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Puerta y muralla

Identificador
16078_0135n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 4' 51.77'' , - 2º 7' 43.26''
Idioma
Autor
Virginia Cañas Córdoba
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Muralla cristiana

Localidad
Cuenca
Municipio
Cuenca
Provincia
Cuenca
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
AL TRATARSE DE UNA CIUDAD fronteriza, Cuenca tuvo que preocuparse por mantener un buen sistema defensivo que protegiera su población. Así pues, después de la conquista de la ciudad por Alfonso VIII, la reconstrucción del sistema defensivo de la ciudad fue una de las preocupaciones primordiales de la población, y más concretamente de sus autoridades. Esta inquietud fue constante durante toda la Edad Media, y la configuración de la muralla de la ciudad de Cuenca se completó en el siglo XIII. Si bien el origen de este recinto murado era musulmán, es cierto también que a partir de entonces, con las tropas cristianas al mando de la ciudad, el sistema defensivo se alargó y ensanchó por el aumento de la población, y por la consiguiente necesidad de defender a las nuevas gentes venidas de otros lugares que fueron instalándose en la parte más baja de la ciudad. En un primer momento, el objetivo fundamental fue reconstruir las zonas más dañadas durante el enfrentamiento militar, como por ejemplo la cerca situada en las inmediaciones de la Albufera y el muro de la zona del Alcázar, concretamente aquel que delimitaba el barrio judío en esta zona. En la parte más alta de la ciudad, en la zona del Castillo, los primeros trabajos de reconstrucción se centrarían, sobre todo, en el regruesamiento de la cara norte de la gran torre y en el reforzamiento de los dos fosos que defendían esta zona, sobre todo el oriental. En cuanto al trazado de la muralla, vendría a ser más o menos el mismo que en época musulmana. La línea defensiva bajaba del castillo dividida en dos vertientes: una occidental, por el Júcar, y otra oriental, por el Huécar, para cerrarse en la que se conoce como Puerta de Huete. En este recorrido cobraban especial importancia las puertas que se abrían para dar acceso al interior del recinto urbano. Destacan sobre las demás la del Castillo, situada en la parte más alta de la ciudad, donde iba a morir la Calle Mayor (hoy calle de San Pedro) y donde se iniciaban algunos de los tortuosos caminos que comunicaban la ciudad con la serranía; la del Mercado, que situada en las proximidades de la Iglesia de San Pedro comunicaba la zona del castillo con el resto de la ciudad, y la de Valencia, justo en el recodo del Huécar, al comienzo de la calle de los Tintes, en las inmediaciones del puente levantado sobre el río Huécar. Al igual que las anteriores, la puerta de Valencia era de origen musulmán, pero durante esta época sufrió una serie de remodelaciones para su consolidación. Pero destaca una sobre todas las demás: la puerta de Huete. Era la más importante de la ciudad durante la Edad Media, y estaba en la parte más baja de la misma, muy cerca de la confluencia de los ríos Júcar y Huécar, de donde hoy arranca la calle Palafox. De esta puerta salía un camino que, después de cruzar el puente sobre el Júcar, se bifurcaba en dos, uno con dirección a Embid y otro hacia Chillarón y Madrid. Muy cerca de esta puerta, en la vertiente del río Júcar, se abría la puerta de San Juan, única de todas ellas que asomaba a la escarpada Hoz del Júcar y que fue reedificada en el siglo XIII por el maestro de cantería Juanes de Zuloeta. Además, se abrirían numerosos postigos o postiguillos que daban acceso, por ejemplo, a todas las huertas que se situaban en las hoces de los ríos Júcar y Huécar. Entre los más importantes estaban el postigo de San Martín –situado en el barrio de su mismo nombre, que daba acceso al río Huécar y al camino que llevaba a la localidad de Cañete– y el postigo de Santa Cruz, próximo a la iglesia de su mismo nombre, que compartía con el postigo de San Martín un puente situado en las proximidades de ambos. Pero la diferencia más significativa de esta época será la construcción de una barbacana, una avanzadilla defensiva, levantada entre la puerta de Valencia y la puerta de Huete, que no sólo ofrecería mayor seguridad ante posibles atacantes, sino también vendría a ofrecer cierta seguridad ante una posible crecida del río Huécar.
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