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Identificador
19099_11_002n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 49' 46.28'' , -1º 59' 58.75''
Idioma
Autor
Ezequiel Jimeno Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Santuario de la Virgen de la Hoz

Localidad
Ventosa
Municipio
Corduente
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
EL SANTUARIO de Nuestra Señora de la Hoz se encuentra dentro del término de Ventosa, en el paraje natural conocido como Barranco de la Hoz, enclave de gran belleza donde el río Gallo se abre camino entre bosques de pinos y sabinas e impresionantes masas de piedra arenisca de tono rojizo que le da un encanto particular a todo el entorno. Situado cerca del pueblo de Ventosa, se llega al santuario desde Corduente y en el primer cruce se toma el desvío a la derecha hacia el Barranco de la Hoz. Dice la historia popular que fue aquí, hacia el siglo XII, cuando un pastor, buscando una de sus reses, se adentró en una grieta rocosa y encontró una pequeña imagen de la Virgen. La talla fue trasladada a Molina de Aragón, un lugar seguro y más poblado, para ser venerada por los fieles, pero, viendo que una y otra vez que la imagen desaparecía de ese pueblo, se decidió cambiar su ubicación hasta su lugar de origen, y desde ese momento empezó un largo peregrinar hasta llegar a la zona donde se halló la imagen en la grieta del Barranco. Con el paso de los años se tomó la decisión de dedicarle en el lugar de su aparición una especie de santuario. Se construyó una ermita excavada en la roca, y se instalaron allí, a principios del siglo XIII, algunos canónigos regulares de la orden de San Agustín; desde ese momento custodiaron la imagen de la Virgen y se empezó a crear una devoción mariana entre los habitantes de toda la comarca del Señorío molinés, realizándose cada año diferentes romerías, que han llegado hasta nuestros días. El conjunto edificado comprende la ermita del santuario y un conjunto de dependencias anexas que fueron construidas en diferentes épocas. La entrada al recinto se hace a través de una portada abierta en la fachada del primer edificio, de época renacentista, con arco de medio punto dovelado. Una vez pasado un zaguán, se llega a un patio en cuya margen derecha se encuentra la ermita, ado- sada en su lado norte a la roca. La ermita es la parte más antigua todo el conjunto, construida, como se ha dicho, en el siglo XIII; la fábrica es de sillar bien tallado, sobre todo en sus contrafuertes. El acceso al interior se hace a través de una portada con arco apuntado, formada por seis arquivoltas que descansan sobre pequeños capiteles lisos moldurados, y a su vez éstos sobre columnas de fuste cilíndrico y alargado. Remata en el exterior, y sobre la cabecera, una pequeña espadaña triangular con un solo vano de arco medio punto. El interior de la ermita consta de una sola nave dividida en cuatro tramos, con coro alto a los pies. En el principal, el presbiterio es la parte más antigua, del siglo XIII, a la que luego se le fueron añadiendo otros tramos. El presbiterio se cubre con bóveda de cañón apuntado, que descarga sobre arcos fajones que llegan hasta el suelo. El resto de los tramos se cubren también con bóvedas de crucería separadas por arcos fajones; en uno de esos tramos los arcos descargan sobre la misma roca saliente, adaptándose al terreno. Por último, el coro alto, que se levanta a los pies, se cubre con una techumbre de madera de estilo mudéjar. Lo más interesante de esta ermita es la talla de madera de la Virgen de la Hoz, del siglo XIII, que ha sido restaurada recientemente devolviéndole su anterior policromía. La talla que encontramos en el altar durante los meses de invierno es una copia, ya que la original se encuentra en la Iglesia de San Felipe, en Molina de Aragón, y es expuesta a los feligreses durante la primavera y el verano, cuando tienen lugar en el santuario la mayoría de las romerías en honor a la Virgen. La representación de la Virgen con el Niño es una de las imágenes más representadas a partir del siglo XII. Este tipo de esculturas, al inicio del románico, son completamente simétricas y frontales, aunque en esta talla del siglo XIII se aprecia un cambio y una evolución, y el Niño aparece de lado y sentado sobre una de las piernas de la Virgen. Ambos muestran un rostro más dulce y natural: el Niño recupera su carácter más infantil y la Virgen adopta una actitud más protectora al rodearle con su mano por la cintura. Ambas imágenes tienen levantada su mano derecha; la Virgen sostiene en ella una bola con la punta de sus dedos, símbolo de la representación del mundo, mientras que con la otra, esculpida de forma más tosca, sin apenas diferenciarse los dedos, sujeta, como se ha dicho, al Niño por detrás. El Niño aparece con el brazo derecho levantado y cerrando el puño. Lo más interesante es la policromía utilizada en su representación, con colores vivos: el oro para la corona y parte del vestido de la Virgen, con dibujos de estrellas sobre fondo azul, y tonos más claros y azulados para la túnica del Niño, de traza muy original, con dibujos de flores de tres hojas. Es, por tanto, una de las tallas románicas más originales y mejor conservadas en la imaginería alcarreña.