. Había dentro de la iglesia múltiples enterramientos. Garci Alonso de Torres, natural de Sahagún, regidor de dicha villa y rey de armas Aragón en la Corte del Rey Católico, señaló en 1496 en su obra Blasón d´armas lo siguiente: “El solar de Torres, que es cabe Covadonga, traen de gulas con una torre de oro parsada de azul. Mi bisagulo e mi agulo y todo mi linaje traían más una orla de plata con ocho leones de púrpura. Y quien lo querrá saber vaya a Sahagún, y en San Françisco hallará a mi bisagulo enterrado y ende hallaréis estas armas. Y en la dicha villa, en San Pedro, hallará a mi agulo con las dichas armas; y en otras iglesias de la dicha villa hallará de nuestro linaje las armas, como en Santiago”.